miércoles. 24.04.2024
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La perspectiva ciudadana

Rodolfo Fabián Ozuna

La perspectiva ciudadana

El pasado 20 de Diciembre, recibí la invitación para escribir un artículo para este número especial de Es lo cotidiano, bajo el título “2013: Nuestros amores y odios”. A partir de ese momento, en cada momento reservado para su elaboración o espacio libre que me permitía llevar a cabo análisis, reflexiones y exploraciones sobre diversas ideas o enfoques que pudieran guiarme en su elaboración, me di cuenta de lo complejo que era escribir sobre el 2013 por su propia complejidad, pero es aún más complejo hacerlo bajo un título que involucra emociones y sentimientos como el amor y el odio.

2013 fue un año crítico en materia del desarrollo en México. Los cambios de modelo de desarrollo estuvieron presentes no sólo a nivel nacional; también lo observamos en el estado de Guanajuato y en el municipio de León: todos los nuevos modelos de desarrollo responden en principio a los cambios de gobierno, los cuales tienen la obligación de promulgar su Plan de Desarrollo para conducir sus políticas, inversiones y acciones en el período de gestión y administración del gobierno que les corresponde presidir o gobernar.

La planeación del desarrollo la observamos en diversos niveles y con diversos enfoques. Probablemente León tiene mayor trayectoria y experiencia que la mayoría de diversos municipios del país, en contar con instrumentos de planeación de largo plazo, para visualizar temas relevantes de interés públicos que se deben atender sin limitación a visiones parciales de periodos administrativos.

Seguramente hay muchos temas que integrar, ampliar y mejorar, pero serán difícilmente realizables sin el interés de la ciudadanía. Por lo tanto, ¿con qué ciudadanía contamos para hacer frente responsable ante los retos de definir nuestro desarrollo, nuestras ciudades y la relación con su entorno?

A continuación una simple caracterización de la ciudadanía, planteada con el único objetivo de reflejar una pequeña muestra de su diversidad, complejidad y limitantes:

Preocupada por la sobrevivencia. Población con ausencia o limitantes acumuladas en su educación, salud, vivienda, oportunidades de trabajo e ingresos que le permitan llevar una vida digna como ser humano, comúnmente segregados en zonas periféricas y/o con ausencia de servicios urbanos, escasez de actividades económicas y altos niveles de inseguridad.

Ciudadanía ocupada. Jornaleros, obreros, productores, comerciantes, profesionistas y trabajadores en general que otorgan prioridad a intereses particulares como las laborales o profesionales, sobre las comunes. Comúnmente la causa de centrarse en intereses particulares se encuentra por la necesidad de garantizar subsistencia, sostenimiento cotidiano, progreso económico o laboral. El interés común es considerado en una prioridad subsecuente a sus intereses particulares.

Ciudadanía con civilidad distraída. Población que invierte excesivamente su tiempo disponible en actividades de poco valor y de fácil control, como el caso de telenovelas, el futbol, entre otras. (Es relevante enfatizar que solamente se considera a la población que se exalta en un nivel excesivo y ausente de orden, al no reconocer a estas actividades como simples actividades recreativas). Son quienes con mayor facilidad y comodidad olvidan sus responsabilidades como ciudadanos.

Ciudadanía en formación. Población infantil y juvenil, preferentemente ocupada en actividades educativas. Sus valores y elementos de juicio están en proceso de desarrollo; el interés común está en formación.

Ciudadanía interesada. Ciudadanos, estudiantes, académicos, investigadores, emprendedores responsables, periodistas independientes, comunidad vinculada a la cultura y el arte, etc. Comúnmente es población interesada, que cuenta con información y desarrolla reflexiones, análisis, opiniones, cuestionamientos, crítica incluso propuestas razonadas.

Ciudadanía en el poder. Políticos y funcionarios públicos. La gran mayoría cree que tiene la razón y la última palabra por el simple hecho de tener autoridad o facultad (no necesariamente tener facultad es sinónimo de tener la razón). Es común verlos atrapados entre intereses políticos, económicos y de grupo. No se distinguen por la recepción de críticas, recomendaciones, mejoras y alternativas para objetivos equiparables o incluso mejores; tienen una amenaza cotidiana en quedar sin trabajo; cuestionarlos siempre representará en su mentalidad una falta a la autoridad; la toma de decisiones de interés público para ellos, en principio, se atiende sin el público, y sus decisiones nunca deben considerarse incorrectas.

Probablemente represente un simple bosquejo que puede ser cuestionado, replanteado y enriquecido con datos cuantitativos. Sin embargo, la idea central se basa en esquematizar el laberinto real que hay para demostrar que los modelos de desarrollo están muy lejos de ser planteados conjuntamente de una ciudadanía interesada o participativa.

La mayor cantidad de ejercicios de participación ciudadana vinculados a procesos de construcción de planes de desarrollo en el 2013, de cualquier orden de gobierno, representan ejercicios para legitimar sus instrumentos, situación diferente a la de garantizar la participación efectiva de la ciudadanía en el diseño de las estrategias.

La ciudadanía sólo observó en este año de cambios y reformas que impactan su desarrollo, las cuales se gestaron en procesos que no representan la mejor práctica deseable por la ciudadanía. Sólo hemos sido simples espectadores de un proceso de legitimización de una serie de decisiones tomadas desde el poder.

El desarrollo en el país está siendo concebido bajo un enfoque parcial; la ciudadanía no necesariamente comparte estas iniciativas. Incluso tenemos el derecho de opinar y emitir argumentos en contra de las iniciativas o reformas oficiales, sin embargo, las opiniones de la ciudadanía no impactan a las decisiones finales.

Pareciera que está reflexión no nos afecta directamente; sin embargo, nuestras ciudades representan estas omisiones de participación ciudadana, que integran emociones y sentimientos encontrados en su configuración.

Al concebir los amores y odios en el 2013 bajo este enfoque, identifico lo siguiente:

El amor se hace presente por:

  • La admiración por la mayor cantidad de ciudadanos interesados en conocer, difundir y participar activamente en la construcción de un desarrollo responsable, ciudades ordenadas y mejor relacionadas con su entorno.
  • La confianza por la existencia de mayores espacios libres para emitir una opinión.
  • La alegría por las nuevas generaciones interesadas en asumir los retos de afrontar y revertir problemáticas presentes que han crecido por el olvido de los últimos años.
  • El agrado por las nuevas ideas, proyectos y propuestas que permiten replantear y renovar modelos de desarrollo.
  • La aceptación por el futuro de una cultura ciudadana responsable con su entorno.

 

Antes que odiar considero:

  • Pesar por la limitación o ausencia de participación ciudadana en procesos como la definición de modelos de desarrollo o definición de políticas de interés público.
  • Tristeza por la omisión de actores ciudadanos, desinteresados por los temas de la comunidad de que forman parte.
  • Desaprobación por los actores que tienen alguna facultad de facilitar una mejor relación con la ciudadanía y deciden omitirla.
  • Rechazo por el abuso y manejo de la ciudadanía en ejercicios para legitimar planes previamente concebidos.

No creo identificar algún odio, debido a que distanciaría más a una ciudadanía con necesidad de integración, pero recuerdo que en algún momento escribí Odio odiar. Ahora considero que odiar no necesariamente lo odio; simplemente lo repruebo.

Prospero 2014 para todos, a pesar de más impuestos.