Es lo Cotidiano

Todo y nada

Marcela Verdad Coronado

Todo y nada

Nuestros amores y odios, pensé más de una vez, y en mi cabeza sólo se reflejaba lo vivido en México y Estados Unidos, donde se encuentran mis amores y mis odios, estos dos países que me han dado todo y más.

Han sido 14 años saltando de un país a otro, y ahora que termina este 2013, me lleno de grandes y sabias experiencias,  ya que fue el año más difícil para mí y no puedo evitar el imaginarme lo que he vivido en ambos. Esas comparaciones te llenan de amor y de odio, sentimientos encontrados que te confunden, pero nunca dejas de ver la realidad, y entiendo que mi corazón siempre ha estado en México, pero mi cabeza fríamente sigue en Estados Unidos.

Trabajé más de 20 años para México y ahora empiezo a producir en Estados Unidos, pensando en llegar a una vejez plena y llena de paz, pero durante el trayecto esta meta a largo plazo me ha llenado de cosas interesantes, y pienso entonces en lo ganado y lo perdido.

Me duele ver cómo la corrupción sigue presente en mi paso por México, con personas que cobran un sueldo sin trabajar, oficialitos que siguen pidiendo su cooperación, un país perfectamente mal señalado en cuestión de vialidad, una juventud descarriada y liberal y nomás no avanzamos y claro queremos echar culpas a papa gobierno. Pero somos nosotros, el pueblo, quienes seguimos haciendo lo mismo. Hablo particularmente de nuestras familias, porque si no ponemos atención en este punto, nuestro México seguirá igual o peor. Estamos como estamos porque somos como somos. La desintegración de hogares es una de las cosas más graves que me llenan de rabia, de dolor.

Siento odio al ver la destrucción de nuestro valioso núcleo familiar y a la juventud haciendo estupideces por las calles y en sus propias casas, como consecuencia de contar con padres permisivos… regalemos a nuestros hijos cosas más valiosas,  tiempo, una comida en familia, alguna actividad, cual sea, pero juntos. Más que un carro, más que un viaje, más que trapos, joyas o perfumes caros, respetemos a nuestra pareja, para que con el ejemplo ellos aprendan cómo es una verdadera y sana relación. La mejor forma de educar es con el ejemplo. Y no debemos olvidar que cuando gritamos o insultamos a nuestra pareja el mayor daño es para nuestros hijos, quienes entonces adquieren huecos existenciales que buscan rellenar en las calles. 

Hemos caído en un estilo de vida donde cambiamos el ser por el tener. No inculcamos la cultura de leer, del deporte, del arte, de buscar ser mejores, y creemos que nuestra única solución es lo más sencillo, o el divorcio, o involucrarnos con algún vicio, dizque para olvidarnos del dolor, o de plano irnos para el norte dejando nuestro mayor tesoro, la familia, para que desde Estados Unidos nos deporten y continuemos desintegrando familias, finalmente aquí o allá.

Al trabajar en Estados Unidos te das cuenta que es un país que te da todo si conoces el sistema, si eres responsable, respetuoso, cumplido y derecho, porque no es fácil dejar de pagar impuestos, ni robar o golpear a alguien así nomás por machito. Allá le piensan mucho más para soltar un golpe; la ley es dura y la cumplen; ya estamos bien educaditos y sabemos lo que nos complica la vida el no hacerle caso, y eso finalmente hace más fácil la convivencia. Pero siempre el corazón esta frío, hambreado de amor, de afecto, de familia, de eso que sólo los mexicanos podemos brindar.

Las mujeres estamos muy cotizadas por varias razones, entre ellas por ser mejores madres, nos preocupamos por nuestros hijos brindándoles más calidad de vida, y por cuidar tanto a nuestros hombres, con atenciones, apapachos, chiqueos, además de ser mucho más cariñosas que las güeras. En fin, los y las mexicanas somos gente muy valiosa y cotizada, por ese gran espíritu que llevamos dentro y fuera de nuestro México.

Hoy que vine a disfrutar de mi gente en este hermoso país, me doy cuenta que debo agradecer por este año lleno de amores y odios. Son sentimientos encontrados entre un país que me da todo y nada, y el otro que me da nada y todo. Pero entiendo como mexicana que amo entrañablemente a mi país y llevo dentro de mi corazón ese amor que durante más de 40 años he recibido de una u otra forma, pero que guardo y defiendo celosamente los mejores recuerdos, lugares y momentos de mi vida aquí en mi querido México.

Por otro lado, me ha dolido la distancia de mi esencia, el costo que arrojan los logros que me ha brindado Estados Unidos, ese gran país. Son muy buenas las oportunidades, pero me las ha cobrado con dolor y soledad. No me quejo porque así lo decidí y estoy consciente de este trayecto, de este camino lleno de amores y odios, de estos momentos de lucha, en el llamado país de oportunidades, donde lo tienes casi todo pero no lo puedes compartir. Logras todo pero llegas solo, esperando algún día volver a tus raíces, con todas las experiencias vividas pero ahora sólo viéndolas como lecciones de vida que te ayuden a ser mejor ser humano, agradeciendo día a día la oportunidad de tenerlo todo y nada, pero siempre el corazón lleno de esperanzas y de amor para compartir.

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