miércoles. 17.04.2024
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54 MUJERES [XLII]

54 Mujeres [XLII] Laetitia Sadier (Un laboratorio en estéreo y en solitario)

José Luis Justes Amador
LaetitiaSadier
Laetitia Sadier
54 Mujeres [XLII] Laetitia Sadier (Un laboratorio en estéreo y en solitario)


 

Mundos de ciencia ficción y emociones delicadas
JC Peña
 

Aunque tendamos a considerar la música popular moderna como un invento cuya lengua es el inglés, los primeros trasvases que han continuado a lo largo de ya larga historia de la música pop fueron con Francia. Francia fue uno de los primeros países que, además, de aceptar la nueva moda, contribuyó con fusiones insospechadas entre la chanson y la modernidad. Y si Serge Gainsbourg —entre otros muchos– aportó una nueva sangre, si hay una persona que contribuyó al afrancesamiento del indie fue la gran Laetitia Sadier.

McCarthy era un grupo pop que se distinguía del resto de sus contemporáneos, no por su sonido o sus juegos de guitarras sino por la radical política que impregnaba todas sus letras, que la mayor parte de las veces eran visiones irónicas sobre el capitalismo o el sistema. La movida francesa de finales de los ochenta era, después de la creatividad de finales de la década anterior y los principios de la misma, un páramo que desesperaba a Laetitia, que no encontraba un estilo en el que diera rienda suelta a sus impulsos creativos. Fue, precisamente, un concierto de McCarthy en Paris en el que Laetitia conoció a Tim Gane, el líder del grupo inglés. Apenas unos meses después, Sadier estaba ya en Londres viviendo con Gane e intentando desarrollar una carrera dentro del mundo de la música. Una carrera que comenzó con la francesa colaborando con su voz en los últimos discos de McCarthy, que acabaría por disolverse en 1990.

Gane y Sadier serían los líderes de un nuevo grupo, los imprescindibles Stereolab. Con ellos dos estaban el bajista de The Chills, el grupo neozelandés, Joe Dilworth y Gina Morris, con quien Sadier encontraría una armonía vocal inaudita en aquellos tiempos. Las letras seguían siendo políticas, pero a diferencia del grupo anterior, entraban nuevos temas que trataban de la cotidianeidad, que los acercaban a grupos como Belle and Sebastian o Pulp. De 2004 a 2009 dejaron una discografía que, a pesar de estar en una multinacional, Elektra, fue más influyente que vendida.

Stereolab, uno de los primeros grupos a los que se etiquetó como “post rock”, añadían situacionismo y surrealismo a sus letras, mientras que en lo musical mezclaban de una manera que otros muchos grupos repetirían después de ellos, krautrock, lounge y pop de los sesenta, además de incluir guiños al jazz, al funk o a la música brasileña, aunque en directo añadían una capa de feedback y ruido que no se mostraba en sus discos. Su álbum más reconocido fue “Emperor Tomato Ketchup”, de 1996, y una buena idea de ellos se puede hacer con “Serene Velocity: A Stereolab Anthology”, que en 2006 reunió sus mejores y más conocidos temas.

Problemas en la banda y en la pareja llevaron a Sadier a salir de Stereolab y buscar nuevos caminos en un proyecto liderado por ella misma, que sería Monade, junto a Rosie Cuckston, de Pram. La línea política se seguía manteniendo, como demuestra el título de su primer disco “Socialisme ou Barbarie: The Bedroom Recordings”. El sonido había evolucionado, descartando la onda más rockera de la formación anterior para centrarse más en las composiciones atmósfericas y francesas. Sadier continúa escribiendo las letras y combinando el francés y el inglés para crear una música hecha, al mismo tiempo, para disfrutar y para pensar. “A few steps more” y “Monstre Cosmic”, sus siguientes discos mantendrían esa atmósfera hasta que Sadier decidió disolver el proyecto para sacar unos maravillosos discos en solitario.

Muestra de ellos son “The Trip” de 2010, el atmósferico “Silencio” de 2012, titulado en español  e inspirado por las iglesias de Zamora. Como ella misma dijo en una entrevista: “A nivel artístico, lo que me inspiró de Zamora fueron sus 23 iglesias. Desde pequeña siempre he sido una persona agnóstica y sólo hace unos años empecé a encontrar cierto gusto a dichas iglesias. Supongo que se debe a que he estado trabajando mucho en la espiritualidad, un concepto del que la religión ha cogido muchas cosas pero que no tiene por qué estar estrictamente ligado a ella”. “Something Shines”, un disco un poco más alegre y juguetón que el anterior, de 2014, fue el último que hasta ahora ha formado con su nombre, para pasar a publicar el último, “Find Me Finding You”, bajo el nombre de Lætitia Sadier Source Ensemble.

Sadier, una de las voces y personalidades más individuales del mundo indie, encuentra además tiempo siempre para sus colaboraciones, que han demostrado también la variedad de sus intereses. O la de quienes han colaborado con ella. Blur, Tyler the Creator, Luna (con una excepcional rendición del “Bonnie and Clyde” de Gainsbourg), Mouse on Mars, Fugu, Momotte, son algunos de los (muchísimos) nombres, aunque hay dos colaboraciones que por su calidad destacan entre todas. El delicadamente hermoso “Haiku One” de Sigmatropic, en el que prestó su voz al poeta griego Seferis, y la reciente rendición del clásico francés yeyé “Paroles Paroles” en el último disco de su alma gemela Jarvis Cocker.

PD: Y aunque su música era maravillosa, la época de Stereolab no son solo buenos recuerdos. “Para mí estar en Stereolab fue bastante frustrante. Hablando claro: la chica es siempre la que se lleva toda la mierda. Tim siempre ha estado en su propia burbuja y nunca me sentí libre de expresarme como quería”.

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