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Cuando donar órganos no es por acto voluntario

Estudios sobre la demanda de órganos

Cuando donar órganos no es por acto voluntario

Ciudad de México. El comercio de órganos existe, pero debemos olvidar esas historias sobre personas que amanecen en la tina del baño de un hotel, sumergidas en hielos y con un órgano menos; esas son historias de alarma, dice la doctora Josefina Alberú Gómez. Robar un órgano de esa manera no es viable; para realizar un trasplante se necesita conocer el estado clínico del donador, su tipo de sangre y su compatibilidad inmunológica con el posible receptor, esto requiere estudios largos y complejos. Lo que sí existe son las redes internacionales que se aprovechan de las necesidades económicas de las personas en comunidades vulnerables y les ofrecen dinero o las extorsionan para que acepten “donar” un órgano.

Josefina Alberú es presidenta de la Sociedad Mexicana de Trasplantes y es integrante del Departamento de Trasplantes del Instituto Nacional de Ciencias Médicas y Nutrición Salvador Zubirán (INCMNSZ). Ella misma ha realizado numerosos trasplantes de riñón y sabe que desde la década de los 90 del siglo XX, los trasplantes han sido víctimas de su propio éxito, pues la capacidad de un trasplante para alargar la vida de un paciente en estado terminal generó una gran demanda de órganos, que supera por mucho la capacidad de suministro que tienen los sistemas de salud en el mundo.

“Hay un desequilibrio entre el número de órganos que están disponibles para donación y el número de personas que requieren un trasplante. Las cifras actuales indican que, para todos los órganos, solo se puede cubrir 10 por ciento de las necesidades mundiales de trasplantes. Esto ocasiona que los órganos se vuelvan objetos rentables, susceptibles de ser vendidos”, comenta Josefina Alberú.

La experta explica que a finales del siglo pasado la Organización Mundial de la Salud (OMS) tuvo que reprobar enérgicamente las prácticas de comercialización de trasplantes, que utilizaban a las personas y sus órganos como una mercancía para conseguir ganancias económicas. En 1987, la OMS prohibió el comercio de órganos de cualquier tipo, y varios países, incluido México, plasmaron en sus legislaciones negativas tajantes a cualquier tipo de comercialización en trasplantes. Pero el mercado ilegal de órganos nació y también las redes internacionales de tráfico de órganos.

Estas redes buscan a personas de bajos recursos y les ofrecen una compensación económica por “donar” uno de sus órganos. Después arreglan que el donador viaje al lugar de origen del receptor, que el receptor viaje al lugar de origen del donador o que ambas personas viajen a un tercer país donde, generalmente, no existen las condiciones para realizar una vigilancia estricta.

Estas redes generaron prácticas terribles en todo el mundo, por ejemplo, el caso de un red con cabeza en Tel Aviv, que arreglaba la venta de órganos de personas de bajos recursos en Brasil a pacientes internacionales que pudieran pagar cifras cercanas a los 60 mil dólares, desde luego, el donador no recibía prácticamente nada de esta transacción y era regresado a su país sin los cuidados médicos necesarios; en México, está el caso de un empresario mexicano que viajó a Perú para obtener un órgano de manera ilegal y que falleció debido a complicaciones médicas, explica Josefina Alberú.

Estas prácticas también incluían la extorsión y funcionarios de los Estados podían estar involucrados, como lo que sucedía en China, donde casi 90 por ciento de los órganos para trasplante provenía de personas ejecutadas por cometer algún crimen.

La comunidad internacional no pudo permanecer indiferente ante el fenómeno y en 2008, la OMS reunió a 150 representantes médicos y científicos, entre los cuales estaba Josefina Alberú, para redactar la Declaración de Estambul sobre tráfico de órganos y el turismo de trasplantes. 

Esta declaración establece las bases para aumentar la donación de donantes fallecidos y para garantizar la seguridad de los donadores vivos y agradecer su altruismo, al mismo tiempo que se lucha contra el tráfico de órganos y la comercialización internacional de trasplantes.

“Este es un punto en el que se está poniendo mucha atención en la actualidad, tiene que haber una legislación que actúe de manera mancomunada entre los países para detener estas redes internacionales que se dedican a buscar a las personas más vulnerables, para que sean ellas precisamente las donadoras de órganos”.

Josefina Alberú considera que se ha avanzado mucho en el control de la comercialización de órganos, y pone el ejemplo de Arizona, en donde se podían encontrar anuncios comerciales que ofrecían el trasplante de un órgano en el extranjero, y de paso hospedarse en un hotel cinco estrellas. Algo que ahora sería impensable.

Otro ejemplo es el de Colombia, que era considerada un foco rojo por la OMS, pues en 2005, 16.5 por ciento de los trasplantes que se realizaban en el país era para extranjeros, pero en la actualidad la cifra bajó a 0.38 por ciento. También está Israel, que prohibió a las aseguradoras pagar trasplantes en el extranjero a sus ciudadanos y comenzó a promover el programa de donantes fallecidos.

La presidenta de la Sociedad Mexicana de Trasplantes reconoce que hoy en día, en la mayor parte del mundo, los trasplantes se hacen de manera correcta, siguiendo los principios éticos que la OMS establece. Pero que incluso así, los médicos deben estar preparados para situaciones más sutiles en las que los individuos se presenten como donadores altruistas escondiendo una historia de intereses y coerción.

Presión dentro de la familia

Nunca voy a olvidar a un paciente que tuvimos: su hermano le donó un riñón, pero resultó que no se llevaban bien. Aun así la persona decidió donar por tratarse de su hermano. Con el tiempo comenzaron a tener más problemas, hasta el punto de que el receptor del riñón dejó de tomarse los inmunosupresores que necesitaba porque ya no quería tener nada que ver con su hermano, recuerda Judith González Sánchez, psiquiatra y jefa del Departamento de Consulta Externa del INCMNSZ.

La psiquiatra sabe lo importante que es trabajar con un equipo multidisciplinario antes, durante y después de un trasplante para detectar cualquier tipo de presión en la persona que dona o que recibe un órgano.

“No tenemos que irnos a otro país, lo vivimos aquí, en el día a día, con personas a las que presionan para donar porque si no, les van a quitar el gasto o les pueden quitar a los hijos. Son situaciones que tenemos que valuar con mucho cuidado, tenemos que dilucidar el fondo de la psique para saber si realmente hay una situación de no coerción”, explica Judith González.

En México, existen diferentes figuras dentro de la donación de órganos. Está el donante, que es una persona que decide donar sus órganos al fallecer; el donador vivo biológicamente relacionado, que decide donar un órgano en vida a un familiar; el donador vivo relacionado emocionalmente, que es la pareja o el familiar político que dona; y el donador no relacionado, que puede ser un amigo, un conocido o un desconocido altruista. Con todos, pero sobre todo con los donadores no relacionados, los equipos de evaluación psiquiátrica deben estar atentos.

Existe la posibilidad de coerción, abierta o encubierta, en diferentes situaciones durante la donación de un órgano. Se podría pensar que no hay nada de malo en que una mujer done un órgano a su esposo, pero existen relaciones de poder y de dominio que hay que tomar en cuenta. Existen casos en que la familia presiona para que un miembro done, o situaciones en las que el donante exige del receptor compensaciones de por vida, pues considera que le debe la vida. Nosotros debemos de vigilar que el donador no esté en una situación de coerción.

De hecho, en la actualidad el Centro Nacional de Trasplantes (Cenatra) está dirigiendo esfuerzos en analizar un fenómeno con los donadores vivos no relacionados que está ocurriendo en los hospitales privados.

Donadores altruistas en hospitales privados

“En México, la mayoría de los trasplantes se realiza en instituciones públicas, eso está bien, pues es parte de lo que contempla un sistema de salud universal. Por otro lado, está bien que las personas que pueden pagar sus gastos y los del donador vivo y desean trasplantarse en un hospital privado, lo hagan”, dice Josefina Alberú.

Pero la investigadora comenta que el Cenatra detectó un fenómeno que podría ser una señal de alerta de situaciones poco éticas. En los hospitales públicos y en el sistema de seguridad social, la cantidad de donadores vivos no relacionados ronda el siete por ciento, pero en el ámbito privado el porcentaje de los trasplantes de donadores no relacionados es de 31.7 por ciento.

En México, hay comités de trasplantes muy bien advertidos por Cenatra y capacitados para detectar a un verdadero donador altruista. Pero en algunos hospitales privados sucede que con un acta notarial, un individuo asegura que es un donador altruista y que desea donar a tal persona. Pero resulta que el receptor es un individuo con bastantes recursos económicos y que el donante es una persona que a veces con dificultad puede escribir su propio nombre, comenta Josefina Alberú.

La experta dice que estas cifras son algo que Cenatra está investigando seriamente y que las instituciones van a tener que dar cuentas claras de cómo realizan la aceptación de cada uno de estos donantes no relacionados.

Pero, además de estar atentos del donador, los equipos interdisciplinarios de trasplante deben cuidar que el receptor no haya sido presionado para aceptar un trasplante, explica la psiquiatra Judith González.

El poder de la bata blanca

En el tema de trasplantes no hay que ser paternalistas. En décadas pasadas se aceptaba que el médico actuara de manera unilateral buscando el beneficio del paciente. El médico era la persona que poseía el conocimiento así que no tenía porqué consultar con el paciente sobre sus preferencias de tratamiento. Pero en la actualidad la relación entre médico y paciente ha cambiado.

“No se debe caer en actitudes paternalistas, a veces las personas no desean trasplantes. Tampoco se deben minimizar los riesgos de un trasplante solo para que la persona se convenza de trasplantarse”, explica Judith González.

La experta señala que es parte importante del equipo de psiquiatría de trasplantes asegurarse que los pacientes comprendan el procedimiento al que se van a someter y que no acepten una operación solo porque creen que el médico, que es la autoridad para ellos, sabe qué es lo que lo va a curar. El equipo de trasplantes debe proporcionar a los pacientes información equilibrada, que contemple los efectos adversos de un trasplante o de la donación.

Un órgano en buenas manos

Judith González sabe que otro dilema ético se presenta al determinar quién tienen las condiciones biológicas, mentales y sociales para recibir un órgano, quién tiene la mayor probabilidad de mejorar su calidad de vida, por el mayor tiempo posible, gracias al trasplante.

“Hay escasez de órganos y a raíz de eso tenemos que hacer un tipo de selección, y lo digo entre comillas porque eso va en contra de cualquier principio ético, cualquier persona que lo necesitara debería tener acceso a esta alternativa; sin embargo, no podemos negar que hay mucha demanda y pocos órganos, así que un equipo interdisciplinario debe hacer una selección para buscar la mayor de las probabilidades de un proceso exitoso”, explica la psiquiatra.

Los equipos de trasplantes deben analizar si la persona tiene posibilidades de cuidar el órgano que va a recibir y va a tomar sus medicamentos de la manera adecuada. Por ejemplo, si una persona está en un proceso de abuso de sustancias, será difícil que se adhiera a un adecuado tratamiento para que el trasplante sea exitoso; o si la persona tiene otras enfermedades graves, será difícil que aguante una operación tan delicada.

Es un proceso complejo que debe ser claro y transparente. El equipo de trasplantes debe estar atento en todo momento al receptor del órgano, a su familia y también al donador vivo, explica Judith González.

La solución para todos los males

Josefina Alberú y Judith González llevan años trabajando juntas en el área de trasplantes y las dos coinciden en que es urgente invertir en programas de prevención para evitar que siga en aumento el número de personas que necesitan un trasplante.

“México tiene que prevenir de manera urgente el tema de los padecimientos metabólicos, principalmente diabetes, porque es la principal causa de insuficiencia renal en el país y el riñón es el órgano que más se requiere para trasplante”, explica la presidenta de la Sociedad Mexicana de Trasplantes.

Por otro lado, siempre ha estado en el tintero la cuestión del costo de los trasplantes. Hay que dar toda la atención posible a las personas que necesitan un trasplante, pero lo mejor sería evitar que las personas lo necesitaran, pues con el gasto en este rubro se podría atender a muchos más pacientes en otros aspectos, incluyendo la prevención, comenta Judith González.