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LOS ENTRETELONES DEL CERVANTINO

Más de 300 personas anónimas mantienen vivo el FIC 2014

Más de 300 personas anónimas mantienen vivo el FIC 2014

Guanajuato, Gto. Todo estaba programado. Había que traer un caballo negro para la obra Julio César, fragmentos, que montó la compañía italiana Societas Rafaello Sanzio, bajo la dirección de Romeo Castellucci, así que se consiguió en la Ciudad de México, con todo y entrenador. Sólo hacía falta meterlo en el Auditorio General de la Universidad de Guanajuato.

Al llegar, se dieron cuenta de que el piso del espacio que se utilizó como escenario, era de cemento pulido y por lo tanto sería imposible maniobrar ahí al equino. Ni hablar, había que ponerle una capa de linóleo para evitar se resbalara. Después hubo que dejar al animal un día y medio en este foro, para que se aclimatara al ambiente y pudiera estar listo en función.

La anécdota la cuenta Carlos Mendoza, director técnico del Festival Internacional Cervantino, quien junto con Guillermo Cruz Estrada, como subdirector, y un ejército de 300 técnicos, tramoyistas, cargadores, iluminadores, sonidistas, encargados de vestuario, maquillaje, pelucas, hacen que este encuentro cultural, considerado el más importante de América Latina y uno de los más destacados del mundo, lleve a buen término las fantasías planteadas por los artistas que participan en él.

En la pared de su oficina hay un enorme calendario con el programa de los 19 días de eventos. Al lado de su escritorio hay una cama lista para ser usada en cualquier momento. Y es que, como explican, la jornada se puede terminar a las 4 de la mañana y no da chance ni para volver al hotel a dormir.

"El trabajo tiene que ver con la planeación y el montaje, pero la verdadera exigencia en el día a día, surge de la necesidad de resolver los inconvenientes que pueden ir apareciendo en cualquier momento, como sucedió con el caballo", dice Mendoza.

Por cierto, además de esta bestia, un águila real, 8 ranas y 2 guacamayas son parte del elenco de las más de 737 actividades que desarrolla este año el 42 FIC.

Los números del Cervantino

Comienza la cuenta: 35 trailers de 13 toneladas cada uno para transportar fierros y escenografía, 15 kilómetros de cables para corriente eléctrica, 3 kilómetros de cable para iluminación, 800 luminarias convencionales, 400 lámparas robóticas, 300 instrumentos musicales más 12 pianos en distintas dimensiones, 82 monitores, 76 amplificadores, 12 generadores de energía, 9 consolas para iluminación robótica, 20 consolas para iluminación convencional, 148 gabinetes de sistema lineal, 90 de subwoofers, 120 gabinetes de sistema convencional, 30 consolas digitales y 404 micrófonos.

Esos son los números que en esta edición se encuentran detrás de cada concierto, cada montaje, cada puesta en escena que forman parte del Cervantino.

El gran equipo técnico tiene distintos orígenes: El personal de base de los teatros de Guanajuato, el personal del Instituto Estatal de Cultura, los técnicos que forman parte de las empresas que participan, los técnicos contratados por el FIC en Guanajuato y los técnicos que pertenecen al FIC del DF.

“Lo ideal sería tener más personal local, pero hasta ahora los técnicos del estado ya son muy grandes de edad y no dejaron escuela”, explica Mendoza.

Ante eso, el festival inició este año un proceso de capacitación técnica, a través de un taller de uso de consolas, planean para el entrante un curso de tramoya e iluminación con el fin de ir formando cuadros técnicos locales.

Los entretelones

Quienes se maravillaron con la puesta en escena de Hamlet, a cargo de la agrupación inglesa The Tiger Lillies y la Compañía de Teatro Republique, sorpréndase una vez más: Para que la pared de madera que evocaba la fachada de una casa, subiera y bajara, se abriera y cerrara, se requirió la fuerza de 240 hombres que metieron un motor hidráulico así como unas camas de fierros pesados para permitir el movimiento del escenario que fue traído por barco desde Dinamarca.

O quienes fantasearon con el móvil gigante de 20 bailarines que sobrevolaban a unos 30 metros de altura en la plaza de Los Pastitos con el montaje de Muaré, de la agrupación argentina-española, Voalá Project, deben saber que encontrar quien maniobrara la grúa fue un evento en sí.

“El tema de las grúas es un problema siempre. En México todas las grúas se utilizan para construcción, entonces,  cuando les digo que necesito una grúa con un operador que sepa inglés para entender las indicaciones y lograr la sincronía de la música, el móvil y la grúa, les parece cómico.

“El año pasado encontramos una grúa del DF con sensibilidad para el espectáculo, pero traerla hasta acá implicó día y medio de retraso pues se sobrecalentó y se poncharon 3 llantas. ¿Te imaginas cambiar 3 llantas del tamaño de esta habitación? Finalmente encontramos un proveedor en Querétaro que en un inicio se resistía a rentar el equipo para un espectáculo artístico, hasta que vino a Guanajuato y lo convencimos del sentido que tenía”, relata Mendoza.

Junto con The Tiger Lillies y Voalá Project, el montaje de la instalación-espectáculo-documental Artículo 13, de las compañías Teatro Línea de Sombra (México) y Carabosse (Francia), fue uno de los más complejos técnicamente.

En este último, que en 8 pequeños escenarios al aire libre hacía un homenaje a los migrantes anónimos, muertos o desaparecidos en las fronteras del mundo, se utilizaron cientos de cajas, mil 80 bidones, 2 mil flamas, un muro hecho de arena, una gran escultura que hace las veces de fuente y produce fuego, así como una pared elaborada de contenedores de madera que sirvió de pantalla para proyectar materiales documentales sobre la migración.

Uno de los mayores retos fue mantener en lo alto el sol de metal de 4 metros de diámetro y 400 kilogramos de carbón y hacerlo de forma segura por las altas temperaturas a las que ardía.

Cruz explica que se hicieron decenas de pruebas, lo calentaron a temperaturas extremas para calcular el aguante de los arneses que lo sostendrían de la grúa, hasta que se decidió traer el cable de Francia.

Ya en tierra, un camión de bomberos y tres ambulancias esperaban en la oscuridad de la noche para atender cualquier emergencia que pudiera surgir en los escenarios donde igual había arena, agua, que fuego y gasolina.

Pero además de imprevistos, también hay exigencias que hay que atender cotidianamente, cuentan los técnicos. Por ejemplo, el pianista austriaco Rudolf Buchbinder, pidió un piano Steinway & Sons Hamburgo, que cuesta entre 8 y 9 millones de pesos, para tocar en un acto musical inédito en México, las 32 sonatas de Beethoven durante 7 conciertos.

Para el FIC fue imposible adquirir ese piano, pero se consiguió uno modelo Nueva York,  nuevecito, que estrenó el pianista austriaco.

Durante los tres primeros conciertos lo usó pero no se acomodó, así que terminaron consiguiéndole un Yamaha CFX con el que terminó satisfecho sus recitales.