viernes. 19.04.2024
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Adiós a las penas

Adiós a las penas

Domingo 30, seis de la tarde. Lugar: Teatro María Grever. Al parecer, por un rato no veremos con la actriz Rita Gil, el unipersonal Las Penas Saben Nadar. Pieza escrita por Abelardo Estorino. Dirigida por Javier Sánchez Urbina. La pieza tuvo treinta y cinco representaciones y paso por varios espacios. Hoy cerró su ciclo. A las siete de la tarde la sábana cubrió el cuerpo.

¿De qué fue? ¿Qué contaba? Una de las historias de cómo el ser humano va deseando ser algo, cómo esas aspiraciones dan también ambiciones y pretensiones, las curvas que esclarece el qué soy con el qué pretendo ser. La curva de la pretensión siempre es más alta, por eso la frustración es mayor en quien desea ser para el otro. La necesidad del aplauso fácil, del amor propio afincado en el otro... ese que aplaude o destruye con su silencio. En esta historia vemos cómo se va deshaciendo una actriz alcohólica, con muchas pretensiones, con un amor propio dependiente de lo que los otros quieren de ella. Vemos cómo se descompone y se enfrenta a sí misma en cada trago de alcohol, llegando a los hermosos cuarenta años.

Otra cosa por qué dar gracias es que la producción es escueta, con muy pocos elementos. La actriz alcanza a llevarnos a su realidad con una silla, una mesa donde hay una caja musical, una botella con su vaso, un teléfono y maquillaje; un perchero con algunas prendas que servirán para que el personaje nos muestre sus capacidades histriónicas (bastante pobres, por cierto, lo cual hace mucho más difícil el papel: hay que ser una actriz muy buena para hacernos creer que estamos ante alguien que naturalmente es un fiasco profesional y una horrible persona). Vemos cómo se va empequeñeciendo ante nuestros ojos aquella mujer que entra a escena altísima y va dejando partes de sí en cada giro, en cada intento de falsa actuación. Por alguna razón, pensé que la mujer que cierra la historia, en ese final anticlimático, no debería pasar del metro sesenta.

Si bien la obra está bien hecha, sólo falla en la necesidad de presentar chistes continuos al inicio, pues desde el inicio ya tenemos al personaje patético bien definido. Esos mismos chistes hacen que el final se diluya un poco, duela un poco menos. De allí en más, la obra se sostiene bastante bien.

Si aquí se cierra el ciclo de Las penas saben nadar, ya estamos esperando la nueva obra anunciada por el director Francisco Javier Sánchez Urbina, con Rita Gil y Eulalio Nava: Una comedia a la antigua. No queda más que quitarse el sombrero y decir gracias al Grupo Golem.