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Antonio Ehrenzweig, un arquitecto que pinta

Antonio Ehrenzweig, un arquitecto que pinta

Haber recibido el premio Lorenzo il Magnífico en la Bienal de Florencia, Italia por una obra de dos piezas en mármol –Lo grande puede ser pequeño y lo pequeño ser grande-, y una en el nuevo material escultórico MDF –siglas en inglés de Medium Density Fibreboard—,es acaso el más deslumbrante de sus reconocimientos.

Este artista que describe su esfuerzo creativo como un viaje al cosmos, desde lo más primario que podemos encontrar como huella del tiempo, como un fósil o una roca, hasta un gran muro trabajado con los elementos de la tierra. El arquitecto Antonio Ehrezweig Ortega es autor de un universo con su plástica auténtica.

Tuve el honor de ser invitada a su casa para conocer sus obras. Desde que entré, percibí en cada rincón del entorno el fantástico espejo de la propia naturaleza, recreado en obras para la eternidad. Todos los espacios son cuadros tridimensionales de objetos simples trabajados por este artista, reconocido ya como Maestro.

Su voz sin estridencias explica amable:

“Mi casa es un sitio rico en luces y penumbra. Tengo muchos escenarios, y dependiendo de lo que voy a hacer, me dirijo al sitio preciso. Lo que más me gusta es dibujar en la mañana, con mi taza de café en mano, sentado ante el restirador. La mente está más fresca y la luz tiene brillo excelente antes de que comience a despertar el mundo”, agrega sonriente, con el aire discreto, casi tímido que proyecta.

En la plenitud de su vida, Antonio Ehrezweig Ortega desenvuelve de manera natural su peculiar estilo, parco en sus expresiones, moderado el trato. El aire de celebridad enmarcado por la plata de las canas en sienes y barba, se revela como arquitecto que busca imprimir su genialidad con el lenguaje natural del mármol y madera que son su fascinación. Interviene a partir de detalles las piezas que trabaja: relieves, vetas o un aparente renglón torcido de la naturaleza, le motiva a transformarla en emoción visual. Cada piedra requiere lectura diferente, el reto es generar cuerpos nuevos en cada pieza.

Los cimientos interiores que mueven su alma en la construcción de su arte, surgen de lecturas, viajes y vivencias con materiales que sujeta a procesos. Es lo que generan sus paletas de colores; la mitología personal son escamas que dan vida a su obra impresionante.

“Cuando trabajo el mármol me gusta interpretar el lenguaje de los fósiles que nos revelan esa fusión que es el proceso de la historia del mundo, la simbiosis entre lo efímero y lo eterno, lo ígneo y lo plástico”, asegura.

“Cuando trabajo el mármol me gusta interpretar el lenguaje de los fósiles que nos revelan esa fusión que es el proceso de la historia del mundo, la simbiosis entre lo efímero y lo eterno, lo ígneo y lo plástico”, asegura.

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Cuando habla de su propia historia se advierte ese brillo que describe el Obispo de Hipona: La humildad de la grandeza y la grandeza de la humildad.

Antonio Ehrezweig Ortega nació en Torreón, Coahuila en agosto de 1962. Acaso los portentosos amaneceres y puestas del sol en la inmensidad de los desiertos norteños. La sensación de eternidad de las mágicas y azules montañas de la Sierra Madre, o las huellas de mares petrificados de Cuatro Ciénegas, despertaron esta desmesurada imaginación creativa.

De hecho, asegura que una de las experiencias que más le marcó en su vida de creador artístico fue una larga estadía en La Zona del Silencio -una reserva de la biósfera en el desierto de Durango, que se extiende a Coahuila y Chihuahua-. Ahí tuvo oportunidad de descubrir fósiles petrificados por miles de centurias.

–Fue gran experiencia, muy enriquecedora, buscar una lectura introspectiva al lenguaje de los fósiles. A primera vista no hay nada atractivo en el desierto, pero encontrar un fósil y leerlo te permite ampliar tu capacidad descubridora, ves más ángulos y te permea la gran energía acumulada con información en cada planta, cada flor, cada pez convertido en roca. Esto me llevó a meditaciones muy profundas, introspectivas y oníricas como pintor. Esto es pretexto más que un motivo; nunca me cansare de pintar caracoles.”

Agrega que crear una pieza le lleva dos o tres semanas. Lo maravilloso es que transforma una piedra en lenguaje cósmico, universal, no un lenguaje mexicano ni latino de moda: es expresión atemporal. Arte creado a partir de accidentes geográficos o geológicos, para él es susurro al oído y al alma.

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Decidió estudiar aquitectura en la Universidad Iberoamericana, y en la búsqueda de sus primeras obras y sueños encontró el camino a León, donde asentó su base. Su obsesión creativa y fiebre para mostrar su trabajo le llevó a seguir exponiendo en varios estados del país. Paso a paso, obra a obra, Ehrezweig Ortega crecía como artista. La Universidad Iberoamericana, su Alma Máter, le pidió impartir las cátedras de dibujo natural y arquitectónico. Otras universidades y colegios también le pidieron lo mismo. Diez años fue maestro y hoy, con 35 años como artista plástico, es figura notable en el mundo del arte en México.

Con voz pausada expresa una confidencia personal para explicar su circunstancia:

–Estudié arquitectura con la convicción de dedicarme a la producción plástica; soy un arquitecto que pinta. No me dediqué a la construcción, preferí la arquitectura plástica. La ventaja de haber estudiado esta carrera, me permitió el manejo de espacios y materiales de construcción, y en los retos que impone la obra por sí misma para abrir espacios, para crear carácter y atmósferas.

Antonio afirma que para él su carrera se fue gestando en cada trabajo y su orgullo es saber que su obra se encuentra en hogares de muchas familias de muchos estados de México y en el extranjero.

Antonio afirma que para él su carrera se fue gestando en cada trabajo y su orgullo es saber que su obra se encuentra en hogares de muchas familias de muchos estados de México y en el extranjero.

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Considera su máxima fuente de inspiración observar la naturaleza, encantarse en el océano o seguir una nube, cristalizar sus ideas a partir de imaginar la creación de la tierra, dejarse tocar por todo lo que descubre en rocas, en árboles muertos en polvo que fue montaña.

–Como arquitecto tengo la inclinación al tratamiento de los espacios grandes, a la creación de atmósferas.

Hemos hablado mientras me muestra sus obras expuestas como tesoros en la estancia y sala de su casa. En el fondo del comedor encontré una gran serie de maquetas de casas. El arquitecto retoma su experiencia como maestro universitario:

–Un ejercicio que practico con mis alumnos de la Universidad de León es diseñar La Casa para Antonio Ehrezweig. Los estudiantes asumen el papel de profesionales y yo me desempeño como su cliente que valora cada propuesta. Esto nos permite diseñar proyectos frescos, creativos, con intención de despertar sus capacidades plásticas. Para ellos implica un reto creativo realizar el hábitat de un artista, su decoración, planos y contexto, de manera que se corresponda con su obra y estilo.

Para este arquitecto los jóvenes presentan gran inquietud por las artes y por la diversidad de elementos que encontramos en una ciudad industrial como ésta, lo que les ofrece un amplio abanico de materiales.

Sin duda alguna la práctica hace al maestro, y el maestro Ehrezweig es ejemplo evidente de que la constancia en lo que haces te hace trascender fronteras.

–En mi taller se genera la inercia manteniendo diariamente la disciplina de ser constante. Si lo suelto mi propio taller me regaña. No lo puedo interrumpir; cuando estoy produciendo me van surgiendo nuevas ideas, avanzo rápido. Si lo interrumpo, se pierde.”

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Don Antonio se consagró como artista de talla universal en 2007, cuando representó a México en la Bienal de Florencia y recibió el premio Lorenzo il Magnífico, que se otorga cada dos años a doce artistas elegidos de 720, seleccionados por concursos en 85 países. Esto le valió respeto mundial y le abrió puertas en el mundo. Guanajuato le ha pedido representar a la plástica estatal en cuatro Festivales Cervantinos.

Si deslumbra su premio de la Bienal de Florencia, habrá qué conocer sus exposiciones en el proyecto Ateliers del Metro de la ciudad de México, la sede de la Asociación Mexicana de Turismo Cultural, en la estación Pino Suárez del Metro, que realizó con apoyo de Tomas Gondi y Joel Ortega. El valor de esta obra es tan apreciado que será llevada durante dos años al Metro de París, a los subterrános de Moscú, a Beijing y Londres.

Otras obras fueron adquiridas por hoteles como Four Seasons, en la ciudad de México, Barceló y Mayan Palace de la Riviera Maya y cadenas de seis estrellas o tan exclusivas como Small Luxury Hotels. Ehrezweig desliza con tímida ironía: Lo que me gusta es generar carácter, y esto le gusta al cliente.

Fue invitado a pintar una capilla en Etiopia. Sería la segunda que pinta; la primera fue hace 16 años en el sur del mismo país. Será diseñada de forma similar al templo de San Juan de los Lagos, de manera circular, con imágenes religiosas basadas en la Sagrada Biblia, con idea de evangelizar. Trabajará con tierras y fijadores, durante cerca de mes y medio.

El arquitecto coahuilense de nacimiento y leonés por adopción, ha realizado 60 exposiciones individuales y 40 colectivas en México y otras tantas de nivel internacional en Estados Unidos, España, Canadá, Alemania, Italia y Holanda.

El arquitecto coahuilense de nacimiento y leonés por adopción, ha realizado 60 exposiciones individuales y 40 colectivas en México y otras tantas de nivel internacional en Estados Unidos, España, Canadá, Alemania, Italia y Holanda.

Me despido de nuestro arquitecto, que pinta hojeando su carpeta de trabajos y premios, escuchando música que le inspira: Tom Waits con su influencia de Charles Bukowski, Leonard Cohen con sus poemas, pinturas y novelas, Pink Floyd, et al.

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De regreso me queda la idea del arquitecto pintor y la importancia de pensar en lo imposible, como Julio César tras cruzar el Rubicón al frente de sus legiones romanas, el conquistador en la piel de Hamlet. El arte realizado con pasión y entrega no tiene fronteras; carece de límites.