jueves. 25.04.2024
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El arte de matar

El arte de matar

No hay duda de que Clint Eastwood es un cineasta de estatura en el cine contemporáneo. En su dilatada trayectoria como realizador, su filmografía tiene una considerable cantidad de clásicos y más de tres obras maestras para presumir, cosa difícil de prever para quien fue un actor de rango limitado y cuya recia presencia definió por largo tiempo las características del hombre de acción en el cine por venir: lacónico, asexuado, cínico y de gatillo fácil.

A pesar de su deslumbrante carrera detrás de cámara, ello no lo exime de ciertas pendejadas cometidas, como lo ejemplifica su reciente filiación política de derecha y la estúpida proclama en apoyo al Tea Party, justo al lado de la impresentable Sarah Palin, manchas que no han afectado mayormente la aceptación y la valoración de su cine a nivel internacional.

En las diversas temáticas que atiende su obra, no es ajeno a sus intereses el ejercicio antibélico. Baste recordar su díptico desmitificador sobre la segunda guerra mundial (Flags of our fathers  y Letters from Iwo Jima, ambas de 2006), la doble cara de la moneda sobre la guerra y sus efectos devastadores en el individuo.

Quizá mi óptica esté influenciada debido a la reciente lectura del estupendo libro “Guerra y Propaganda” de Naief Yehya, un ensayo sumamente interesante y documentado que habla sobre los mecanismos ideológicos y propagandísticos por parte del imperio para limpiar la cara sucia al ejército norteamericano; la industria de cine como vector estratégico, ejemplificado en el revelador análisis de Black Hawk Down (2001) de Ridley Scott.

No obstante el marco actual del conflicto bélico, percibo a American Sniper (2014) bajo el cariz de una ambigüedad estorbosa que ha impedido al director asumir una postura más sensata. El primer tramo está abiertamente influenciado por Full Metal Jacket (1996) de Stanley Kubrick, en lo que resulta ser un pobre boceto sobre la despersonalización por efectos de una violencia irracional. Para un tipo que domina los recursos narrativos con harta solvencia, y dueño de un talante reconocible, suena extraño que se haya conformado con intentar una pálida imitación.

Tal pareciera que el realizador estuviera inmerso en una crisis personal y no se atreviera a otorgar la real dimensión de un conflicto impopular, ilegítimo e invasivo para narrar la odisea de un mortífero francotirador elevado a la categoría de mito.

A leguas se ve que Eastwood siente respeto por los efectivos en territorio iraquí y aprueba la invasión a un país por el acto terrorista que acabó con el World Trade Center en Nueva York, obviando que el régimen de Saddam Hussein nada tuvo que ver con el hecho. Peor le va al bando, contrario caracterizado simplemente como milicias barbáricas capaces de cometer los peores atropellos a su propia población o castigar el colaboracionismo en formas inhumanas. Sin duda, hay algo de fatalismo religioso que inmediatamente remite a las temáticas de Sam Peckinpah, ese destino aciago que impide al gringo común, “entrar justificado al hogar”, a la manera de esos vaqueros crepusculares que ven pasar sus días en un clima de violencia que los convierte en pecadores con varios asesinatos a cuestas.

Fuera de su mente cualquier tipo de interrogante sobre el papel de la invasión norteamericana, salvo el dramatizar con convicción el dilema íntimo del matrimonio Kyle por las constantes separaciones del hogar. Las escenas de acción, si bien deslumbrantes, tensas, dramáticas y espectaculares, carecen de un impacto más profundo por la somera esquematización de los personajes. Para un tío que ha cuestionado con fiereza la violencia inherente de varios códigos cinematográficos, queda a deber con este retrato de la vileza bélica, en general, perpetrado por el paramilitarismo árabe.  

Claro, la poderosa propaganda institucionalizada impedirá que estos soldados armados hasta los dientes contra milicias tercermundistas, sean cuestionados por la sociedad informada debido a sus abusos, como sí lo fueron los maltratados veteranos de la Guerra de Vietnam, una caterva de infrahumanos perdedores, esquizofrénicos y desadaptados sociales.

La noción de canto al espíritu quedará de manifiesto al final de la cinta, cuyo desenlace irónico no logrará paliar el amargo sabor por la considerable cantidad de plomo ideológico desperdiciado en el metraje. No son buenos tiempos para la expresión cinematográfica liberal.

American Sniper (El Francotirador)/ D: Clint Eastwood/ G: Jason Hall, basado en el libro de Chris Kyle, Scott McEwen y James Defelice/ F en C: Tom Stern/ E: Joel Cox y Gary Roach/ M: No Acreditada (Clint Eastwood-Ennio Morricone)/ Con: Bradley Cooper, Sienna Miller, Kyle Gallner, Cole Konis, Ben Reed y Elise Robertson/ P: Warner Bross, Village Roadshown Pictures, Mad Chance Productions, 22 & Indiana Pictures, Malpaso Productions, RatPac-Dune Entertainment. EUA. 2014.