sábado. 20.04.2024
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CONCLUYE LA CRÓNICA PREVISIBLE DE UNA SESIÓN INIMAGINABLE

Entre consejeros y funcionarios del ICL te veas

Entre consejeros y funcionarios del ICL te veas

La ciudad y las palabras me hablan
a todas horas, dónde paran estas neuronas,
a solas con un libro, él me dio consejos,
y la calle los reflejos para salvar el pellejo.

Ignacio Fornés Olmo

 

Después de la reunión del consejo directivo del Instituto Cultural de León a la que asistí, me quedé con varias dudas sobre lo expuesto como avances, retos y errores de la actual administración. Muchos de ellos me preocuparon sobremanera, en un caso porque se negó la existencia de documentos que yo conocí, en otros por sus connotaciones legales, y en unos más porque no me cuadraban las cuentas o la historia.

El primer dato que anoté fue la reclamación de Rodolfo Horner, presidente del consejo directivo, porque varias direcciones y coordinaciones de la dependencia reportan no tener carpetas documentales o bitácoras de sus actividades y proyectos.

Por diferentes razones, me ha tocado realizar trabajos o tener la beca para producción literaria de pequeño formato de dicha institución. Por ejemplo, en el caso de la beca, me tocó que la carpeta para el libro que surgió de allí fuera realizada por tres personas: Cristina Vázquez, Daniela Solórzano y Lisette Ahedo.

No puedo negar que aquel proceso me fue castrante a más no poder; no entendía por qué debía llenar n cantidad de documentos y, por supuesto, me parecía que aquello sólo era un acto de burocracia para cobrar un sueldo. Deberé agradecer públicamente que fue Ahedo quien me explicó para qué servía todo aquello. Por extraño que parezca, las carpetas no sólo son el registro de una actividad cultural; ellas también representan la validación institucional del producto.

Otro dato: al trabajar con la gente de la dirección de Desarrollo en las Artes (Georgina, Daniela y Rafael) fui testigo de que siempre se hacía la dichosa carpeta. Puedo creer que no la realizaran igual a las hiperdetalladas de Ahedo, pero se hacían, lo mismo que en la Coordinación de Artes Visuales. Por ello pregunté a diferentes personas que ahí laboran si podía tener una imagen de aquellas carpetas.

Con tales antecedentes a cuestas, me impuse la tarea de hacer una elemental investigación periodística para saber si existen o no esas carpetas documentales, que a fin de cuenta constituyen una memoria de lo hecho por la institución.

En CAVI me enseñaron las carpetas, tanto digitales como físicas, desde 2007 a la fecha, además de exponerme los requisitos para integrarlas, incluyendo componentes legales, curatoriales y notas periodísticas. Después de cada exposición esos expedientes son replicados para cada uno de los artistas participantes, para que las utilicen en sus solicitudes de becas, en la gestión de exposiciones o como simple complemento curricular.

En el caso de las escuelas de Música y Artes Plásticas, también se llevan carpetas llamadas kardex, con el registro de avances y calificaciones de cada estudiante. En las casas de cultura se lleva un proceso similar. En la dirección de Desarrollo en las Artes no pude corroborar si también son integradas, pues su director no permite que sus subordinados den entrevistas; sólo él puede darlas.

Ex funcionarios del ICL me dijeron que las carpetas o bitácoras eran realizadas por todas las áreas, excepto la de José Luis García Galiano –durante 12 años director de Identidad- y, después, Eliazar Velázquez, en el mismo puesto. Según exconsejeros, lo que presentó alguna vez este último era un conjunto de citas de entrevistas, elaboradas sin un registro claro, sólo que producidas en trabajo de campo. Eso sí, muy monas y emotivas; ninguna iba despeinada ni mal vestida para la ocasión.

Otro punto observado en la sesión fue la imagen pública con que tanto consejeros directivos como funcionarios desean terminar su gestión. Pues se presentó un avance de un FODA realizado por el Presidente del Consejo y los diversos directores. Pero lo primero que se observa en ello es tratar de negar lo evidente: su desempeño en el caso de gestión y transparencia es deficiente en extremo; la necesidad del director general de salir en todas las notas posibles al lado de la exalcaldesa, la torpeza con la que se ha llevado el área de Desarrollo en las Artes (un gran número de artistas consideran que ni siquiera existe tal área, o que ésta es un incordio), que el MIL es un invento, que la FeNaL es un elefante blanco y no se ha sabido llevar, y todas esas cosas que ya he dicho hasta el cansancio.

Tratando de seguir esa secuencia del FODA realizado entre los directivos, me tomé la atribución de replicar tal acto con las personas del mercado en donde surto mi despensa, platicando con gente del Barrio Arriba:

La mayoría ve con buenos ojos la restauración de la Casa Luis Long (aunque un gran número de personas no sabe que es la escuela de música), la restauración de la ex cárcel municipal (tampoco saben que ahí estará el MIL y en la parte de atrás se encuentra la ESAP). Que existe un gran apego a la Casa de Cultura Diego Rivera. En verdad, las personas de la zona suelen llevar a sus hijos ahí a tomar cursos y llegaron a tomar alguno ahí.

En cuanto a la FeNaL, la mayoría de los comerciantes y otras personas a quienes pregunté en el rumbo del Barrio Arriba, consideran que es un evento de la Presidencia Municipal o del Poliforum; no sabían para qué, y desconocían la existencia del Instituto Cultural de León. Esto último fue sorprendente, porque de 28 personas cuestionadas, 28 desconocían la existencia de tal entidad paramunicipal. De ese resultado se puede concluir que el área de comunicación ni siquiera ha logrado posicionar al ICL, y sólo se ha trabajado para un grupo reducido que tenemos determinado interés en él.

Además se evidenció en la sesión de Consejo que su presidente desconocía la existencia de una investigación de la contraloría municipal, debido a una denuncia por acoso laboral en el ICL, y que quienes están siendo acosados son los empleados de la ESAP y la dirección académica.