sábado. 20.04.2024
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Las siete décadas de Margarita Robleda

Canta siempre a los niños con su Rana Margarita
 
Margarita Robleda
Margarita Robleda
Las siete décadas de Margarita Robleda

México. Un día como hoy de hace siete décadas nació la artista multidisciplinaria Margarita Robleda (Yucatán, 1950), una creadora que ha dedicado su trabajo a un público especial: los niños. Cantautora con un repertorio de más de una centena de canciones que hasta incluye raps; escritora y poeta que cuenta con 130 libros publicados en distintos países como México, Estados Unidos y Colombia; editora de libros, fotógrafa, radiolocutora, bailarina…

      Hay realmente pocas disciplinas en las que Rana Margarita, como la llaman, no haya incursionado, y es quizá una de las figuras más importantes de México en el ámbito de la formación infantil. A través de su arte ha logrado tocar la vida de varias generaciones de niños alrededor del mundo.

      Siendo parte de una camada de artistas que tanto la Academia, los medios de comunicación y hasta la misma sociedad constantemente ningunea por el tipo de público al que se dirigen, la sección de Cultura de Notimex se dio a la tarea de buscar a Robleda para hacer un recuento de su trayectoria y para ahondar en la importancia de la música y la literatura infantiles.

El beso de rana

—Por mera curiosidad: ¿por qué la apodan la Rana?

      —Dicen que todos tenemos un nagual, yo siento que el mío es el de la rana. Lo mismo puede estar en un palacio como en una casita de la sierra tarahumara. Brinca de charco en charco, le canta a la luna por el placer de hacerlo, se pierde en el montón y al mismo tiempo soy única e irrepetible en el universo. Mi saludo es el beso de rana. ¡Croack!

      —¿Cómo describiría su infancia en Mérida y su adolescencia en San Antonio?

      —Mi casa en Mérida tenía un patio grande que me permitió ensanchar mi imaginación y San Antonio expandió mi horizonte. Me di cuenta de que era ciudadana del mundo.

      —Gracias a sus padres usted tuvo muy presente la preservación de la naturaleza desde pequeña, ¿esto tuvo algún impacto fuerte en su vida?

      —Mi papá inició la siembra de huevos de tortuga para la preservación de la especie en la península de Yucatán antes de que estuviera de moda la ecología. Es parte de mi bagaje y siempre que tengo oportunidad hablo del amor a la Madre Tierra.

      —¿Cuáles fueron sus primeras lecturas?

      —El PrincipitoRobinson CrusoeLa isla del tesoroMujercitas marcó mi vida. Descubrí en el personaje de Joe a alguien a quien me podía parecer. No era la más linda, ni la más inteligente, pero sí la más divertida. Los libros son ventanas para asomarnos al universo y, sobre todo, al universo de universos que se encuentra en el fondo de nuestro corazón.

Cosquillas al corazón

—Usted ha dicho: “Los yucatecos nacemos con una guitarra, por lo que se pueda ofrecer”. ¿Qué papel juega la música en su vida?

      —En mi juventud era natural que en las casas hubiera una guitarra, y en las reuniones los jóvenes compartíamos nuestras últimas composiciones. La música era parte de la vida, y tengo la impresión de que se ha empobrecido porque pareciera que la única ocupación que nos dejaron es la de ser consumidores.

      —Usted misma menciona que comenzó escribiendo canciones románticas para después pasar a temas con un sentido más profundo de justicia y verdad. ¿Qué tuvo que pasar para que se diera esa transición en sus composiciones?

      —En mis viajes a San Antonio Texas, donde vivían mis abuelos, leía la revista Life. Impactantes fotografías nos mostraban un mundo en ebullición. En París, Praga, en las universidades en Estados Unidos los jóvenes salían a las calles a pedir un cambio de vida más libre y creativa, más justa. Surgieron cantantes como Bob Dylan y Joan Baez con canciones que hablaban de ello.

      —Si bien no tuvo contacto directo con el Movimiento Estudiantil de 1968 aquí en la Ciudad de México, ¿qué impacto tuvo ese año en su vida? Por esa época ya comenzaba a escribir sus canciones que la gente catalogó como “de protesta”.

      — “Hay que cambiar este mundo” fue mi canción más importante. Incluso participé en dos ocasiones en Siempre en Domingo en canal 2 de Televisa. El término “de protesta” es muy fuerte y asustaba. Decidí decir lo mismo a manera de fábulas, fruto de mis lecturas de El principito, y entonces la gente, al escuchar historias de “animalitos”, me mandaba con los niños; se quedaron con el vestido, no escucharon el contenido.

      “A dónde vas ciempiés, piensa en tu vejez. Primero tengo que averiguar quién soy, a dónde voy y cómo llegar para qué sirven mis cien patitas y cómo puedo servir a los demás”.

      —¿Se siente más compositora que escritora? ¿O en algún punto pensó dedicarse únicamente a la música?

      —La niña curiosa e inquieta que vive en mí no puede atorarse en ningún género. Me siento escritora, compositora, conferencista, tallerista, editora, fotógrafa y poeta. En los últimos años soy editorialista en La Jornada Maya y con el deseo de comunicarme con los jóvenes para acompañarlos y ayudarlos a prevenir situaciones de riesgo, ¡hasta rapera me volví! Sigo “protestando”, si a eso se le llama a invitar a reflexionar lo que vivimos.

      “Desde hace unos días, me estrené como YouTuber en mi canal Rana Margarita Robleda. Mi mayor interés es hacer ‘lagartijas a las neuronas y cosquillas al corazón’ y todas las actividades creativas son herramientas para lograrlo”.

      —¿Me podría platicar un poco más de su nuevo canal de YouTube?

      —Fruto de la cuarentena, comencé a grabar cápsulas para animar a la gente a descubrir las posibilidades que nos ofrece el tiempo libre, la creatividad y el ocio. Al ver la respuesta de personas ávidas de buenas noticias, seguí subiendo algunas cápsulas, hasta que, con mi asistente Paco Mendivil, pensamos que tendría que crear un canal de Youtube donde, en programas semanales, compartiera la experiencia de la creación, el gozo de la palabra y la esperanza. “Rana Margarita Robleda” es el nombre del canal y tiene ya dos programas.

      —¿Qué podremos esperar de la cápsula cumpleañera de esta semana?

      —Pensé que, si bien la la cuarentena me robó la posibilidad de tener una fiesta chiquita con familiares y amigos, al menos me ofrecía la oportunidad de reunirme de manera virtual con gente que me ha acompañado en el camino. La lista de colegas se tuvo que reducir por los tiempos, pero la respuesta de algunos fue inmediata y generosa. Estoy convencida de que los locos se juntan con los de su especie y en este especial participaran Grupo Cántaro; Nacho Pata, de Patita de Perro; Maruca Hernández, desde Chiapas; Ezequiel de la Parra; Juan, de Monedita de Oro; Emilio Lome; y Sabino Mortem, desde Pachuca. Me encanta la idea de compartir con el público el gran talento que tienen estos compañeros que, como bien decías, por trabajar para los niños no son tan conocidos como deberían. Este especial de cumpleaños se transmitirá el sábado 25 a las 5 de la tarde por el canal de YouTube “Rana Margarita Robleda”.

Una decisión importante

—Algo que me llama mucho la atención es que optó por escapar de las garras de la industria comercial musical para convertirse en “cantante esquinera y parquera”, como usted misma ha mencionado. ¿Qué le dio la propia calle que no pudo encontrar en otro lado? ¿El acercamiento con los niños es más auténtico en este tipo de espacios?

      —Cuando un niño me dijo: “Yo tomo el refresco”… que patrocinaba mi programa de televisión en mi natal Mérida me di cuenta de que si realmente me interesaban los niños tenía que cuidar que se alimentaran su cuerpo y sus sueños, tenía que saber qué les producía sus miedos. Tomé una de las decisiones más importantes de mi vida. A partir de entonces sólo promuevo la identidad, las raíces, el amor a sí mismos, la vinculación con la comunidad. Me fui a vivir a la Ciudad de México, participé en Radio Infantil, en Radio Educación, en programas como ‘Alas y Raíces’ en las delegaciones y recorrí infinidad de estados en mi vochito con el ISSSTE Cultura. Comenzaron las invitaciones a escuelas y talleres para maestros en Estados Unidos y a varios países de Centro y Sudamérica.

Fuera de la canasta básica

—¿Cuándo es que se dio su primer acercamiento con la escritura de literatura infantil?

      —En un momento dado caigo en la cuenta de que los cuentos tradicionales son cuentos de terror. Las mujeres son mansas y mensas esperando ser salvadas, los hombres no pueden dudar, manifestar emociones, ¡menos llorar!, y cuando todo está caótico viene un hada madrina y soluciona los problemas. Los seres humanos terminamos esperando que alguien solucione nuestros problemas. Fue entonces cuando comencé a escribir propuestas distintas. En 1983 la Editorial Amaquemecan publicó De que se puede, se puede, que incluye “Inquietudes de una raya”, mi cuento más conocido. Alguna vez, en la página web de la Presidencia de la República estaba en inglés, francés e italiano.

      —Por lo que veo, también es una escritora que va en contra de las normas establecidas pues no creía que la literatura europea concordara con la realidad latinoamericana, ¿cree que eso fue una constante en la época que usted comienza a escribir?, ¿sigue pasando hoy en día?

      —Creo que cada vez hablamos más de situaciones que nos atañen directamente a los latinoamericanos. La Editorial Panamericana de Colombia me ha publicado una colección donde hablo del divorcio, de la vuelta a casar, del Alzheimer que padece la abuela. Aunque también, es increíble lo pequeño que es el mundo. En un libro que preparé con poesía y fotografías: Mujeres del mundo [2019], digo que somos tan distintas, tan iguales, tan hermanas. La Editorial Vista High Learning, antes Santillana, publicó en Estados Unidos dos libros para los niños migrantes: Paco, un niño latino en los Estados Unidos y María, una niña latina en los Estados Unidos. La Editorial Amaquemecan tiene Cosquillas de curiosidad y Aventuras en la ciudad en sistema Braille.

      —Publica su primer cuento infantil a los 33 años, ¿considera que pudo haberlo hecho antes o que todo se dio como tenía que darse?

      —Desde hace años trato de fluir y todo llega cuando debe llegar y, si no llega, no era para mí.

      —Creo que un aspecto fundamental en la literatura infantil es la oralidad del mediador que lee el cuento y que, finalmente, realiza una especie de diálogo o reflexión final con el niño, lo cual yo considero un talento esencial para este tipo de lecturas. ¿Usted nació con ese talento o lo fue desarrollando con el paso del tiempo?

      —Soy autodidacta. Soy lo que soy, porque soy lectora de libros y de la vida. Creo que el trabajo con niños me ha robado el terror al ridículo y esto me ayuda en cualquier tipo de presentación al público. En 2009 la Asociación Mexicana de Narradores Orales Escénicos me otorgo el reconocimiento “El Caracol” justamente por mi oralidad.

      —Y, a su vez, ¿cómo destacaría el trabajo de edición de los libros para niños? ¿Considera que es una labor mucho más difícil?

      —Además de todas las dificultades que se tiene al editar libros en general, en un país donde no se lee, el libro, por tanto, no es considerado parte de la canasta básica, que debe alimentar el cuerpo y el espíritu. Por consiguiente, nos enfrentamos a varios problemas. Uno de ellos es que la industria se ha convertido en productora de “novedades” que no permite que el tiempo le dé a los libros la posibilidad de convertirse en clásicos. Asimismo, están los problemas de distribución. Las editoriales pequeñas tenemos que esforzarnos más.

Más libros y abrazos

—Una de las primeras cosas que manifestó Paco Ignacio Taibo II, al asumir el cargo de director del Fondo de Cultura Económica, es que se publicaba demasiada literatura infantil y que eso no era posible, entre otras cosas porque es demasiado caro hacerlo. ¿Qué opina al respecto?

      —Creo que la mayoría de sus lectores comenzaron a leer de niños. Si dejamos de alimentar esa parte con libros que estimulen su deseo de conocer, investigar, disfrutar y seguir leyendo, ¿quién leerá entonces los libros que publicará? Una de las cosas que urge hacer es tener una mejor selección de libros. A veces me pregunto si las personas que los eligen son lectores.

      “En Estados Unidos siete editoriales incluyeron mis cuentos para los programas de educación bilingüe. Y aquí, en México, entrar a las bibliotecas de aula es bastante complicado sin el apoyo de editoriales que eligen con una visión tal vez más comercial…

      —¿Cree que los adultos, los escritores y los académicos “serios” ningunean la literatura infantil?

      —La verdad agradezco a Notimex esta entrevista. Es muy raro que un medio nos busque para hacer una reseña, un comentario, una crítica literaria. Tengo 130 libros publicados para niños en Colombia, México y Estados Unidos, poseo el Premio Nacional de Cuentos para Niños 1991. Veintiocho bibliotecas escolares, un jardín de niños, una ludoteca y un jardín cultural llevan mi nombre. Mis libros están en la Biblioteca Pública de la Quinta Avenida de Nueva York, me he presentado en toda la República Mexicana, en más de la mitad de los estados de Estado Unidos y en ocho países de América Latina, además de España y en Japón. ¿Qué necesito hacer para ser considerada escritora? Hay quien piensa que los que escribimos para niños estamos aprendiendo a hacerlo. Reto a cualquiera a intentar escribir para los pequeños. En los países del primer mundo hacerlo es considerado una especialidad.

      —¿Cómo podemos cambiar el paradigma y hacer que pertenezca a la Literatura en general y que no sea un ente disociado de ella?

      —Que cada uno siga haciendo su parte. Nosotros, los autores comprometidos, como Gilberto Rendón Ortiz, Elman Trevizo, Verónica Murguía, continuaremos produciendo material de calidad para chicos y grandes y ustedes informarán sin hacer divisiones y categorías. Mi libro Rebeca [2004], con tan sólo tres o cuatro palabras en cada página, es literatura. Un lector, después de leer un libro, no vuelve a ser el mismo. La literatura y el arte nos transforman. Más libros y abrazos… ¡cero balazos!

      —¿Cómo se siente en su llegada a los 70 años?

      —Cumplo 70 años llena de historias y recuerdos. Desde la joven que se atrevió a salir de sus casa a los 20 años para poder responderse preguntas, la que a los 21 fue maestra voluntaria en la sierra tarahumara, cuando tomaba 18 horas llegar a Guachochi desde Parral, la que cantó canciones de protesta y que al día de hoy sigue protestando en sus raps y rock para jóvenes. Protesta cargada de esperanza de que somos más los buenos y que juntos saldremos adelante. Llego hasta este punto de mi vida agradecida y entusiasta de continuar con mi vocación de hacer lagartijas a la neuronas y cosquillas al corazón. ¡Vamos por más!