Come writers and critics who prophesize with your pens
And keep your eyes open, the chance won't come again
And don't speak too soon, the wheel's still in spin
And there's no telling who that it's naming
Oh the loser will be later to win
For the times, they are a changing
Bob Dylan

La biopic más esperada del año, sobre el mesías geek Steve Jobs, llegó esta Navidad a las salas de cine. El controvertido y visionario personaje fundador de la marca Apple, y el genio detrás del iPhone y de toda la línea i que podamos nombrar, transformando la vida de la mayoría.

Obviamente, si un tipo californiano osa transformar al mundo, algo tendrá para que a cuatro años de su muerte, el brillante guionista Aaron Sorkin adapte la biografía autorizada homónima de Walter Isaacson publicada en 2011.

El director inglés Danny Boyle se subió al barco a principios del 2014, después que David Fincher salió de la producción por algunas “peticiones agresivas de compensación y de control” a Sony Pictures.

Boyle tomó un proyecto tambaleante y con muchas expectativas, y logró que Steve Jobs sea una extraordinaria película, actuada, dirigida, fotografiada y escrita a la perfección. Danny Boyle muestra aquí su oficio en tres actos, imprimiendo al filme su toque personal con un enérgico montaje visual, una velocidad vertiginosa y una de esas banda sonoras que te harían bailar a medio pasillo de la sala.

¿Cómo reducir una vida tan fértil en una película? y de un ser tan complejo, que desde cualquier arista donde se le observe era el genio, el soberbio, el plagiador, el perfeccionista, el papá, el huérfano y el despiadado.

Sorkin concentra el guión en tres partes cruciales de la vida de Jobs, situadas en diferentes líneas de tiempo. El guionista no muestra simpatía alguna por Jobs ni por nosotros, y nos sacude con una lluvia de diálogos perspicaces que golpean tan rápidamente como el avance de la tecnología.

La primera parte se ubica en 1984 (orwelliano asunto), cuando un Jobs de 29 años está apunto de lanzar la primera Macintosh. La segunda en 1988, donde Jobs es despedido de Apple y funda Next, con el lanzamiento de su infame cubo negro. La última en 1998, después de su retorno a Apple y donde presentará al mundo la iMac. El cinematógrafo Alwin H. Küchler usa tres formatos de cine diferentes: 16 mm, 35 mm y digital en alta definición, respectivamente, lo cual brinda una atmosfera especial para cada parte.

En estas tres partes la vida del visionario se va cruzando con la del papá, la del amigo y el socio. Todas comparten la particularidad de desarrollarse dentro de los auditorios donde se hacían los famosos lanzamientos de Apple. Una parte importante del filme son las soberbias actuaciones. Michael Fassbender sin duda da la interpretación de su vida (falta ver Macbeth) y nos muestra un Steve Jobs tan íntimo y tan lejano a la vez, con destellos de humanidad e inundado de una gracia prodigiosa. Un personaje clave del filme es Joanna Hoffman (domadora de Jobs), interpretada por la asombrosa Kate Winslet que se perfila, junto a Fassbender, para una nominación a los Oscar 2016. En el desarrollador Andy Hertzfeld (Michael Stuhlbarg) cae toda la furia de Jobs cuando una tímida Macintosh se niega a decir “Hello”. Seth Rogen deja la comedia un rato e interpreta al gentil Steve Wozniak, cofundador de Apple y amigo de Jobs.

No es una película fácil, pero es fascinante, como Steve Jobs, y muestra lo que hay detrás del mesías geek de camisa negra y jeans.

Michael Fassbender, Kate Winslet, Seth Rogen, Jeff Daniels I Danny Boyle, director I 122 minutos.