miércoles. 17.04.2024
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El festival Ceremonia 2017

Un repaso de algunos invitados a esta ceremonia que busca conjurar, contagiar y expandir sentido humanitario con enfoque ecológico, resarciendo almas en pena o fortaleciendo espíritus dispuestos con música vibrante, igual aprovechando posibilidades tecnológicas que de mirada más naturalista, al fin integradas en la creación artística y sonora

El festival Ceremonia 2017

Encabezado por la enorme presencia de la pequeña Björk y su Vulnicura (2015), disco bálsamo que deriva en una creativa puesta en escena, construida con una electrónica en estado de gracia cual vehículo a la naturaleza más primigenia justo para poner los pies en la tierra, la presente edición de este festival promete diversidad y talento coludidos. Junto a la duendecilla islandesa que estará acompañada por Arca, aparece la aguerrida M. I. A. con su álbum AIM (2016), en el que revitaliza su apuesta por la tolerancia rompefronteras, y los veteranos de Underworld, quienes regresaron con enjundia eléctrica vía Barbara Barbara, We face a Shining Future (2016), obra de espacios abiertos y libertades compositivas que igual motiva a la reflexión que al ingreso a la pista de baile.

En seguida, un repaso de algunos invitados a esta ceremonia que busca conjurar, contagiar y expandir sentido humanitario con enfoque ecológico, resarciendo almas en pena o fortaleciendo espíritus dispuestos con música vibrante, igual aprovechando posibilidades tecnológicas que de mirada más naturalista, al fin integradas en la creación artística y sonora.

Hipoperos

Con el sello del tradicional rap de la costa oeste, Vince Staples se presentó, después de algunas grabaciones, con el EP Hell Can Wait (2014), marcando territorio desde el principio y sumándose a los artistas que describen y analizan contextos cercanos y difíciles, tal como lo continuó a través de su primer largo titulado Summertime ’06 (2015), en el que revisa la dura experiencia de un joven en los linderos de la delincuencia, eso sí, sin rastro alguno de glamour o ensalzamiento, sino desde una perspectiva denunciatoria. Posterioremente, el de Long Beach presentó el EP Prima Donna (2016), centrado en los conflictos de los afroamericanos, cual balazo que da justo en el blanco.

Shelley Marshaun Massenburg-Smith, alias D.R.A.M., es un rapero nacido en Alemania y asentado en Virginia, que acomete las rimas y entona los cantos con un fondo de R&B y coros cercanos al góspel, sin perder el tono juguetón que pone de buenas a cualquiera. Al grito de batalla cifrado en sus iniciales (Does. Real. Ass. Music.), presentó algunos sencillos de atractiva frescura que sirvieron para preparar el ambiente a la llegada de Big Baby D.R.A.M (2016), un necesario debut cargado de optimismo lírico que incluyó Broccoli con la compañía de Lil Yachty, convertida en una de las canciones que alumbraron (sé lo que hiciste) el verano pasado, además de Misunderstood junto con Young Thug, uno de sus brillantes contemporáneos, y WiFi al lado de Erykah Badu, una de sus referencias ineludibles.

Tecnólogos

El chileno-neoyorquino Nicolas Jaar presentó sus primeras composiciones, intervenidas por influencias varias de la música clásica contemporánea, el jazz y la electrónica, en The Student (2008), obra digital integrada por cinco piezas de rítmica incisiva. Con Space is Only Noise (2011), su primer largo elaborado cuando tenía apenas 21 años, evidenció aún más los influjos del chileno-alemán Ricardo Villalobos, como se ha señalado, así como una sorprendente habilidad para la integración de apuntes jazzeros, pianos ateridos y vocalizaciones apenas perceptibles, justamente explorando el espacio cual receptáculo de los ruidos convertidos en secuencias.

Además de formar una disquera y apoyar en la producción a diversos artistas, entró de lleno al ambient en Pomegranates (2015), obra destinada a servir como soundtrack para la película rusa The Color of Pomegranates (1969), de corte experimental. Ya entrado en los terrenos de la pantalla grande, contribuyó con la música para Dheepan (2015), cinta de Jacques Audiard sobre tres refugiados que ganó la Palma de oro en Cannes; por no dejar, presentó Nymphs (2015), conjunto de sencillos cual recopilación de material disperso. Navegó después entre Sirens (2016), con un ambient que coquetea engañosamente con el pop y que no tiene reparos para visitar la psicodelia de vez en vez, con todo y conversaciones paterno-filiales que se entrelazan con miradas al futuro.

Por su parte, el DJ, productor y animador Sam Shepherd, mejor conocido como Floating Points, cuenta con un amplio bagaje estilístico que abarca las músicas negras y la electrónica con enfoques diversos; después de realizar grabaciones desde el 2009 y recorrer la escena inglesa fuera de horario, presentó Shadows (2011), compuesto por cinco proyectivas piezas entre aromas jazzeros, al que le seguría el lúdico Elaenia (2015), deslizándose por el amplio abanico de la electrónica con un áurea de llegadora presencia sonora.

Fusionadores

El afamado londinense James Blake nos visita con The Colour of Anything (2016), su tercer álbum en el que extiende un lienzo multicromático de sentimientos encontrados, bifurcados a partir de un dubstep con vocalizaciones en tonalidad R&B y soul moderno, cargadas de una particular melancolía y con la seguridad que tienen las olas al conocer las playas; además, la presencia de Bon Iver en un corte se adecua al tono general del disco y refuerza la paleta de colores. Por si no fuera suficiente, en este mismo año participó en una canción del premiado Lemonade (2016) de Beyoncé.

En esta línea, desde Toronto se presenta el productor River Tiber, ahora con disco propio llamado Indigo (2016), matizado por un sutil R&B que parece llevarnos a inesperadas ensoñaciones. Y de Sidney aterriza What So Not, proyecto de Chris Emerson que empezó como dueto y continuó de manera unipersonal; ha grabado varios EP´s en una tesitura electrónica que se inserta entre lógicas del downtempo, el house y el dubstep para expandir un R&B que se toca con un pop a media noche.