sábado. 20.04.2024
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John Prine: sonriendo alrededor del árbol del olvido

Homenaje al cantautor
John Prine
John Prine
John Prine: sonriendo alrededor del árbol del olvido

Fue uno de esos grandes cantautores que se mantuvieron más o menos tras bambalinas para el público en general, no obstante su talento compositivo y su enorme capacidad para contar historias cercanas y entrañables, bien contextualizadas en su entorno pero de alcance más amplio, para encontrarse en algunas de ellas como si fuéramos el protagonista del relato, cantado a partir de sólidos marcos folk y country que se entremezclaban de pronto con otros géneros de creciente popularidad, como el R&B y el rock’n’roll. Luminarias como Johnny Cash, Joan Baez, Bonnie Raitt, Paul Westerberg, Everly Brothers y Dwight Yoakam, entre otros, dieron voz a algunas de sus piezas.

John Prine (Illinois, 1946 - 2020) creció en un ambiente rural y aprendió pronto a tocar la guitarra con el apoyo de su hermano, heredando la bienvenida influencia de su abuelo. Una vez Inmiscuido en la escena folk de Chicago durante los años sesenta, fue visto casualmente por el afamado crítico de cine Roger Ebert (el de los pulgares), a quien impresionó, igual que a su posterior amigo Steve Goodman, quien además de producirle posteriormente, lo conectó con el aquel entonces muy conocido cantante Kris Kristofferson: empezó a tocar canciones en sus conciertos a manera de abridor y tras ser descubierto por un ejecutivo, por fin fue firmado para empezar a grabar.

Arrancó su trayectoria con todo, mostrando el talento construido a lo largo de los años previos y curtido en clubes de exigente audiencia. Debutó con el brillante homónimo John Prine (1971), cargado de ahora canciones clásicas (Angel from Montgomery, Illegal Smile, Sam Stone, Hello in There, Paradise), jugando con tonalidades de voz e insertando cierta denuncia social y un fino humor, para volver pronto al estudio y entregar Diamonds in the Rough (1972), más que digna segunda obra, haciéndole los honores a su predecesora y preparando el terreno para Sweet Revenge (1973), otro disco notable con salpicadas roqueras y aliento crítico que incluyó Dear Abby, Please Don’t Bury Me, Mexican Home y Christmas in Prison.

Volvió con Common Sense (1975), insertando un funk ligero sin mucha fortuna, y recuperó terreno mirando a sus inicios con Bruised Orange (1978), cargado de varias composiciones memorables (Sabu Visits the Twin Cities Alone, Fish and Whistle y la canción titular —de aliento dylaniano-, entre otras) y asumiendo la manera en la que gira el mundo, como para rodar a su ritmo. Cerró la década con el retro Pink Cadillac (1979), manifestando no sólo su gusto, sino también su habilidad para entrar al mundo del rockabilly y del R&B, elemento también presente en Storm Windows (1980) con todo y su toque honky tonk, además del canto en pleno territorio folk, acaso no del todo ventilado y cuidando las tormentas que se avecinan.

Nuevos Horizontes

A partir de aquí, Prine dejó las grandes disqueras y formó la propia –llamada Oh Boy Records- para moverse con mayor independencia creativa y tranquilidad, estado de ánimo que se refleja en Aimless Love (1984), su primer disco en este contexto de producción que incluyó cortes cocinados a fuego lento como The Oldest Baby in the World, la romántica Somewhere Someone's Falling in Love y Unwed Fathers, en calma tesitura con flotante piano eléctrico como aditamento instrumental. Seguiría el pulido y prístino country folk de German Afternoons (1986), que ganó bastante reconocimiento dentro de su ámbito, y el directo John Prine Live (1988) con todo y sus lances discursivos entre el tono íntimo y el buen sentido del humor, demostrando la experiencia desarrollada para el manejo de audiencias.

Con un creciente reconocimiento entre públicos más amplios, grabó el fresco, bien vendido y sólidamente producido por Howie Epstein (bajo de The Heartbreakers), The Missing Years (1991) con la participación ni más ni menos que de Bruce Springsteen, Tom Petty, Phil Everly, Albert Lee y Bonnie Raitt, habitual colega, entre otros: uno de sus mejores álbumes desde sus inicios. Después de aparecer en Falling from Grace (1992), filme dirigido por John Mellencamp, grabar el obligado John Prine Christmas (1994) y entregar el animoso Lost Dogs & Mixed Blessings (1995), propuso Live on Tour (1998), segundo disco en vivo.

Empezó a producir un álbum de duetos cuya labor se interrumpió por la aparición de un cáncer en el cuello. Tras someterse a tratamiento, logró salir adelante y concluyó la obra a la que tituló In Spite of Ourselves (1999), conformada por versiones de piezas de country aquí cantadas junto a invitadas femeninas, entre quienes se encontraban Iris Dement, Emmylou Harris, Lucinda Williams y Patty Loveless, entre otras artistas responsables de aportarle vitalidad al género y sus alrededores; en esta lógica, se siguió de frente y re-grabó quince de sus mejores canciones para conformar Souvenir (2000), cual regalo para atesorar el recuerdo de la trayectoria de este gran cantautor.

Regresó para entregar un conjunto de piezas inéditas con Fair & Square (2005), sin olvidar el sello de la casa, y junto con el guitarrista Mac Wiseman produjo Standard Songs for Average People (2007), revisitando 14 clásicos del folk y el country a cuatro manos. Tras In Person & On Stage (2010), otra grabación en directo, volvió a los duetos mixtos de reconocidas composiciones de folk y country con For Better, Or Worse (2016), ahora invitando a cantautoras de aliento continuista como Kacey Musgraves, Alison Krauss, Miranda Lambert, Susan Tedeschi, Lee Ann Womack y Kathy Mattea, además de la infaltable Iris Dement.

Cerró su trayectoria en completo estado de gracia y poniendo el ánimo por los cielos (When I Get to Heaven, God Only Knows) con el paradójicamente evocativo The Tree of Forgiveness (2018), tocando la puerta de tu pantalla y anunciando sin angustia el fin del verano. Para tal producción contó con el apoyo del especialista Dan Auerbach y del cómplice Pat McLaughlin, además de la presencia de Brandi Carlile, Jason Isbell y Amanda Shires, entre otros comensales, y de paso firmando uno de los mejores discos de aquel año. Tristemente se fue el 7 de abril de 2020 a los 73 años, víctima del COVID-19.