jueves. 18.04.2024
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Lila Downs, un sobrio mezcal con blues

Lila Downs, un sobrio mezcal con blues

Una semana después de haber visto, con cierto halo de sorpresa, a las Flans, prendiendo el Domo de la Feria con su pop ochentero. De nuevo, tuvimos un viernes de múltiples conciertos y gran actividad en el polígono del Forum Cultural y Poliforum, con un buffet musical para todo gusto. Por un lado, un concierto de Rock de una empresa de telefonía celular; en el Poliforum seguía la nostalgia retro con Mijares y Emmanuel. Dentro del recinto del Teatro Bicentenario, en un Forum Cultural activo a más no poder, se presentaba por tercera ocasión la ópera Cenerentola de Rossini.

La noche en el Domo de la Feria estaba reservada para que a partir de las veintiuna horas saliera la nueva diva de la música mexicana, con algunas influencias sajonas y negras, Lila Downs. Heredera de los colores de Frida Kalho, la voz de Lucha Reyes, la piel de tigre de Chabela Vargas. Comenzó su concierto, con una imagen de la virgen de Guadalupe en la pantalla bajo un buen set de imágenes del VJ; Lila, salía al escenario con un vestido blanco y un mandil verde, asaz folclóricos. Poco más de dos mil quinientas personas le pedían un trago de la botella de mezcal, para todo bien y para todo mal también, con la que abría el concierto en la mano, pero ningún sorbo le dio; la voz por delante. Una versión blusera y de jazz de la canción tu cárcel, del buki, abría las ganas de ingerir un buen trago.

Sobresale la calidad de sus músicos en su ejecución y versatilidad, pues pasaban del corrido como la cama de piedra, a la polka, la cumbia o a la tambora. Sobresalen en su set, las canciones hasta rapeadas, del oriundo de Dolores Hidalgo, José Alfredo Jiménez, a quien le mandó sus bendiciones. La canción más bailada y celebrada, la cumbia del mole; la más coreada, Zapata. Después de casi noventa minutos, donde una fan le regaló unas botas con un bordado muy vistoso, gesto que agradeció profundamente la cantante, y un novio que dio el anillo de matrimonio a otra fan de Lila, ésta concluye con sentimiento cantando Paloma Negra, despidiendo su alma parrandera y su voz mezcalera neoyorkina, de León. Sentí mis deseos un poco descafeinados por no oír quizá Llorona o la cucaracha. Tal vez nuestros sentimientos bohemios sigan siendo curados por Joaquín Sabina el próximo ocho de noviembre, en el mismo recinto del Domo.

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