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Madero Blues: León a doce compases

Madero Blues: León a doce compases

Por Esteban Cisneros

León, Gto.- Se llevó a cabo la Segunda Edición de Madero Blues, un minifestival gratuito en la explanada
del Templo Expiatorio, en León. Ahora con una duración de dos días seguidos, la fiesta de la música blues (y derivados) nos regaló una noche de sábado bastante bonita a pesar de la constante amenaza de lluvia.

Se trata de un esfuerzo de la Dirección de Turismo de la ciudad; si bien es algo que debe reconocerse, también hay que admitir que aún falta mucho trabajo para que el evento se consolide. 

El cartel comenzó puntual con el Bourbon Blues Ensemble, grupo local. Su blues-rock es muy derivativo y a veces estático, pero seguirán porque se nota que son unos tercos (para mí, una virtud) y van a sonar tremendo entonces. Mucha gente, en este punto y con un calor feroz de seis-de- la-tarde- en-el- centro, prefirió ir a tomarse una cerveza o un helado o permanecer en la sombra de los árboles en la jardinera de la explanada y ver de lejos el espectáculo. 

La estrella de la noche, para muchos, era Baby Bátiz. Justo iba a comenzar cuando un señor se me acercó a preguntarme cómo iba el partido. Estamos en León y eso importa – y debo admitir que yo fui uno de los que fue a buscar una cerveza cercana y me perdí una parte del BB Ensemble. Y tuve la suerte de ver un rato del juego. Le dije el resultado al medio tiempo y su respuesta fue: 

-¡Menos mal! Muchas gracias. Es que estaba entre ir al estadio y venir a esto. Vine acá, por Baby Bátiz sobre todo. Y es que para muchos de nosotros el fútbol y la cultura, la música, esto- dijo con los brazos abiertos y los ojos desorbitados apuntando al escenario- no están peleados. 

No pude estar más de acuerdo. No le pregunté su nombre porque se fue a asegurar un lugar en primera fila.
Baby Bátiz estuvo más que bien. Es una pequeña leyenda del rock y del blues mexicano y se comportó a la altura. Su show está diseñado para los nostálgicos y, por ende, está plagado de clásicos. Desde las versiones que la hicieron famosa en los 60 y 70 (I Feel Good, You Really Got Me, Tú serás mi baby y Solo, de su hermano Javier Bátiz) hasta complacencias a un público que tuvo en el bolsillo desde el minuto uno. La lluvia comenzó a caer tímida, pero nunca le ganó a la voz ni a la banda de Baby Bátiz. Aplauso. 

Tocó al turno a Texas Fire, el grupo que acompaña a Sharon Lewis (más de ella adelante). 

Los estadounidenses hicieron un blues eléctrico con mucha alma. Un trío batería-bajo- guitarra/voz que pone de manifiesto que esta música fue la base para la música pop del siglo XX. Eso y que hay pocas cosas tan efectivas para emocionar y poner a bailar como un trío de instrumentos y electricidad. 

Sharon Lewis salió a cantar con su grupo y un montón de ganas de lucir. Y vaya que lo hizo. 

Originaria de Texas, se crió en Chicago y lleva en la sangre el blues de esa ciudad, toda una cultura que ya se me antoja inmortal. Cantó varios standards de la música negra (“Got My Mojo Working”) y algunos temas propios (descató “Chicago Woman”, acá retitulada “Mexico Woman”, un himno de empoderamiento y fuerza femenina). Bajó del escenario a cantar entre la gente, invitó a varias chicas a acompañarla bailando ya de vuelta arriba, y sólo se detuvo cuando la lluvia comenzó a caer fuerte – cosa que duró apenas un par de minutos pero que apagó la voz de la diva. 

Nos quedamos con necesidad de más, pero con la promesa de escucharla la tarde del domingo, segundo día del Madero Blues. Habrá que ir.