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MUTEK 2018 (IV y última): Del sueño a la pesadilla

El autor reseña este festival

MUTEK 2018 (IV y última): Del sueño a la pesadilla

[Mutek 2018 (III): Estaban tres alemanes y un inglés]

Cerramos esta serie de entregas sobre uno de los festivales más valiosos que se llevan a cabo en nuestro país. Invitados ya reconocidos en el mundo de los bytes y las corrientes electrónicas, con propuestas que van de la grata experiencia onírica al absoluto caos.

¿Sueñan las computadoras con interfaces eléctricas?

Visible Cloaks es un dueto originario de Portland cuyo antecedente es el trabajo en solitario de Spencer Doran, quien grabó una serie de mezclas con influencia de la música tradicional japonesa, varias de las cuales solo se produjeron en la isla. Después formó equipo con Ryan Carlile para formar Visible Cloaks, debutando con un EP primero aparecido en casete y después en vinil, llamado simplemente Visible Cloaks (2015), prefigurando el enfoque electrónico del dueto: una electrónica apacible confeccionada como un fino manto de protección frente a las angustias cotidianas, con todo y vocalizaciones robotizadas de extraña tranquilidad.

A este toque nipón le fueron sumando ambient y sonidos generados a partir de la computadora a través del llamado MIDI (una especie de protocolo con una interfaz que permite la conexión de varios instrumentos digitales entre sí), consiguiendo una particular mezcla con ecos ancestrales, tal como se deja escuchar en Reassemblage (2017), su notable debut en formato largo con la participación del dúo japonés Dip in the Pool e integrado por múltiples piezas breves que nos colocan en una situación de paz y escucha, en particular para captar los detalles que se insertan dentro de la estructura de los cortes, como esa aparente agua que cae para siempre en un sueño que se resiste a terminar. El minidisco Lex (2017), conformado por seis piezas, apareció hacia el final del año a manera de confirmación del rumbo asumido por esta restauradora asociación.

Eterno resplandor para una mente soñadora

El todavía treintañero inglés Nathan Fake gusta de transitar por los territorios del llamado tech-house, creando contextos auditivos que permiten introducirse en ellos para vivir alguna experiencia que calificaría como un sueño reparador. Después de mudarse a Reading del ambiente rural en el que desarrolló el gusto por la música, empezó a grabar algunos sencillos y remixes, llamando paulatinamente la atención, hasta que apareció Drowning in the Sea of Love (2006) su álbum debut en el que uno acaba, ciertamente, con el agua hasta el cuello de música optimista y esperanzadora. De paso, se descubre que el cielo es rosa con nubes en forma de pantera.

Después del EP You Are Here (2007) con la vistosa participación de Four Tet, presentó Hard Islands (2009), obra que pasó sin problemas la prueba del segundo disco, orientándose un poco más hacia la pista de baile con el acostumbrado cuidado en la construcción limpia de sonidos, tal como sucedió con Steam Days (2012), inoculado con vaporosas y breves composiciones que seguían la línea de su predecesor y con un énfasis mayor en el downtempo. Ya con su disquera, presentó el EP Glalve (2015), seguido de su cuarto largo titulado Providence (2017), contrapunteando texturas vitales del house, tecno y ambient, de pronto adornadas con inesperados espacios para la introspección.

Pesadilla en la calle del barrio

Dominick Fernow vuelve al festival como Prurient, el nombre de su proyecto más feroz sustentado en angustiosas vocalizaciones que parecen atrapadas en un reducto cargado de electricidad distorsionada, mientras se dejan escuchar incómodos sonidos rastreros que se insertan en el sistema nervioso. Inició su trayectoria a finales de los noventa con absoluta intensidad vía Blades Steam Red Sweat, Inside The Things I Dread (1998), A Simple Mark (1998) y Mummification And Prayer (2000) para dar paso, después de mútlples sencillos y ediciones limitadas, a The History of Aids (2002), cual canto de locura enajenada, al que le siguió Troubled Sleep (2003), en efecto como para anular el sueño y media hora más de angustia con Shipwrecker's Diary (2004), complementada con otros 30 minutos en The Baron’s Chamber (2004).

Siguieron múltiples colaboraciones de alto octanaje y sin descanso con Kites (The Hidden Family/+White+, 2004), Akitsa (Akitsa / Prurient, 2005), Wolf Eyes (The Warriors, 2005) y Cold Cave (Star Explode, 2009), entre otros, mientras que en su vertiente solista, grabó  Black Vase (2005), en donde los sonidos parecen ser exprimidos hasta la última gota; siguió con Pleasure Ground (2006) una de sus obras definitorias, integrada por cuatro cortes que rebasan los diez minutos, impregnados de consignas contestatarias que parecen encarceladas para siempre en una jaula ideológica de la cual es imposible darse cuenta.

And Still Wanting (2007) y el homónimo Prurient (2007) mantuvieron esa febril necesidad de producir sonidos alterantes, confirmada en Arrowhead (2008), noise que apunta la flecha directo a la estabildad, rematado por Cocaine Death (2008) y The Black Post Society (2008): el final de las relaciones sociales como las habíamos conocido. Tras varios sencillos y grabaciones de elevado nivel de intnsidad, presentó los LP’s Annihilationist  (2011,) el noise en estado puro de Of The Memorie of Friends (2012) y Through the Window (2013), con varias grabaciones de por medio como la colaboración con JK Flesh (Worship Is the Cleansing of the Imagination, 2012), ensanchando la postura radical de los sonidos entre agresivos y deprimidos, quizá encontrando el vínculo básico entre ambos estados de ánimo.

Considerando las diversas asociaciones establecidas como parte de su brillante capacidad exploradora, la siguiente parada, después del crudo Cocaine Daughter (2015), fue el disco que le abrió las puertas a las grandes audiencias, gracias a la inusual forma de entender el atque sonoro ante la evidencia: así apareció Frozen Niagara Falls (2015), la confirmación absoluta de su capacidad para generar ambientes de completo desasoiego como en realidad sucede cuando uno ve esa caída de agua suspendida por el frío, intención reformulada con Rainbow Mirror (2017), entendiendo que al final del arcoiris hay más caos que certeza en la olla rebozante de monedas de oro.

 

[Mutek 2018 (III): Estaban tres alemanes y un inglés]