Una muestra palpable del poderío gandalla de Hollywood quedó de manifiesto con el único estreno de la semana, acaparando una considerable cantidad de pantallas y no precisamente para la película de mayor interés para el cinéfilo leonés, no obstante la evidente explotación que se hace del malogrado actor Paul Walker.

Este breve periodo vacacional hubiera sido una buena excusa para recurrir a la contra-cartelera, ya se sabe, la que se conforma con el circuito de cineclubes oficiales e independientes, si no fuera porque tienen la mala costumbre de parar actividades, a pesar de la militancia anticlerical de algunos de sus responsables. Y que se han conformado, por otra parte, en ser una especie de extensión no oficial de la sección de arte y ensayo de Blockbuster, sin ir más allá.

Las opciones se vieron reducidas, incluso en Internet. Sin embargo, sorprende encontrar con relativa facilidad el más reciente filme de Mike Leigh, Mr. Turner, la anti-convencional biografía sobre J.M.W. Turner, artista precursor del impresionismo.

Sensiblemente interpretada por el elenco coral que aparece en las películas del director británico, destaca la regia actuación que hace Timothy Spall sobre un artista que lleva su pasión por la pintura metida hasta el tuétano, casi compulsivamente. Cineasta insobornable de estilo personal con niveles de belleza formal por encima de la media – que rivaliza con la de su biografiado en muchos lapsos- y generalmente interesado en relatos con tendencia a la crítica social, la película es la tercera Biopic en su vasta trayectoria (Vera Drake y Topsy-Turvy son sus aproximaciones genéricas anteriores), construida con el característico sentido de la mesura y contención, con una mirada que continúa sorprendiendo por su eficacia cercana al realismo. Sin arcos dramáticos ostensibles o grandilocuentes, Mr. Turner es de esas obras que fluyen de manera hipnótica y capturan el interés de los espectadores gracias a la naturalidad de las acciones, ejecutadas sin paroxismos, florituras o estridencias climáticas.

El relato abre con un marco pictórico impecable que hace alusión al elemento de la luz, característico de la obra de Turner. De posición económica privilegiada, ello permitirá que el devenir sobre el personaje epónimo haya sido recreado carente de crisis existencialistas o cierta descripción miserabilista, muy propio del duro acontecer de los maestros holandeses y franceses, convertidos en tópicos y clichés por el tremendismo cinematográfico.

Dada la naturaleza del proyecto, el trabajo en la fotografía a cargo de Dick Pope se luce en su propia manipulación de la iluminación, en el dominio de la luz –sobre todo la que tiene qué ver con los decorados interiores-, describiendo con puntillosidad las atmósferas reflejadas en varios cuadros del célebre autor victoriano, en un acercamiento estético desarrollado desde la secuencia de créditos que es una maravilla, poniendo al descubierto el posible carácter de Turner, así como la revelación de una de sus pinturas.

Sin embargo, el director no se dejará embelesar por el lado preciosista de su propuesta (como sí lo hace Tim Burton en su lánguida Big Eyes, cediendo a los convencionalismos del drama), dándole mayor énfasis a las contradicciones humanas y no pocas muestras de la vileza del entorno cultural londinense, hilarante por su ironía y canibalismo, en algo que suena muy parecido en la escena local, dicho sea de paso. 

Mr. Turner no es el típico producto que explota las tortuosas personalidades y los mecanismos de la creación al borde del abismo, como lo hacen La agonía y el éxtasis (sobre Miguel Ángel), Anhelo de Vivir (sobre Vincent Van Gogh), Gauguin (sobre Paul Gauguin), Toulouse-Lautrec y demás retratos tortuosos.

Mr. Turner (Sin Título en Español)/ D y G: Mike Leigh/ F en C: Dick Pope/ E: Jon Gregory/ M: Gary Yershon/ Con: Timothy Spall, Paul Jesson, Dorothy Atkinson, Marion Bailey y Ruth Sheen/ P: Film4, Focus Features International, France 3 Cinema, Lipsync Productions, Thin Man Films, Untitled 13, Xofa Productions. Reino Unido-Francia-Alemania. 2014.