jueves. 18.04.2024
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El rock en tu idioma

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Al margen de los registros documentales producidos y exhibidos en nuestros lares con cierto impacto mediático, así como una aceptable recaudación en taquilla (Alex Lora: esclavo del rocanrol. Luis Kelly. 2003; Seguir siendo: Café Tacuba. Ernesto Contreras y José Manuel Craviotto. 2010; Naco es chido. Sergio Arau. 2010 y por supuesto, toda la variedad documental del multirreferencial concierto de Avándaro), esta conspicua producción cinematográfica pareciera dar la impresión que la documentación sobre el rock tenochca por vía de la producción cinematográfica viviera una etapa dorada.

A pesar de que los documentales sobre figuras de la escena rockera mexicana siguen reproduciéndose como la peste, continúan sin reales posibilidades de llegar a las pantallas de cine, en gran parte por el calibre artesanal y la carencia de recursos. Sólo alguno de mayor calibre profesional como el de Molotov ha conseguido colarse.

De hecho, la gran mayoría de los rockumentales más conocidos y rotados se realizaron bajo el amparo de la televisión pública afincada en la capital del país; programas de emisión catódica semanal entre la que recuerdo con mayor añoranza “Águila o rock” y algunos trabajos audiovisuales producidos por la empresa editorial Clío. En el caso particular de la empresa de la familia Krauze, se contó con la destacada participación de notables cineastas de prestigio (como Paul Leduc, por ejemplo) y algunos otros artesanos de notable visión crítica según el caso.

Sin duda, la constante más evidente y palpable en la mayoría de los trabajos fue un estricto apego a las convenciones del género –en especial del reportaje directo o la entrevista fraccionada para ofrecer un punto de vista fraccionado y multidireccional- y cierto regustillo por la música como manifestación de la contracultura defeña, además de la perenne precariedad de recursos.

Bajo este esquema expositivo, que pudiera suponerse inflexible y rígido, el documental “No Tuvo Tiempo…” realizado hace algunos años por Rafael Montero, aborda desde la óptica del recuerdo, parte de la vida y sobre todo la trayectoria musical de Rodrigo González, mejor conocido entre la masa urbana, el mundo de la trova, el rock urbano y el movimiento rupestre (compuesto entre otros por Eblen Macari, Rafael Catana, Nina Galindo et al) como el profeta del nopal, el poeta rupestre.

La visión del realizador, no obstante las modestias del proyecto, posee la virtud de incluir en su corpus narrativo, algunos fragmentos de las escasas presentaciones que se grabaron sobre el autor tamaulipeco, constituyéndose en una especie de registro de la memoria, a la vez que se va revelando el proceso de mitificación social acerca de un artista desconocido para la mayoría de los que gustan por el rock en su vertiente más convencional, pero que sin embargo se ha generado un culto en cierto sector marginal y contracultural de la escena rockera mexicana, cuya latitud más reconocible se ubica de manera inexorable en el tianguis del Chopo, en el Distrito Federal.

El devedé que le agandallé a un compa y de origen descaradamente bucanero, contiene además algunas de las mejores rolas del Rockdrigo (El Feo, Tiempos Híbridos, Pórtate Sensato, Perro en el Periférico, Estación Metro Balderas), grabadas en los diferentes programas televisivos en los que participó al ir incrementando su notoriedad como una especie de parodia a la Bob Dylan, donde se puede apreciar además una época perdida para siempre, logrando contagiar un genuino sentimiento de nostalgia.

Diría Arturo Meza: yo no navego en internet, yo navego en Hikuri, y si es en compañía de una buena rola del Rockdrigo, qué mejor…

No tuvo tiempo, la hurbanohistoria de Rockdrigo/ D: Rafael Montero/ G: Rafael Montero/ F en C: No Acreditada/ E: Jorge Vargas/ M: Rodrigo González, canciones varias/ P: Jorge Pryor para Canal 22 Televisión Metropolitana, Producciones Volcán S.A. de C.V., Ediciones Pentagrama. México. 2004.