Es lo Cotidiano

En blanco

Aurora Hernández Farías

"Quereres" o "querer - es", en sustantivo o en verbos  sugiriendo una respuesta, como pidiendo completar la frase, finalmente son palabras que bien podrían ser parte de un rompecabezas que morfológica, semántica y fonéticamente sugieren un significado común y remiten a un mismo sentimiento, a ese algo que se aloja, dicen los científicos,   en el cerebro y los poetas, en el corazón.

Y ese algo ahora, en este escrito, yo quisiera dedicarlo, a modo breve, aprovechando la oportunidad y proximidad de la fecha que la historia y la mercadotecnia nos dan como pretexto para expresarnos, a los personajes más allegados a mi vida  y en especial a mi madre y al amor incondicional que sentimos los seres humanos, más allá del periodo  en  que el enamoramiento se confunde con amor. 

Dirían los médicos, los hombres de ciencia: el amor se basa en una serie de hormonas, la oxitocina, la adrenalina y la feniletilamina,  que se secretan, en el caso de una pareja, durante un periodo de cuatro años y en el caso de las madres, durante embarazo y lactancia y que el resto del tiempo, el amor es terreno del apego y  la costumbre.  Cuestión cien por ciento cuestionable. O yo no termino de entender.

Oxitocina o no, adrenalina o no, cuando los amores esenciales de la vida nos faltan, una parte de la vida se nos va.  Cuando una madre, como la mía, deja de existir en este plano, cuando se nos va  al Cielo o se reintegra al Universo, sea cual sea la expresión con que deseemos  explicarnos una muerte, este tipo de quereres se hacen inmortales y el 'querer-es'  se completa con añoranza, nostalgia, importancia, corazón.  Se completa con recuerdos que paradójicamente son más vivos que ninguno y nunca antes.

'Quereres', sustantivo, son  recuerdos de mañana en una escuela, un avión, o en una playa, en la cocina, en la primaria, en Durango ó Veracruz.  O en Lasalle o en Marfil, en el traje blanco inmenso de mi madre y las barras y estrellas en el uniforme militar de mi papá.  Es una boda en los astros, en la luna o en la playa y la sonrisa, en donde todo comenzó.

Y así más adelante, adrenalina, ir creciendo en compañía de padre y madre y complicidades de una hermana y unas primas y unos tíos y así hasta ir más adelante, en las curvas de la vida y la impaciencia y la paciencia de un esposo vuelto niño en un principio y en un padre hasta el final.

''Querer-es', repasar trescientos días en una agenda y sentir por dentro que el tiempo no pasó, que se encuentra flotando  por arriba de nosotros, perdiéndose a sí mismo, confundiéndose en la tarde que no pasa y pasa tanto que nos deja y no se siente.

Es el miedo al transcurso de unos años y su peso, como loza, como rodando la historia en esa agenda y mirar su día con día y mes con mes y continuar como en el viento, con la ausencia, imaginar a mi mamá inserta en cada letra, en cada escena, en cada evento en que ya nunca ella estará, como no estará ya en mi futuro, tan sólo en mi mente y en mis sueños, oxitocina, adrenalina, más.

Y mirada hacia los hijos y al marido, a la familia y los amigos, 'quereres' y 'querer-es', hormonas vivas, en las vida y en la muerte y en este día, San Valentín, es silencio que me nace de una lágrima y el no poder ya continuar, queriendo tanto.