Guanajuato, Gto. Regresaron los besos al callejón del ídem. No hubo expropiación, levantaron la barda provisional de tablas. Alejandro Navarro anunció que el lugar ahora “está más bonito” y los dueños de las casas y los fotógrafos “peseteros” llegaron a un acuerdo.

Tendencia mundial

El martes pasado, la presidencia municipal colocó tablones en el acceso al callejón y colocó sellos de clausura ante una presunta obra irregular que se realizaba en una de las casas del emblemático callejón.

La razón real es que Norma Gámez, propietaria de la casa del “Balcón de Ana”, había colocado el 26 de septiembre mensajes impresos en vinil para pedir apoyo a las autoridades de los tres órdenes de gobierno ante el conflicto que tiene con los fotógrafos que desde hace 30 años ofrecen sus servicios en el lugar.

De la queja pública pasaron a los golpes. El 29 de septiembre, dos fotógrafos y un hombre allegado a la dueña de la finca se liaron a golpes y fueron detenidos por la policía municipal. 

Y ante el conflicto persistente, el presidente municipal dio un manotazo y el martes pasado por la noche clausuró el famoso callejón. Finalmente, este sábado lo volvieron a abrir.

Navarro lanzó su mensaje sobre el callejón, que ahora está más bonito, que lo pintaron y le pusieron una banquita e invitó a visitarlo.

Estuvo flanqueado por las partes otrora conflictuadas y se informó que ya llegaron a un acuerdo. La señora Gámez y los retratistas cobrarán a quienes suban a los balcones y no se conformen que tomarse la foto en el tercer escalón, como tradicionalmente se hacía y así evitar los siete años de mala suerte que señalan la leyenda.

Navarro presumió que repintaron los muros de ambas casas, también remozaron los escalones, instalaron “tótems” informativos con un código QR que direcciona sus teléfonos hacia un video que relata la leyenda.

Las, los y les visitantes podrán tomarse la foto en un escenario temático, con banca y farol, en un tablero con atuendo de la época virreinal, al estilo de Ana y Carlos, los personajes de la leyenda.

La evolución de la leyenda

Circula en redes una fotografía de las casas donde Carlos y Ana se dieron el ósculo fatal. La casa de Ana tenía balcón, no así la de Carlos. Fue hasta mediados de siglo, con el boom turístico de la ciudad, cuando la leyenda tomó forma y se inició la tradición del beso en el tercer escalón.

Fue la casa más accesible para el turismo, pues metros arriba existe un “Segundo callejón del Beso”.

Los dueños de la casa del balcón de Carlos ampliaron la finca y donde estaba una terraza con macetas hicieron el balcón, para que el lugar tomara forma acorde con la leyenda que señala que el beso era posible porque los separaban 65 centímetros.

Poco a poco, propietarios de las casas aledañas comenzaron a usar sus casas para negocios; ventas de recuerdos, artesanías y dulces. Las casas en marras entraron en esa dinámica.

A finales del siglo pasado la zona de la Plaza de los Ángeles, por donde se accede al callejón, se hizo comercial casi en su totalidad y tres fotógrafos consiguieron permiso para trabajo “en exclusiva” en la zona. Sacaban fotos y las vendían a quienes se colocaban en el tercer escalón. Pasaron de la instantánea Polaroid a la rápida impresión digital.

En los últimos años se pasó del beso en el tercer escalón al beso de balcón al balcón, hecho en el que se involucraron también los propietarios de las fincas. La pandemia limitó al fenómeno, pero regresó con la reactivación. En ese rubro fue donde empezaron los conflictos desde febrero de este año.

Acuerdos

Tras varios intentos fallidos de conciliación y el manotazo del edil, fotógrafos y propietarios llegaron a un acuerdo. El callejón se hizo más famoso y está por comenzar el Festival internacional Cervantino.

Fuentes extraoficiales informaron que a Alejandro Navarro le urgía que el callejón estuviera listo para celebrar con un ósculo a su esposa sus 25 años de casados, tal como lo anunció en la entrevista con Joaquín López Dóriga. Guay de rito?