sábado. 20.04.2024
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FUMADORES [XXXVI]

Jackie Kennedy

José Luis Justes Amador

Jackie fumando
Jackie fumando
Jackie Kennedy

Jacqueline Lee Bouvier Kennedy Onassis fue la primera dama de los Estados Unidos de América durante casi tres años. Antes de llegar a la Casa Blanca ya fumaba casi tres cajetillas al día, sin marca favorita, Newport, Salem, L&Ms, Marlboros o Parliaments, y fue una fumadora compulsiva hasta que en 1994 le diagnosticaron linfoma de Hodgkins. Sólo dejó de fumar a petición de su hija Caroline. Tres meses después moriría.

Y, sin embargo, no hay ninguna fotografía de ella fumando durante esos tres años. Y tampoco ninguna de su esposo en esos mismos tres años (aunque la leyenda cuenta que días antes de firmar el embargo a Cuba, el presidente le pidió a uno de sus ayuda de cámara –o a su jefe de prensa, según otras fuentes- que almacenara tantos habanos como le fuera posible).

La Casa Blanca y el avión presidencial el Air Force One tenían siempre cigarrillos disponibles para los invitados y, supongo, también para los inquilinos. Después de las cenas oficiales los invitados no tenían que preocuparse de si habían cargado con ellos cigarrillos o cigarros. Había siempre a su disposición. Y, además, cortesía del FBI o de la Cia probablemente, de la marca favorita del invitado. (Esa hospitalidad afectaba a todos los cercanos. Según parece Lyndon B. Johnson, vicepresidente con Kennedy y su sucesor en el cargo a su muerte, tenía siempre Salem preparados cuando el matrimonio iba de visita a su rancho). Dado que esas cenas y reuniones eran siempre privadas, no se conservan imágenes de ellas.

Resulta difícil pensar que Jackie lo dejara durante la época de la casa Blanca. Nadie deja de fumar tres cajetillas de cigarrillos sólo porque ha llegado a otro lugar. Lo más fácil es suponer que como primera dama tenía la potestad suficiente para que ninguno de los fotógrafos oficiales o de prensa (eran otros tiempos, cuando el fumar no era casi delito) le tomara fotos fumando o a punto de hacerlo.

De aquella época le venga probablemente el gesto de esta foto, tomado apenas un par de años después de salir de la casa Blanca. Jackie está en el balcón. No está en el balcón, como podría parecer si la foto fuera actual, para esconderse o para no ofender a los no fumadores de la reunión. Lleva la copa en la mano y sonríe al fotógrafo anónimo. No necesita esconderse pero la práctica parece que así la ha llevado. Mientras sonríe antes de llevarse el cigarrillo y la copa a los labios.

Hay una última historia que habla de la privacidad del hábito de Jacqueline. Cuando William Manchester le envió a las galeradas de su libro “The Death of a President” ella sugirió varios, muchos, cambios. Algunos por información poco contrastada, otros por afectar a la intimidad. Hubo uno que, aunque cierto y público, la ex primera dama le pidió que borrara también: una escena en la que Jackie buscaba nerviosa (“fishing” decía el original censurado) un cigarrillo mientras esperaba la confirmación de la muerte del presidente. Jackie no quería aparecer fumando.

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