miércoles. 24.04.2024
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¿Tachas?

 

Elaine Pagels, la estudiosa más importante de los evangelios gnósticos, asegura que al introducir el concepto del demonio en su evangelio, Marcos se desvía de la tradición judía y caracteriza el ministerio de Jesús como una continua lucha entre el espíritu de Dios y los demonios; y que semejante visión ha servido, entre otras cosas, para confirmarle a los cristianos “su identificación con Dios y para satanizar a sus oponentes: primero otros judíos, luego los paganos y, más tarde, a los disidentes cristianos que llamamos heréticos”. Y las pugnas de esa naturaleza pueblan el pasado de Occidente, mostrando cada una de las razones históricas o filosóficas que estudiosos, Estados o propagandistas le imponen.

A partir del cristianismo, entonces, firmemente, ancladas en la mentalidad colectiva occidental, distintas ideas han servido para potenciar y darle uno u otro sentido a un proceso abigarrado –a veces inescrutable y en ocasiones fundado sólo en la fantasía o la verbalización entusiastas–, supuestamente regido por lo que designamos como las fuerzas de la historia.

Con todo, transcurre ahora una época en la que atestiguamos una creciente deriva de las corrientes que circulan en la historiografía contemporánea. Producida en un mar donde se agitan y cultivan numerosos cuerpos de pensamiento, esta derivación se muestra rica en las perspectivas, a veces sorprendentes y en ocasiones insospechadas, con que nuevos historiadores, en parte sociólogos o filósofos y en parte antropólogos o arqueólogos –en verdad poco interesados en sostener ideas incontrovertibles o consignar gestas nacionales y transmitirlas como portentosas, fidedignas y fundatorias de países o épocas–, filosofan y elucubran en torno al desarrollo de culturas y pueblos. Por eso también distinguimos que en semejante agitación hay un discurso, el literario, que en cuestiones de historia explora y especula con su natural tendencia a los equívocos, las polisemias y los arquetipos que la ficción acciona en el imaginario colectivo –o toma de él–; y que, para hacerlo, ha de valerse frecuentemente de los recursos y métodos de lo que se ha dado en llamar historia de las mentalidades.

David Ojeda

 

Tachas 02
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