Es lo Cotidiano

El Circo

Francisco Bernal Tiscareño

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Tachas 010

 

Capítulo 2

Mira Alberto, ahí donde estás parado, bueno, un poco más allá, amarraban los elefantes, los leones, cebras, caballos, camellos, changos, lobos y lo que te imagines. Como a cien metros de Álvaro obregón, la calle que sigue, empezaba El Estanque, que era, además de un recolector de agua, un sitio de diversión, para el turismo local. Las fotos no me dejan mentir… Antes la gente ahí paseaba en lancha  y disfrutaba como ahora en San José de Gracia, en donde colocaron un Cristo roto para atraer al turismo. Al Cristo Roto lo trajeron nomás así, por pura puntada. Desde hace algunos años al Estado lo gobiernan más que con programas o pensando en el pueblo, por ocurrencias. ¿Te acuerdas de la Poesía del Cristo Roto, que hizo época cuando la declamaba  un locutor que se apellidaba De Cosío?... que entraba a un bazar y después de curiosear encontraba a un Cristo roto, y cuando menos lo pensaba ya lo estaba comprando y regateando ante el vendedor, que a su vez lo ponderaba como pieza única mientras que el comprador, no recuerdo si era religioso o no, trataba de encontrar todo tipo de defectos que disminuyeran el precio… ¿No la recuerdas? Al otro Cristo, al de la poesía, algo o alguien lo había dejado sin rostro, al de acá de San José de Gracia, no fue el tiempo, ni algún desalmado el que lo dejó trunco… Así es de nacimiento, quiero decir que así lo mandaron hacer, por ocurrencia,  como trajeron al equipo Necaxa, como redujeron el espacio de la escuela que queda frente al estadio para hacer más expedito el transito, y porque así, estructuralmente, luce más el Estadio, que se ve imponente, ya sin los redrojos de, ya no me acuerdo si era una escuela primaria o un jardín de niños, qué más da, los escuincles con cualquier pedacito de tierra  tienen, pero mira si te asomas  podrás  admirar qué enorme y bonito quedó el Estadio Victoria,  victoria que ganó el gobernador Luis Armando, alguien que piensa en grande, y ¡qué, qué, qué, cómo de que no, cómo de que este estadio es municipal!, y en pocos meses nos demostró a todos que cuando se quiere se puede, y que la justicia es una y el derecho otro, y derecho, derecho, derecho, ahora él es el depositario junto con televisa de ese estadio y de su  usufructo. Nos demostró a todos los que aquí vivimos, que el pueblo como dueño es hablar en abstracto, quién puede exhibir documentos de propiedad, ¿tú?, ¿yo?… ándale, atinaste, y caminando caminando, como si fuéramos  a San Marcos, las muchachas luciendo sus  bellos peinados, y vestidos; preparadas justo para la feria, para mostrarse en el mejor escaparate que brinda la ciudad.

Te estoy hablando de otro tiempo, Huerta, de un tiempo que ya no existe.

El olor a gardenias es característico de abril en el jardín de San Marcos, bueno, a ciertas horas. La orquesta de Beto Díaz  acaparaba la atención del respetable, sobre todo cuando tocaba Mirando una estrella  y si tenías suerte de estar bailando, como se bailaba antes, de cachetito, sintiendo a cada paso el roce de tu pierna avanzando entre las de tu compañera de baile, adosada a tu cuerpo, al ritmo de la canción de moda, mientras por la nariz el perfume tenue o pegajoso según tuvieras suerte, se adhería a ti y subía desde la mano, cómplice, ligeramente sudorosa, hasta la piel turgente de su rostro, el cuerpo todo, vibrátil, jugoso dando rienda suelta a la apetencia momentánea.

Más tarde los olores cambian, cambia el ambiente, a los sonidos de las orquestas y de los pájaros en el jardín, se suman las de todo tipo de músicos, trovadores, mariachis, tamboras y todo aquel que puede hacer sonido o ruido se deja oír.  Los tapancos  dejan en su parte baja un espacio vacío  que sirve de mingitorio y vomitorio y demás a los feriantes pletóricos de cerveza.

 Las cervecerías durante la feria y de manera creciente, hacen su agosto y se convierten poco a poco no sólo en las patrocinadoras junto a las vitivinícolas,  y aquellos  que pertenecen a la Sagrada Familia y fueron favorecidos con el patronato de la feria, son los verdaderos dueños de esa Feria que crece y crece y paradójicamente se angosta hasta convertirse única y nada más en una tremenda cantina, en un merenderote, en donde se multiplican complejos, carencias, necesidades que nunca verán su satisfacción y el olor a fritangas, pólvora y flores.

Detrás de unos ojos pintados con esmero, y un maquillaje que pretende ser femenino, una boca a la que el bilé acentúa y ensancha, invita a pasar, ella misma te atenderá, promete.

El maquillaje juega su turno, y ayuda ocultar lo masculino.

El alcohol, la cerveza y últimamente la droga, ayudan a quien guarda en el closet, sus verdaderas preferencias, y no es raro que, después de unos tragos, ya  relajados, muestren sus verdaderas preferencias con los meseros del lugar.

¡Te servimos otra, mi Maik!

La feria mientras tanto ya se ha ido con sus olores y hedores a llevar su música a otra parte,

Se ha estirado, alargado y hasta tiene una isla. Todos parecen contentos… hasta que alguien pregunta por los tapancos que se ponían  allá… hasta atrás, como el Barón Rojo y tantos más. Que servían para que los cholos y sus morras bailaran chido. No, pos ya no están, que olían bien gacho y que ahí picaban a la gente y que cada rato aparecían muertos  tirados debajo del tapanco.

—Nosotros no alcanzamos ni para eso ni para otras cosas más indispensables, pero nuestro exgober. Nuestro orgullo, es bien sabido que seguido anda por allá, en París: él y sus cuates, bebiendo de lo bueno, ¡Porque de nosotros los aguascalentenses se dirá lo que quieran que somos un pueblo  jodido y acomplejado pero a nuestros gobernantes que no nos los toquen! Pueblo jodido, pero contento, con gobernantes  ricos! ¡Cómo Chingaos que no!  Y digo, bueno,  si tanto les molesta el olorcito, pues a la mejor, también allá la hacen de jamón, para  ver si los franchutes se bañan o en una de esa hasta consigue poner un Oxxo en la Torre Eiffel. El gober todo lo puede. 

Lo que si tiene un hedorcillo como a podrido son otras cosas más profundas las que se ocultan, en un segundo  subterráneo. Bueno a falta de segundos pisos, nosotros tenemos una vida  como los túneles que atraviesan la ciudad.

—Bueno, ¿y de los elefantes,  tigres,  leones,  caballos y camellos que me estabas platicando?

—Eso, te decía, fue en otra época, al rato vamos con Chuy Morfín a la tienda y que él te diga si antes, ahí donde era el negocio de Don Chicho… ¡Fragmento pero hasta adentro, allá junto a los pirules, no guardaron  a los animales del circo Vea, luego de que se incendiara y dejara en la ruina a sus propietarios y personal!

—Nosotros, los del barrio, y los de la vecindad de Reyes nos íbamos a ver el circo o lo que quedó de él, que ya para entonces nosotros lo considerábamos nuestro.

 

Fragmento de la novela  Polvo de Estrellas.