Es lo Cotidiano

Ciudades: cobijos y sueños

Norma Angélica Andrade Haro

Tachas 10
Tachas 10
Ciudades: cobijos y sueños

Ninguno de mis sueños voy a abandonar
siempre habrá un camino abierto
en esta ciudad
iré creando espejos que me ayuden a mirar
 y a seguir amando la vida.

Celeste Carballo

Alguien me podría decir ¿qué es la ciudad? una pregunta rara, pero, al parecer, fácil de contestar, por lo menos eso se cree. Es el tipo de cuestión en la que nadie repara hasta que se la hacen. Hoy me la lanzaron sin decir agua va. Cuando estuve lista para responder ya no había quién me escuchara. Quien me atacó con semejante pregunta me dejó sola: tiró la piedra y escondió la mano, como diciendo: friégate, reflexiona lo que vas a decir. Fue entonces cuando me di cuenta de que la respuesta no era fácil.

En un primer momento pensé decir que la ciudad es un lugar lleno de personas, casas, edificios, lugares donde divertirse, escuelas hospitales, en fin. No podía creerlo, sólo estaba describiendo lo que hay en una ciudad, ésta no era la respuesta esperada, ni siquiera a mí me complacía. La ciudad es otra cosa, quizá un lugar mágico en el que se puede encontrar todo lo que se desee con un poco o mucho esfuerzo, pero con un final feliz.

No puedo negar que una segunda respuesta me transportó a mi infancia y adolescencia en la ciudad de México, específicamente a la colonia Federal. Me vi en la primaria, en la glorieta, en la fiesta de la iglesia. Muchos recuerdos se agolparon en mi mente, caras conocidas de primos, amigos, padrinos, tíos, vecinos y sobre todo momentos inolvidables que viví al lado de ellos. De igual manera llegaron como visiones los grandes lugares de la ciudad de México: el ángel de la Independencia, el palacio de Bellas Artes, el Zócalo, el monumento a la Revolución, todo el centro histórico, teatros, cines….

Pensar en dejar todo esto era muy difícil porque quién querría irse a un lugar tan pequeño, que en vez de diversiones y diversidad ofrecía tranquilidad y seguridad; ahora podríamos pasear por las calles hasta altas horas de la noche, esto nos brindaba Sombrerete. Llegado el momento tomamos la decisión y tiempo después llegamos a Sombrerete llenos de esperanzas. Sin embargo no todo fue miel sobre hojuelas, tal quietud se convirtió en hartazgo y fastidio: las mismas caras, los mismos lugares, las mismas visitas y nada más.

El pueblo es un lugar que te limita en lo académico, económico y, por tanto, en el ámbito laboral. Es obvio que las alternativas son menores. Y como se puede ver, en parte era lo disparejo de la comparación por la experiencia previa en la ciudad de México. De ahí que para mí no fuera más que una comunidad del estado de Zacatecas donde la mayoría de las mujeres no estudiaban y los hombres se conformaban con trabajar en la mina o en la construcción sin tener más aspiraciones.

Ciertos acontecimientos, nada agradables, dolorosos, me encaminaron a la capital del estado. Obviamente, tampoco se comparaba con el Distrito Federal, pero era más grande y prometía otras cosas como crecer académica y laboralmente. Además ya no vería, tal vez, a las mismas personas, había más lugares que conocer. Zacatecas mostraba los medios y las herramientas para lograrlo. La empresa no era fácil, implicaba mucho esfuerzo.

Ahora puedo decir que la ciudad es un lugar que da oportunidades para crecer en todos los ámbitos. No sólo ofrece servicios básicos, una vivienda, un lugar dónde vivir, sino experiencias, memorias, historias. La ciudad es ese lugar en el que se concentra todo lo que nos forma y conforma, no sólo somos personas sino que nosotros mismos somos la ciudad.

Debo reconocer que Zacatecas ha sido ese lugar mágico que me brindó cobijo en un momento en el que no sabía qué rumbo seguir. Las oportunidades se presentaron, la escuela, primero la preparatoria y luego la universidad fueron el refugio que tanto había buscado, éstas se convirtieron en mis prioridades de vida, pues me harían crecer personal y profesionalmente. Zacatecas no ha sido sólo el lugar al que llegué para escapar del hartazgo y fastidio de Sombrerete, una vez más comprobé que yo no debía estar en un pueblo, ciudad, cuyo mayor anhelo es casarse o trabajar en la mina.

Finalmente más que responder la pregunta inicial, de lo que sí estoy segura es que para mí la ciudad es ése lugar que me permite satisfacer todas mis necesidades: laborales, académicas, sociales y sobre todo me da herramientas día a día para ser mejor en todos los ámbitos.

Zacatecas no es sólo inseguridad, asaltos y corrupción. Zacatecas es mi lugar mágico, ése que siempre estuve buscando. Sé que no hay punto de comparación entre el Distrito Federal y Zacatecas, sin embargo, me quedo con el último.