martes. 16.04.2024
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Las reputaciones o 139 páginas para cambiar de vida

Chelseae Yarazel Carrillo Carrillo

Las reputaciones o 139 páginas para cambiar de vida

Cuando uno como estudiante de Letras enfrenta el reto de leer una obra literaria sin intentar modificar su forma de ver el mundo. Lo más probable es que salga frustrado al fallar en su objetivo inicial, porque sin querer queriendo termina preguntándose si alguna vez en su vida le ha ocurrido lo que al protagonista, o si le llegará a pasar.

En estos momentos debo admitir me he frustrado por la más reciente novela que he leído, ya que como dijo un autor no muy conocido, La ciudad es el ego de muchos hombres, algunos libros son el reflejo del miedo ante el peligro que se corre al nacer en sociedad, y creo no es una afirmación alocada, ya que los seres humanos siempre terminan consagrando su vida a las ciudades, se atan en muchos aspectos a esta organización de egos para llenar su necesidad de aceptación. Esa misma necesidad que le hace inventar maquinas, dominar el espacio, admitir su existencia como una entre muchas otras, le subyuga en sociedad. Entonces cuando el hombre se da cuenta de su sumisión, los dones impuestos por la colectividad son imposibles de negar.

Juan Gabriel Vásquez lo sabe, y por eso juega en su más reciente novela, Las reputaciones (Alfaguara, México, 2013, 139 pp), producción perteneciente al ego literario, con el don social por excelencia; la reputación, ese prestigio que bueno o malo acompaña a los hombres el resto de sus vidas. Para esto es bueno reconocer que sin convención social no existirían las reputaciones, podemos intuir por consecuencia éstas se traducen en acciones que pueden causar admiración o repudio entre el grupo social donde los individuos se desarrollan.

Dejo a un lado la frustración. La obra aparte de su brevedad, posee la capacidad de ser móvil, es decir, va evolucionando de menor a mayor para mantener al lector en una constante expectativa. El libro está dividido en tres partes, cada una iniciada y terminada con un evento decisivo, que explica por qué el personaje tiene tal reputación. El primer apartado presume una constante oscilación para dar a conocer el pensamiento presente del protagonista, intercalándolo con su mentalidad pasada donde los lectores encontrarán las respuestas para entender, porque el caricaturista colombiano Javier Mallarino, hombre de avanzada edad, abre el libro con la interesante reflexión “Es muy pobre la memoria que sólo funciona  hacia atrás”, frase que será el hilo conductor en las constantes retrospecciones por las cuales nuestro narrador nos lleva a deducir el temor de la fugacidad del tiempo, su incansable facilidad para alejar personas y como éste, a la vez, devora figuras públicas. Y por lo tanto terminará de igual forma con Mallarino.

Javier, mientras piensa en estas cuestiones, se encuentra en el centro de la ciudad esperando que llegue la hora de su homenaje, en el que se consagrara como una figura colombiana famosa; pero esto no es lo trascendental, lo verdaderamente importante es que conocerá y reconocerá a alguien que cambiará por completo su futuro a causa de esta conmemoración. La primera es la misma que la segunda, su nombre: Samanta Leal.

Esta mujer se presenta ante él después de la condecoración, pidiéndole una entrevista para un blog desconocido. Mallarino no puede negarse. Así pues, le abre las puertas de su casa en la montaña sin ninguna objeción, sólo con la duda de saber si esa visita tendría otra finalidad. La verdad le resultó evidente a Javier cuando lleva a su invitada al estudio, ahí ella reconoce un dibujo albergado en sus memorias de niñez, las cuales descubren el meollo de la novela, ya que a partir del segundo capítulo todas las reflexiones del caricaturista son desatadas con base en este hecho. En el momento que Leal medio recuerda haber estado en casa de Javier, él la reconoce, sabe quién es ella pero ¿recordará como era él y lo que hizo? ¿o lo que hubiera ocurrido si no hubiera hecho una fiesta, un día de tiempo ya olvidado, en el cual Samanta, supuestamente en estado de inconsciencia, perdió parte de sus memorias?

La memoria, en tal caso se convierte en asunto de todo la segunda parte. Mallarino recuerda los problemas tenidos con su ex mujer a la cual sigue frecuentando, la preocupación por su hija que en aquel entonces tenía siete años, la ya mencionada fiesta empezada con alegría y terminada con sorpresa, el diputado Cuéllar víctima de la sátira mallarina. Cabe mencionar el papel de Cuéllar como un personaje crucial, pues él es el chivo expiatorio del que Javier inconscientemente agarra la mano para subir en sociedad, digo inconsciente porque la acción del diputado el día de la reunión es conocida por Mallarino solo por la versión afectada. Al dejarse llevar por su desagrado, incrimina a Cuellar en un delito contra Samanta Leal quizá no cometido.

La tercera parte, para concluir, se dedica a buscar esa segunda versión perdida de los hechos que terminarían con la carrera de un diputado, su matrimonio, su vida. Del quietismo de los recuerdos, pasamos a las llamadas a viejos colegas y citas con personas del pasado. Se pretende demostrar algo con ello. El final sin duda es inesperado y no lo contaré, pues prefiero que el leyente que se topé con esta breve reseña se interese en buscar este libro que desde mi punto de vista es una novela conmovedora del encuentro entre lo que se es y lo que se nos impone ser.  En conclusión, la obra tiene muchos elementos interesantes con los cuales seguidores de la trayectoria de Juan Gabriel Vásquez quedarán satisfechos. Frustrados, pero satisfechos.