miércoles. 24.04.2024
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Ocho cosas muy importantes sobre Altazor

Adolfo Luévano

Ocho cosas muy importantes sobre Altazor

1. Altazor es, a grandes rasgos, el poema más trascendente del chileno Vicente Huidobro. 2. Acaso lo primero que sorprende de este gran poema es su fluidez de catarata. Mana, avanza, cae y se impacta con las rocas o, mejor dicho, hace que las rocas se impacten contra su cuerpo de agua, porque él es el que lleva la fuerza y el que tira el golpe. Nosotros somos las rocas. Diría Octavio Paz que también, como el agua, es un poema transparente y que sirve para beber. Como la catarata, insisto, es un poema que parece que no se agotará. De no ser porque el libro es un cuerpo, o sea, un objeto con límites físicos, de no ser porque sabemos que hay una última página, bien podríamos sospechar desde los primeros versos que Altazor jamás va a terminar. 3. Altazor también se llama Viaje en paracaídas. Altazor (el ser que se valió de la mano prodigiosa de Huidobro para escribir) viene cayendo del cielo abrazado a un paracaídas, y mientras cae hace su poema. Hay momentos en los que las garras del viento lo toman y lo zarandean en el espacio abierto, y entonces las palabras y las frases se tornan rápidas, se aceleran, como si de repente el paracaídas estuviera fallando; en otros, da la sensación de que el paracaídas se ha abierto por completo, que se ha extendido como las alas del ave más diestra, y entonces lo que dice el poeta es suave, cae despacio. 4. Los dos tipos de caída mencionados son por igual plenos. Son, además, complementarios: uno y otro, al combinarse, son el ritmo grande de la caída y, por lo tanto, del poema. 5. Fuera del poema, ¿qué significa Altazor? ¿Es el nombre de una persona más; el nombre de una ciudad antigua; el nombre de un pequeño pueblo chileno; el nombre de una montaña; el nombre de un animal conocido por unos cuantos; es un insecto; y si es un insecto, tiene alas? Pues bien, Altazor no existe; es decir, sí existe en tanto que es una palabra, pero no es una palabra que esté o haya estado jamás en los diccionarios, no al menos en los de la lengua castellana. Altazor es una palabra inventada por (o revelada a) Vicente Huidobro para nombrar al alguien que en el poema habla: «Ah, ah, soy Altazor, el gran poeta, sin caballo que coma alpiste, ni caliente su garganta con claro de luna, sino con mi pequeño paracaídas como un quitasol sobre los planetas». Pero, en realidad, Altazor no significa nada y también significa todo lo que se nos antoje que signifique. 6. Para mí, el nombre Altazor tiene dos cosas que son válidas en el poema: la altura y un azor. 7. Altazor no sólo es el poema más importante de la carrera literaria de su autor: es el paradigma de una generación. Con la publicación de Altazor en 1931, la literatura hispanoamericana se inicia por completo en las célebres vanguardias artísticas. 4+3. El movimiento se llama Creacionismo y, hasta entonces, lleva alrededor de una década en formación. 5+2. Ya no más tentativas y manifestaciones tibias: Altazor tiene todos los elementos necesarios para ser considerado un ejemplar de su tiempo: la revolución y la innovación y aun la hinchazón del lenguaje poético, la vastedad simbólica, las imágenes inauditas (palabras que jamás se habían escuchado juntas), la liberación del inconsciente, la mano que parece escribir y escribir y escribir por sí sola o movida por alguien más que no es el que escribe. 6+1. El Creador (no Huidobro, tampoco el paracaidista) dice entre los primeros versos: «Creé la lengua de la boca que los hombres desviaron de su rol, haciéndola aprender a hablar… a ella, ella, la bella nadadora, desviada para siempre de su rol acuático y puramente acariciador». 81. Por ello, Altazor está buscando la forma de llevar esa lengua deformada por los hombres ordinarios de vuelta a su naturaleza original, a su naturaleza de significado múltiple, inagotable. 8. Junto con el Prefacio, Altazor es ocho poemas largos u ocho cantos que, reunidos, se convierten en un poema aún más grande (grande por su contenido y por su extensión) llamado Altazor. El ocho, en especial cuando está dibujado en forma horizontal, es el símbolo del infinito.