jueves. 18.04.2024
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Afiliaciones y desafiliaciones con la generación Beat

Andrea Alejandra Villegas Ortega

Afiliaciones y desafiliaciones con la generación Beat

Un demente, un ángel, un pordiosero…
Jack Kerouac

Generación Beat

El título original de este trabajo era “Introducción al beat y breve reunión con algunos de los poetas “vencidos” y con el personaje Dean Moriarty ‘el mítico hipster, el héroe de todos los beatniks…’”. Trata de una sociedad, que atravesaba la postguerra, con su espíritu puritano proclamando The American Way of Life y que justo entonces ve brotar una nueva expansión literaria. Los años siguientes a la segunda guerra mundial trajeron la guerra fría y la división de la tierra en dos agrupaciones, pero además dieron nacimiento a una nueva sensibilidad, otra forma de contrarrestar los eventos y adaptarse al mundo, un estilo diferente de escribir.

Beat representa el estilo de vida, abatimiento, que se respiraba en la década de los 50. También se atribuye a los escritores estadounidenses que a mediados de los años cuarenta formaron un grupo literario que compartía un ideal de cultura y un motivo de inspiración similar; por ejemplo, la música: gustaban del jazz. Artistas como Bob Dylan, Jim Morrison, Janis Joplin y Patti Smith fueron influenciados por esta nueva tendencia.

Repudiaban los valores estadounidenses clásicos; mientras los jóvenes ingleses se levantan contra el stablishment,[1] “los norteamericanos de la misma fecha protestan frente al square, en el sentido de encuadramiento. Contra él se rebelan los hipsters, cool, cats o beatniks […] los disconformes o anticonvencionales”.[2]

Ejercían una ilimitada libertad sexual. Su interés por la liberación espiritual se dio a la par de una liberación sexual que funcionó como motor en los movimientos feministas y de los negros y, de paso, hacia la liberación de los homosexuales. La independencia espiritual se traducía en una emancipación carnal no vista antes. Los privilegios de la persona se ejercían en una constante contradicción con las normas colectivas. Se desnudaron cuerpo y alma (masa y esencia), como símbolo de inocencia y autodeterminación. Mantuvieron relaciones íntimas libres y se manifestaron con su inconformismo viviendo en su propio paraíso. El “amor libre” se convirtió en una frase avalada por la praxis.

En el poema “Improvisación en Beiging”, de Allen Ginsberg, se evidencia su homosexualidad, el apego al sexo y la relación que éste tiene con la el camino del espíritu, la tradición oriental.

Escribo poesía porque mi mente vaga sometida al sexo la política la meditación
         en el Dharma.

Escribo poesía porque mis genes y cromosomas se enamoran de muchachos,
        nunca de jóvenes mujeres.[3]

Compartían el estudio de la filosofía oriental, la naturaleza de la conciencia orientada hacia otro tipo de entendimiento, a través de prácticas de meditación. El budismo es la teoría más practicada por los beatniks. Usan el Zen como actitud de su particular autonomía anárquica.

Esta nueva forma de ver la vida dejó su principal influencia en la siguiente contracultura, mejor conocida como movimiento hippie, ya que uno de las principales propuestas del budismo es el equilibrio en las plantas de los pies, por eso siempre se anda en el camino, la armonía activa de los pies libres.

Se practica una poesía voluntaria, escrita al nombramiento vital del inconsciente, “captar el arcángel del alma entre dos imágenes… dos polos opuestos que se relacionan mediante un chispazo en la mente”. Ginsberg lo que busca es la fascinación que logra estancar el vaivén de las ideas… Cuando la atención capta dos imágenes aparentemente no relacionadas, y logra extraer un sentido profundo de su cercanía, se produce un instante de comprensión que va más allá del flujo normal del pensamiento, al igual que la tradición Zen y la tradición Taoísta. Todo consiste en observar con atención la mente y después la composición del poema.

Escribo poesía porque tomé los cuatro votos de Bhodhisattva: innumerables en el
         universo son las criaturas Sensibles para liberar […]
         […] incontables son las situaciones en que me hallo
        mientras el cielo está O.K. y los senderos de la mente despierta no tienen fin […]
Escribo poesía porque el Lama Tibetano dice. "Las cosas son símbolos de sí mismas."[4]

El uso de las drogas también funciona como elemento que nos muestra la auténtica vida de un beatnik, y es que, en la década de los 60 marca el centro elemental de su aparición. Autores como Burroughs, Ginsberg, Kerouac, desarrollaron un nuevo perfil de manifestación donde todo aquello que provoque sensaciones sobre los sentidos, sean anfetaminas, LSD, marihuana, alcohol, cocaína, mezcalina, forman parte de un plan claro de disconformidad contra los valores establecidos de la sociedad capitalista. El uso de drogas es una vía para fortalecer la interioridad y desatarse de los preceptos sociales hundidos en pericias ritualistas, tradicionalistas, se trata de una metamorfosis cultural.

La literatura empieza a reflejar la mutabilidad de la imagen de la droga a manera de actuar sobre uno mismo, y como procedimiento de acusación a las asambleas sociales de la época. En palabras de William Burroughs: “La intoxicación —el 'mono' que se aferra al cuerpo del drogadicto— es como la implantación de un 'parásito' extraño que termina por poseerlo y devorarlo, bajo la triple forma de la droga, por cierto, pero también de la sexualidad y el poder”.

Los pasajes trazan claramente sus “viajes” o trips llenos de aceleración e imágenes intercaladas comparadas con las vivencias bajo los efectos del LSD, que relataban un viaje íntimo y que conduce a la felicidad.

Los siguientes extractos son también parte del poema de Allen Ginsberg. Se hace énfasis en las palabras que hacen referencia a la travesía interna.

Escribo poesía porque sufro confusión no sabiendo  qué es lo que piensan los otros.
Escribo  porque la poesía puede revelar mis pensamientos, cura mi paranoia […]
Escribo poesía para retratar con precisión mi propia mente […]
Escribo poesía porque mi mente se contradice a sí misma, un minuto está en Nueva York, al otro minuto en los
                                                                                                                                        [Alpes
         Dináricos.
Escribo poesía porque mi cabeza contiene 10.000 pensamientos.[5]

La pericia psicodélica se vacía de lo que se altera, cuando se consumen drogas, lo que se observa es “otra realidad”, una proyección de nuestra mente, una revelación de tu espíritu, tu persona frente a frente, la revelación de uno mismo.

El término Beat

La palabra beat tenía el significado previo de cansado o abatido (en la comunidad afroamericana), "beat down", por lo cual esta generación es (también) designada como la Generación abatida. El término empezó a utilizarse de mala manera. Se consideró necesario proporcionar otro significado a la terminación beat, indicando sus relaciones con "beatitud" ("upbeat") y "beatífico". Esto tenía relación con sus prácticas de meditación, el espiritualismo que proponía.

Lo que hace diferente a esta generación de otros movimientos sociales es que “el principio de lo que ellos llamaron desafiliación […] se basa en la convicción de que nada puede salvar al hombre como ser humano en los Estados Unidos, y en un completo rechazo de su civilización actual…”[6] No se trata de derrocar a las autoridades e instituciones, sino más bien de una total actitud de indiferencia o total desentendimiento hacia ellas.

Como consecuencia, hubo muchas críticas hacía este estilo de vida. En The Beat generation and theangry youngmen, Gene Feldman y Max Gartenberg dicen: “Una generación de picoteadores de andrajos, en busca del Misterio, de la Magia, de Dios, en una botella, una aguja de inyecciones, una trompeta de jazz […] El credo de la beat generation es muy sencillo y directo: el único camino para congraciarse con la vida en este planeta es carenarla hasta darse de bruces con la realidad tal como lo es, tal como uno la encuentra en todos los momentos de agonía y de goce”.[7]

La repulsión e intención de parodiar y de difamar el movimiento beat aparece en 1958 con el término "beatnik", producto de la fusión de las palabras "beat" y "Sputnik",[8] proponiendo una naturaleza anti-estadounidense y comunista del movimiento beat.

La diferencia entre beat y beatniks se resume en “Beat era un modo de ser, dijo el profeta (Ginsberg); Beatnik era ropa de moda. Beat era identidad; beatnik era imagen.”[9] Gran parte de esta cultura beat nos muestra una posición negativa antes que positiva, gran parte de su filosofía está alimentada por un vago espíritu de sentimiento de displacer e insatisfacción cultural y emocional, y un anhelo hacía lo espiritual, antes que un bien común.

Los autores de la beat generation negaron el término por ser peyorativo; sin que ellos lo desearan, el mismo término fue aceptado y divulgado considerablemente por los medios de comunicación, adaptándolo al típico estereotipo juvenil señalado por su forma de vestir y manera de arreglarse y vinculándolo con una postura propensa a la ociosidad, las pandillas de delincuentes, el vandalismo y la inmoderación sexual. Con el paso del tiempo, el calificativo terminó siendo usado de manera indistinta, tanto para el estereotipo, como para los artistas de la generación beat y sus seguidores.

Dean Moriarty, el amigo de Kerouac

Entre los nombres que sobresalen de esta generación se ubican Jack Kerouac,[10] Allen Ginsberg, Lawrence Ferlinghetti y Neal Cassady, por mencionar algunos. Aun entre ellos, resaltan Jack y Neal.

Los conocí En el camino que va de mi casa a la escuela y de la casa de mi abuela a mi casa. Los conocí en las rutas 8 y 11, lugares rodantes donde suelo leer, realizar las tareas. Los encontré en el camino ¿En cuál camino? No sé, solo sé que iba En el camino que tuve que leer para poder entregar el fin de esta travesía.

Acababa de tomar asiento tras pagarle $5.50 al conductor del camión. Abrí las páginas y fue entonces que conocí a Jack y a Neal. Los conocí con otros nombres: Sal Paradise y Dean Moriarty. Los dos son personajes interesantes, enigmáticos, un tanto locos.

Fue así, en el camino, que conocí a un auténtico hipster. No hablo de aquellos que ahora han sido catalogados con este término, aquellos que usan ridículos lentes oscuros, en especial de marca Ray Ban, esos que traen un bigote algo excéntrico al estilo de Mario Almada y se visten “retro”, los que por el simple hecho de tener una cámara Nikon o Panasonic se creen ahora todos unos profesionales del arte de la fotografía o del cine y que sólo por haber leído algún libro de Paulo Coelho son ahora todos unos eruditos de la literatura.

No hablaré más de ellos. Conocí a un auténtico pordiosero de lo intelectual, el mítico hipster, Dean Moriarty. Me refiero al ideal del hipster, concebido en aquella época, aquel al cual Ginsberg en El Aullido describe así: “las mejores mentes de mi generación destruidas por la locura […] hipsters […] que (pobreza y harapos y ojos huecos y ebrios) fumaban sentados en la sobrenatural oscuridad de departamento sin agua caliente flotando entre las cimas de la ciudades contemplando el Jazz…”[11]. Fue así como visualicé a mi amigo “la ropa sucia de trabajo le sentaba tan bien […] la inteligencia de Dean era tan auténtica, brillante y completa, y además carecía del tedioso intelectualismo de la de todos los demás”.[12]

Hipster se refiere a la persona que está en el asunto, es el individuo sin inhibiciones, desarraigado, sexualmente libre. El alcohol, la marihuana, las conversaciones rasgadas (aunque pretendan abordar temas trascendentales) llenan la mayor parte de su vida.

En el camino fui conociendo cada vez más a Dean y a su manera de vivir. Era todo un ser espiritual y libre, un tipo que, sexualmente tenía más de una pareja, un hombre que definida su sexualidad tuvo relaciones sexuales con los de su género, un hombre sin inhibiciones, recuerdo aquella vez que bajó del coche a observar unas ruinas indias “lo hizo completamente desnudo […] Unos turistas vieron a Dean desnudo en la llanura; no creían lo que veían sus ojos y se alejaron aturdidos”.[13] Esto a él no le importaba, gustaba del jazz, de las drogas y de las alocadas fiestas, su búsqueda por el conocimiento es lo que hace a este personaje un auténtico vagabundo intelectual de los años cincuenta.

La última vez que creí ver a Dean fue antes de bajarme del camión, en pleno centro de la ciudad, “la última visión suya fue cuando dobló la esquina de la Séptima Avenida, mirando hacia adelante, y lanzado de nuevo a la acción”[14].

Después de meditar su vida, caminé un rato por la ciudad, y reconocí a un chavo al que suelo ver por las cantinas, bares y por la ciudad vendiendo poesía, extrañamente me recordó a Dean, a su manera de vivir, de vestir, a su locura, su forma de ver las cosas, y la percepción que tiene del mundo, como muchos dirían “ya se quedó en el avión”, muchos lo conocen, “el poeta del camión” (así le digo yo): flaco, cabello largo, sucio, despeinado, ropa desgastada, manera de hablar muy pajita: pasiva, ya saben “Bien relax hermanooo”. Lo he visto hinchado de alcohol, tirado en la calle, mendigando por una wama o las tres de un cigarro. A veces llega a la cancha de Humanidades (si mal no recuerdo, un profe la llama “moticlub”). Lo que más me gusta de él es la forma en la que escribe. No creo que sea el mejor, pero siempre he pensado que la verdadera escuela de la vida está allá afuera, no se necesita estudiar la Literatura para crearla, vivir en el camino, escribir sobre el viaje…

Necesito viajar
afluir mi aura […]
Desato términos de mundos sin fin […]
Pienso viajar a tu iris
viajar untado de fervor”[15]

Y recuerdo las palabras de Moriarty: “la única gente que me interesa es la que está loca, la gente que está loca por vivir, loca por hablar, loca por salvarse, con ganas de todo al mismo tiempo, la gente que nunca bosteza ni habla de lugares comunes, sino que arde, arde como fabulosos cohetes amarillos explotando igual que arañas entre estrellas…”[16]

Gente que tiene historias que contar y viajes que relatar, con ganas de todo al mismo tiempo, que engendre poesía, gente como Dean o Azzaf:[17] un demente, un ángel, un pordiosero…

 

[1] Término inglés usado para usado para referirse al grupo dominante que alardea el poder o la autoridad de una nación.

[2] Guillermo de Torre, Historia de las literaturas de vanguardia, T. III, Guadarrama, Madrid, pp. 180-181.

[3] Allen Ginsberg, “Improvisación en Beijing”, en www.poeticas.com.ar/Directorio/Poetas_miembros/Allen_Ginsberg.html

[4] Idem.

[5] Idem.

[6] Heinrich Straumann, La literatura norteamericana en el siglo XX, FCE, México, 1978, pp. 132.

[7] En Guillermo de Torre, op. cit., p. 187.

[8] Símbolo, tanto del poderío soviético como de la amenaza de destrucción nuclear de los EE. UU con referencia al Sputnik 1 (Primer satélite artificial lanzado por la Unión Soviética).

[9] Ray Carney de la Universidad de Boston, en The Beat Movement in Film, una serie de notas suyas realizadas en ocasión de una muestra de 1995, organizada por el Museo Whitney.

[10] Nació en el año de 1922 en la ciudad de Lowell, Massachusetts, fue un novelista y poeta estadounidense integrante de la Generación Beat. Es considerado uno de los autores estadounidenses más importantes del siglo XX; la comunidad beat le reconoce como el “King of the Beats”. Las obras más conocidas de Kerouac son En el camino, considerado el manifiesto de la beat generation, Los vagabundos del Dharma, Big Sur o El viajero solitario, los cuales narran de manera ficcional los viajes del autor a través de Estados Unidos. Muere en Octubre del 1969 en la ciudad de St. Petersburg, Florida.

[11] En Guillermo de Torre, op. cit., pp. 190-191.

[12] Jack Kerouac, En el camino, Bruguera, Barcelona, 1981, p. 21.

[13] Ibid., pp. 213-214.

[14] Ibid., p. 399.

[15] Azzaf, Viaje. Inédito.

[16] Jack Kerouac, op. cit, p. 19.

[17] La última vez que vi a Azaff estaba afuera del Road House Blues, vendiendo poesía para tener con qué beber. Como siempre, se la compré.