Es lo Cotidiano

Prohibición, erotismo, transgresión

Manuel Eduardo Vaquera Cervantes

Prohibición, erotismo, transgresión


Te he visto mil y dos veces, mis ojos se han postrado sobre ti analizándote centímetro a centímetro, palmo a palmo como buscando una compenetración entre nosotros, pero sé, estoy completamente seguro de que, por más que mi vista sea profunda, no llegará a más que una simple añoranza, las lágrimas que brotan de mis ojos sustituyen los fluidos corporales que hablarían más de ti y de mí, por ahora no queda más que tu imagen en mi cabeza encerrada como un muñeco que busca materializarse entre mis más profundos anhelos. 

0 Fase de excitación

Los hombres nos hemos esforzado en ser los seres más misteriosos, ante nuestros ojos desfilan  gran número de creaturas, cosas, conceptos, ideas, que se mezclan y confunden, que simplemente nos son inaprehensibles, el mundo toma los matices del misterio para poblarse de  fantasmas que no tienen presencia definida, todo se vuelve nebuloso, el espejo dibuja seres extraños de sí mismos que pocas veces se reconocen y, cuando lo hacen, en la mayoría de los casos, huyen.

Resultan intrigantes las distintas apariencias que puede tomar un solo hecho visto desde distintas perspectivas, teniendo esto en cuenta, pareciera innegable que la realidad es un universo donde los horizontes se bifurcan y unen, pero siempre reacomodándose de nuevas formas en la mente del hombre; Nietzsche dijo: No hay hechos, hay interpretaciones, promulgando la relatividad de las convenciones humanas, con lo que se cuestionó ¿Qué dosis de verdad puede soportar el hombre? En un principio estos dos pensamientos parecieran contradictorios si se toman en su sentido más estricto, ya que en el primero se insinúa la falta de verdades, y el segundo asume este hecho pero sólo visto como un detonante de confusión humana; a pesar del aparente choque hay un lazo fundamental que los une: los ojos con los que se ve al hombre son fuera de una capacidad de plenitud a falta de entendimiento y fortaleza. Nada de lo anterior es extraño si tomamos en cuenta el hecho de que escribir este texto hace que mi pensamiento entre en discusión no sólo con ustedes sino, conmigo mismo, lo que puede  llevar a una confrontación de la que no podría salir bien librado.

Ahora, en esos momentos de confrontación hay algo que con frecuencia sale a la luz, la tendencia humana de querer tener todo bajo control o por lo menos creer ignorar las cosas lo menos posible, se ve cuestionada; con regularidad cuando algo se nos escapa de las manos se rompe ese egocentrismo que nos inunda y entramos en un caos que choca con una visión de la vida, ya que se nos ha enseñado a evitar lo que no podemos entender y desacreditarlo. Pocas veces se ha tomado en cuenta algo muy importante, el hombre no siempre se puede mantener en control, el raciocinio mata la pasión y es la pasión la que mueve la acción.

No digo que este factor se haya suprimido, pero las sociedades y religiones contemporáneas, en el afán de alejar al hombre de los animales, o del resto de los seres vivos considerándolo superior, se han olvidado de ahondar en sus consideraciones y en su visión, se evaden aspectos fundamentales de la vida, en esos casos somos hipócritas al no admitir que gran parte de lo que llamamos caos, pasión, instinto forma parte de nuestra constitución más arraigadas y no lo podemos dejar de lado por más que queramos.

Ahora que por fin hemos llegado hasta aquí no hay vuelta atrás, o mejor dicho, si la hay, pero la de tus caderas; ya no nos podemos detener, somos víctimas de algo que nos consume, no lo niegues, tú también lo sientes, no sé de dónde surgió este sentimiento, sí es natural o no, no importa; a pesar de que nuestros cuerpos no fueron hechos para ser uno, nuestras almas se complementaron desde el principio; ahora eres todo para mí y yo lo soy para ti, ha llegado el momento de culminar lo que hace mucho comenzó, bésame.

1 Fase de meseta

La obra de Georges Bataille ha sido muy controvertida debido a que dibuja aspectos del hombre que no cualquier autor se atreve a mencionar, en este caso el libro sobre El erotismo será el que nos ocupe (haré un repaso por las reflexiones en este libro se encuentran); aquí se hace un estudio acerca de los elementos que rondan alrededor del comportamiento erótico, lo que se busca es llegar a un punto común que pueda abarcar no sólo el acto sexual visto como un modo de apareamiento, sino también se ahonda en el aspecto psicológico del hombre en esta práctica.

Como primer punto se establece que el erotismo nace de un movimiento interior en el ser que participa en el acto sexual, esta característica interior sólo se da en el hombre (humanidad, hombres y mujeres), los animales se ven imposibilitados de sentir este movimiento ya que su aspecto sexual se reduce sólo a necesidades fisiológicas, los seres humanos son víctimas de un sentimiento contradictorio, la angustia de verse como entes finitos y la búsqueda de la trascendencia es lo que funda la base del erotismo, pero hay una gran cantidad de factores que intervienen en este sentimiento.

La violencia es un aspecto que necesitó ser frenada para que el hombre se pudiera desarrollar; el control, en una primera instancia, se dio por medio del trabajo pues en esta actividad la organización y disciplina relegaban el punto caótico de la vida; pero la violencia no sólo se puede reducir a una actitud humana, va más allá, la violencia actúa en los seres indistintamente, deja caer su peso incluso en el hombre, la muerte es la prueba más palpable de ello; el hecho no sólo de morir, sino de desaparecer, y en ese transcurso, la teatralidad que conlleva la descomposición, es algo que afecta hasta lo más hondo de cualquier persona, y es que de lo que se trata es de una asociación, el cadáver será la forma que en algún momento tomaremos, la angustia que esto ocasiona es por lo que se decide enterrar a los muertos, para ocultarla violencia.

Paradójicamente la muerte también representa la trascendencia de lo finito a lo infinito, es un disolverse y entrar en contacto con algo que está más allá; es bien sabido que en algunas culturas los sacrificios humanos eran una manera de honrar a los dioses y por este medio se esperaba entrar en contacto con ellos; Aquí el erotismo juega un papel fundamental pues es participe de dicho sentimiento de muerte y disolución; Bataille, para argumentar esta hipótesis, menciona una cita de Sade, “No hay mejor medio para familiarizarse con la muerte que aliarla a una idea libertaria”,[1] y es que en el fondo lo que se encuentra detrás del erotismo, como lo había mencionado con anterioridad, es una idea de continuidad o disolución, como la palabra “disoluto” lo insinúa; esa es la experiencia interior de la que habíamos hablado, un anhelo de trascendencia que mueve el actuar humano, pero, si lo vemos desde un punto de vista llano, todo lo anterior se podría confundir con el mero hecho reproductivo, que de alguna manera es trascender por medio de la descendencia, y el erotismo no está siempre ligado a la reproducción.

Un factor importante para comprender la convivencia humana es no perder de vista la  prohibición y su contraparte, la transgresión, ya que forman la base para delimitar nuestros actos. Todas las sociedades funcionan por medio de preceptos que regulan el comportamiento de sus integrantes, sí no se cumple con los requerimientos que se demanda, de una forma u otra, se busca castigar al infractor, pero hay algo innegable, estos preceptos no siempre se cumplen y, es más, hay una excitación al momento de romper con ellos pues, como lo dicen las sentencias: las reglas fueron hechas para romperse y no hay nada más sabroso que lo prohibido, entonces el influjo de la reglamentación es doble, al momento de que repele también atrae, además siempre hay espacio para las excepciones, pues hablando del catolicismo, que es la religión en la que nos estamos enfocando, miles de guerras santas que se justificaron por la razón de propagar la religión verdadera, rompen con el mandamiento de no matar; los actos de fe inquisitoriales hacen lo mismo pero ellos fundados en la purificación de las almas; el mismo Dios mandó un diluvio que mató a la mayoría de los hombres y, tomado en sentido estricto, María la madre de Jesús, es preñada por el espíritu santo, que es una de las representaciones del mismo Dios, entonces en este caso estamos ante un mito incestuoso, el padre preña a la hija. 

Sí el anhelo de trascendencia no servía para definir todos los sentimientos  contenidos en  el erotismo, el concepto de “transgresión” nos ayuda a ahondar más en el tema, pues es por éste que se dan algunos otros caracteres del espíritu humano. El marqués de Sade, máximo representante de la transgresión erótica, fue especialista en romper con las normas de su época, con esto logró mostrar nuevos horizontes en las relaciones humanas fuera de los preceptos morales, pero no podría desligarse completamente de la prohibición para darle sentido a sus actos. “Sade negó el Mal y el pecado. Pero tuvo que hacer intervenir la idea de irregularidad para dar cuenta del desencadenamiento de la crisis voluptuosa. Recurrió incluso con frecuencia a la blasfemia. Sintió la inanidad de la profanación si el blasfemador negaba el carácter sagrado del Bien que la blasfemia quería mancillar. Pero blasfemaba continuamente”.[2] Con lo anterior se respalda lo que dijo Baudelaire “yo digo: la voluptuosidad única y suprema del amor reside en la certeza de hacer el mal. Y el hombre y la mujer saben desde su nacimiento que en el mal se halla toda voluptuosidad”.[3] Sí lo prohibido le da sentido a la transgresión y la transgresión es una de las fuentes del erotismo entonces se podría decir que lo que se prohíbe también le da sentido al erotismo, pues necesita de ello para su cumplimiento.

En medio de estos papeles, la prohibición y la trasgresión, un mismo que hacer puede ser interpretado de maneras diferentes en culturas distintas, he ahí la asimilación de la vida que tienen sus habitantes; un claro ejemplo lo encarna la prostitución, ya que en algunas culturas es considerada como una forma complementaria del matrimonio, y en otras es condenada como una acción vil y despreciable; dichos contrastes de interpretaciones se dan con mayor frecuencia entre culturas occidentales y orientales, donde estas últimas cuentan con un tratado sobre el sexo como lo es el Kama Sutra, algo impensable hasta cierto punto para el pensamiento occidental.

Se puede notar alrededor de las reflexiones de Bataille un camino de contrarios que sirve para fundamentarse entre sí, se pueden ver las oposiciones que se asocian para darse sentido: la vida y la muerte, lo prohibido y la transgresión, belleza y fealdad, lo grotesco y la mesura, la violencia y la tranquilidad, la continuidad y lo discontinuo ponen al hombre en medio de sus flujos para mecerlo entre uno y otro cause, es por eso que su carácter es volátil e indeterminado.

2 Fase de orgasmo

Visto todo lo anterior, ha llegado el momento de ver las teorías de Bataille al margen de sus propios razonamientos y ponerla en relación con la de otros pensadores, pues en realidad el erotismo trata de un movimiento interior que mueve nuestros instintos más ocultos, pero del que en la vida ordinaria se habla con muy poca frecuencia, debido al entorno en el que nos hemos desarrollado, pues nuestra sociedad, y más específicamente nuestra religión, ha prohibido su desarrollo.

El catolicismo es una religión represora y retroactiva ya que no da cabida a otras formas de interpretación del mundo, pues no hay un camino tan amplio entre lo profano y lo sagrado, debido a que en la mayoría de los casos se descalifica lo desconocido tachándose de nocivo, no digo que esta actitud sea característica del catolicismo, pero sí creo que es algo que la caracteriza. Friedrich Nietzsche uno de los máximos críticos de esta religión dice al respecto:

 

El odio al mundo, la maldición de los afectos, el miedo a la belleza y a la sensualidad, un más allá inventado para culminar mejor el más acá, en el fondo un anhelo de hundirse en la nada, en el final, en el reposo, hasta llegar al sábado de los sábados, todo esto así como la incondicional voluntad del cristianismo de admitir valores sólo morales me pareció siempre la forma más peligrosa y siniestra de todas las formas posibles de una voluntad de ocaso; al menos un signo de enfermedad, fatiga, desaliento, agotamiento, empobrecimiento hondísimo de la vida —pues ante la moral, (especialmente ante la moral cristiana, es decir, incondicional) la vida tiene que carecer de razón de manera constante e innegable, ya que la vida es algo esencialmente amoral—, la vida finalmente oprimida bajo el peso del desprecio y del eterno “no”, tiene que ser sentida como indigna de ser apetecida, como lo no válido en sí.[4]

 

Se podría decir que el hombre se ha desarrollado, por eso ya no depende de los sacrificios cruentos para poder satisfacer su necesidad de violencia, las prácticas católicas han suprimido las inmolaciones antiguas, la misa tiene un contenido sangriento pero no se hace explicito, el vino representa la sangre y la hostia el cuerpo de Cristo, se ha perdido la teatralidad la sangre y el cuerpo reales, pero esto no es una señal clara del desarrollo humano, pues en las calles se pueden ver actos que rebasarían con mucho la violencia de los antiguos rituales de sacrificio; de la misma forma se ha negado el carácter sexual del hombre, el pecado original muestra la repulsión que se tiene ante él, con lo que, irónicamente, se fomenta el carácter trasgresor del erotismo.

3 Fase de resolución

El hombre, arrojado al mundo sin una razón aparente, ha necesitado, más que adaptarse a su entorno, crear uno propio; la moral nos permite poner los parámetros para intentar mantener un orden, pero esto nunca desaparecerá la violencia que ronda alrededor de las murallas de lo permitido; en las culturas muy represoras se puede afirmar que las prohibiciones funcionan como una olla express siempre a punto de ebullición sobre los actos que censuran, la trasgresión esun camino para liberar estos factores ocultos, el problema es cómo esto trastoca el orden que permite avanzar. Lo más recomendable es ser consciente de estos impulsos para poderlos encausar.

Hay algo que me parece indudable, el problema de desatar los instintos violentos de la vida puede llevar a disolvernos, o disolver la vida en uno de esos actos instintivos, muchos jóvenes se hubieran ahorrado grandes pesares de haber eyaculado sus pasiones en la vagina de la aceptación, al fin y al cabo como dijo Oscar Wilde, “la mejor forma de vencer una tentación es caer en ella”. Jodorowsky propone, por medio de sus actos de psicomagia, formas creativas de cumplir con estos deseos reprimidos liberando un poco cierto grado de violencia: “Ejemplo: si una mujer está luchando contra un deseo de coprofagia, no es necesario que ponga en peligro su salud llevando a cabo un acto semejante. En su lugar, puede depositar chocolate fundido sobre el ano limpio de su pareja, o en un orinal, para realizar metafóricamente el acto de devorar excrementos”.[5]

La violencia es una parte fundamental del hombre, no se puede mutilar ni esconder, pues siempre buscará medios para desbordar su fuerza; el erotismo es una reacción natural de desahogo, es la aceptación, aunque sea momentánea, de los instintos vitales y anhelos de trascendencia, es pues un catalizador de las energías interiores de las personas, por eso es conveniente morir un poco cada día, para intentar no morir definitivamente algún día, pero la cuestión reside, visto esto y terminando como empezamos, al ver que el hombre es sólo un elemento incrustado en el plano de la vida ¿Qué dosis de verdad puede soportar el hombre?, ¿hasta dónde somos capaces de comprender que no siempre se puede comprender?, a mi ver esa es la cuestión central del erotismo, pues sí la pasión se racionaliza se apaga y sí no hay pasión nos extinguimos.       

Después de este amor, de este amor apresurado de gotas gruesas y respirar cansado, lo que quedó en la cama fueron sólo cuerpos tendidos intentando sobreponerse de un trance, de un trance que nos llevó hasta nuestras últimas instancias, hasta el desfallecimiento más profundo y desolador, pero también a una complementariedad sin precedentes. Después del éxtasis siguió la calma, en estos momentos donde la respiración vuelve a su andar lento, donde los miembros empequeñecen, donde el calor que evapora del deseo se empieza a disolver para dar lugar al sudor que emanó del roce, no hay cabida para las palabras pero, la mente siempre terca, me incita a responder, me niego, sé que cualquier cosa que diga no podrá alcanzar el poder de una caricia, para qué hablar cuando la pasión lo ha dicho todo; decido dormir, volteo a un lado, ese ser que antes fue uno conmigo ahora es totalmente extraño, familiar como siempre, lejano como nunca, me ve con ojos tiernos, pequeños, insinúan lágrimas, estoy consciente de que algo se ha roto entre nosotros pero… me niego; lo beso en la frente, —Hasta mañana papá —una última mirada, apago la luz, fingimos dormir.

 

[1] George Bataille: El erotismo. Tusquets, México, 2005, p. 16.

[2] Ibid., p. 134.

[3] Ibid., p. 133.

[4] Friedrich Nietzsche, El origen de la tragedia, Alianza, Madrid, 2007, p. 33.

[5] Alejandro Jodorowsky, Metagenealogía, Grijalbo, México, 2011, p. 414.