viernes. 19.04.2024
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Mi recuerdo de Tijuana

Filiberto García

Mi recuerdo de Tijuana

Faltan cinco minutos para irnos, el coyote dijo que nos esperaba en la camioneta mientras terminábamos los restos de comida y yo pensando en tus ojos. “Esta es la última canción que escribo para ti” Cómo quisiera que sufrieras tanto como yo, que de repente una canción te hiciera enmudecer a pesar de que estuvieras muy contenta. “Me cansé de vivir sin sentido de pensar sólo en ti”. Pero eso no te sucederá porque la vida te sonríe, tienes todas las comodidades y difícilmente quieres la verdad. Yo en cambio nada, tu amor algún tiempo y ya lo perdí.

El lugar donde ahora como, en compañía de extraños, está iluminado hasta por los rincones, los grandes vidrios dejan ver cómo el coyote fuma dentro de la camioneta. Yo sigo concentrándome en la letra de la canción, intentando memorizar cada una de las palabras. “Si mañana me encuentras tal vez, yendo con otra” Dicen que un clavo saca a otro clavo, pero mientras, cómo aguanto tanta tristeza. Estoy lejos de mis padres, de las calles de mi barrio, de tus besos. “Y tú me ves, hazte la cuenta, que para ti, no soy aquel” Porque la distancia es buena para olvidar a las personas cuando las cosas salen bien, cuando se complican los recuerdos son como ladrillos, cientos de ladrillos que aplastan la vida.

“Esta es la última canción que escribo para ti” Dice el cantante, cómo quisiera que la escucharas y que de alguna forma sintieras algo de tristeza conmigo, pero tú estás divertida en las fiestas, con tus cientos de amigos de la preparatoria, mientras yo me vine para acá deseando algo mejor para los dos. Apenas hace cuatro días estábamos bailando tú y yo en la graduación, yo oliendo tu pelo. Recuerdo esos días tú y yo haciendo planes. Por dentro sabía que no seguiría estudiando, en mi casa apenas ajustamos para comer, pero te acompañé en los sueños, platicando de regreso a casa como en los tres últimos meses. “que fui tuyo en el alma y perdiste tu oportunidad”.

Desde el asiento veo cómo el coyote hace señas con la mano, algunos de los que estamos en el café se levantan de inmediato, otros hacen como que no lo ven, deseando que se marche y los deje en su tierra para regresarse a casa. “Las canciones tan lindas de amor que escribí para ti”. Yo me levanto y quisiera que no hubiéramos terminado la noche antes de venirme a probar suerte, que mientras viajo, me quedara al menos tu amor, pero no lo entendiste, criticaste que no fuera sincero, que no te lo hubiera dicho desde antes, cerraste la puerta y tuve que marcharme después de gritarte por minutos frente a tu casa que por favor me escucharas.

“Pero no llores y siente por dentro que duele el amor”. Salgo del lugar, a la distancia se escucha el sonido de la música que a cada paso se distorsiona por los motores de los autos que avanzan por la carretera. El coyote echa a andar la camioneta en cuanto entramos, con algo de miedo avanzamos en silencio. El sol comienza a meterse y a lo lejos se ven los focos de los pueblos pequeños que empiezan a encenderse. Llegamos a un paraje, bajamos y comenzamos a caminar entre los matorrales, desde una loma un hombre nos hace señas con la luz de una lámpara. No dudo en caminar. De mis ojos se escapan lágrimas, nadie lo nota y comienzo a tararear la canción que minutos antes escuché en el café. La letra la he olvidado por completo.