viernes. 19.04.2024
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100 | Octavio Paz en la soledad del laberinto

100 | Octavio Paz en la soledad del laberinto

Preguntas y preguntadores, indagadores y cuestiones:

¿Seguiría siendo crítica una posición ante la vida que confiara menos en la educación que en la espontaneidad, menos en la retórica que en la erótica, menos en la reconciliación que en el desgarramiento?
Sergio Espinosa Proa

¿Por qué a la hora de sacar a colación estos eslabones de su historia personal, no recuerdan episodios tan puntuales y ciertos como cuando siendo diplomático en París, viajó a Cannes para defender a Buñuel cuando el gobierno mexicano no quería que Los Olvidados formara parte del programa oficial de México, bajo el argumento de que Buñuel no nos representaba?
Violana Hernández

El laberinto de la soledad adquirió un lugar aparte en la literatura hispanoamericana; pero ¿por qué sigue siendo vigente su propuesta y cuáles son sus implicaciones en este debate?
Daniel Hernández Palestino

Su invitación al volado, después de casi cincuenta años, ya se podía reformular; ir del ¿Águila o sol? al ¿leer o no leer?, y al ¿escribir o no escribir?
Adolfo Luévano Medina

¿Es pues, el hombre, poesía en su estado innato? ¿Por qué ya no somos  poema?
Citlalli Luna Quintana

Entrevistamos [preguntamos] a dos reconocidos escritores que han incursionado en el ámbito del ensayo y la poesía, así como en la investigación literaria, pero sobre todo son asiduos lectores de la obra de Paz
Ana Paulina Mendoza Hernández

¿Qué nos dice hoy la obra de Paz a los mexicanos? ¿Será necesario forjar la comunidad imaginada que somos? ¿Es posible que hayamos perdido identidad?
Andrea Núñez Gamboa

La relación que ha tenido el Estado mexicano y los intelectuales a lo largo de nuestra historia reciente es un tema que nos plantea varias preguntas, en tanto que el actual entorno de la cultura global, de la crisis social, cultural nos lleva a buscar signos que nos permitan plantear una salida constructiva que nos faculte a crecer como nación.
Tarik Torres Mojica

Deslumbrarse a sí mismo, vaya cosa. ¿No se trata de eso el ejercicio de la razón, el arrobo de la experiencia mística? Hoy, al escribir esto, entiendo lo que me gustaba de Paz… ver lo que está ahí, en el mundo de todos los días, parar oreja y mirar con cuidado, fijarse uno en lo que dicen otros y sus razones.
Federico Urtaza

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Desdichada la lengua que se queda sin hablantes. No queda, muere. Desdichado el escritor que se queda sin lectores. Las condiciones del mundo actual someten al poeta, al novelista, al ensayista a una serie de fuerzas en donde su supervivencia depende de los otros.

Muerto el poeta… se acabó la influencia directa. A veces la fama en vida se cobra cara al día siguiente de entrar al sepulcro. A veces el anonimato espera de ese pequeño brinco cualitativo para convertirse en fama. O se labra un futuro desde la inexistencia del autor. Hay famas que se sostienen desde los grupos intermediarios entre el gran público y el constructor de piezas literarias. Hay otras que lo hacen por oscuras deferencias de lectores fuera de control. Las purgas son y han sido terribles.

Los románticos reordenaron el mundo y muchas veces lo inventaron desde su momento y desde su perspectiva. Algunos ya no pudieron destruirlo una vez que les fue arrebatado por el poder y la corrupción. Era un mundo no deseado. Es más, el mundo de la convencionalidad siempre estuvo allí, pero por segundos dejó hacer.

A partir de los románticos parece también innegable una pertenencia del hombre de letras al mundo cotidiano, con aciertos y errores, con necesidades y satisfactores, con inserción plena en la vida productiva, pero con el dominio del lenguaje que le permite de nuevo construir mundos y cuestionar los convencionales.

Octavio Paz tendría el día de mañana lunes, 31 de marzo de 2014, 100 años. No llegó a tantos. Pero hoy Paz está en ese silencio obligado que le permite valorar su obra. Temido, admirado, criticado, santificado, conocido por el gran público más por su carácter mediático que por sus obras literarias, establecidas éstas en un nivel de lenguaje no sencillo, no fácil de leer, nuestro Premio Nobel vive desde el laberinto el peligro de la soledad, como si en vida no la conociera.

Tachas, 43, entrega una serie de textos en donde las preguntas son bien el punto de partida o el punto de llegada, bien el proceso de interrogación dentro del laberinto. Son textos que encuentran en la obra paciana el valor suficiente para discutir y para valorar el mundo de él y para entrever esos otros mundos que el poeta descubrió o puso en tela de juicio.

Es una manera de decir Tachas está presente en la discusión actual, en el destino de la sensibilidad humana y en los laberintos, solitarios o solidarios, que cruzan los hombres que desafiaron el mundo del lenguaje e intentaron desentrañarlo.

También, la urraca ladrona nos trae un poema que Efraín Huerta dedicó a Octavio Paz y Elena Bernal Medina nos cuenta algo con una pizca de Paz.

En la Mira trae las palabras del poeta Daniel Bencomo entrevistado por Francisco Rangel. También nos deja una muestra poética.

Tomás Segovia se indigna con el mundo intelectual mexicano de 1955 y nos deja un pincelazo de Octavio Paz.

En El occipital de Einstein (Ciencia) Jesús Madrigal Melchor y Raúl Alberto Reyes Villagrana hablan de Electrones balísticos en ese mundo muy inferior (en tamaño) a Gulliver.

En El Parietal de Chomsky (comunicación y lenguaje) Gerardo Ávalos habla de habitus y campus y los relaciona con la lectura.

 En Un ratito de tenmeallá Juan Francisco Camacho Aguilar nos recomienda Man On Wire.

Y tenemos un Viborero para acompañar a Octavio Paz en el laberinto.