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A cien años de Octavio Paz

Ana Paulina Mendoza Hernández

A cien años de Octavio Paz

Octavio Paz es considerado como uno de los escritores más prestigiados pero a la vez más controvertidos del siglo XX, creador de genuinos ensayos y exorbitantes poesías. Entre otros muchos textos periodísticos y de crítica, el autor de “El Laberinto de la soledad” sigue siendo un escritor vigente, que cautiva tanto  a sus constantes lectores como a las nuevas generaciones que se acercan a su obra.

El próximo 31 de marzo se cumplen cien años de su nacimiento, es uno de los escritores mexicanos que ha marcado una generación tanto en la creación literaria como en el pensamiento crítico y reflexivo, además de haber obtenido el  Premio Nobel de Literatura en el año de 1990.

Para hablar más a detalle de la escritura y figura de Octavio Paz, entrevistamos a dos reconocidos escritores que han incursionado en el ámbito del ensayo y la poesía, así como en la investigación literaria, pero sobre todo son asiduos lectores de la obra de Paz: Carlos Ulises Mata y Armando González Torres.

Un escritor vigente

Armando González explica por qué  considera que Octavio Paz es un autor vigente, afirmando lo siguiente: “desde su juventud, Octavio Paz buscó extraer la creación y el pensamiento de una reclusión disciplinaria y localista y darles una proyección universal. Igualmente, desplegó con pasión la defensa de valores como la libertad y la democracia. Gracias a su empeño, aunque estimuló un rico debate en México, su influencia no se quedó sólo aquí y fue uno de los selectos autores del orbe hispánico que, durante el siglo pasado, logró colocarse como interlocutor mundial. Dada la variedad, profundidad y resonancia de su obra, Paz es nuestra presencia intelectual más notable en el mundo”.

De igual forma Armando comentó que probablemente Octavio Paz  seguirá siendo uno de los autores mexicanos que  “genere mayor interés en todos los segmentos de lectores, pues sus creaciones e intuiciones abrieron vetas en los más variados campos y suscitan la atención, tanto de los especialistas en las diversas disciplinas académicas (sigue existiendo una industria crítica en torno a Paz), como del lector que busca un placer inteligente”.

Poeta y ensayista

Carlos Ulises comentó que la obra ensayística y poética de Paz no se puede segmentar. “Tiene a la vez una gran diversidad y una unidad. Es complicado abordar un solo territorio de la gran geografía literaria de Octavio Paz, y tener que referirnos a las geografías colindantes de una obra integrada y generada a través de obsesiones que gobiernan su escritura, tanto en la poesía como en el ensayo. Podríamos decir que es un autor que en todos los géneros es el mismo y se rodea de las mismas preocupaciones: la condición de vida del hombre, la libertad, la justicia, la condición que determina que pertenezcamos a un país. Todo esto se ve reflejado tanto en su poesía como en sus ensayos. Cabe mencionar que Octavio Paz es uno de los autores mexicanos que se atrevieron y propusieron entenderse como sujetos universales, como protagonistas del pensamiento universal. En ese sentido,  Paz asumió como propias las tareas de reflexionar sobre los grandes problemas del hombre”.

Una obra que siempre surge

“La lectura de la obra de Octavio Paz es en principio de gran exigencia, y sirve como vehículo a una gran cantidad de conocimientos y cuestionamientos. Es una lectura que nos realiza preguntas más que otorgarnos afirmaciones. La obra de Paz no nos otorga tranquilidad ni soluciones a la mano. Fundamentalmente es una obra ‘gerundial’, que siempre se está haciendo. Los verbos en gerundio son los que denotan la acción durante el momento de su transcurrir. Precisamente la escritura de Paz tiene esa condición de ser una obra  que siempre se está haciendo, que la vemos en el momento que surge y que no otorga certezas, sino cuestionamientos de carácter exigente que interpelan a nuestros conocimiento, a nuestras ilusiones, a nuestras perspectivas de la vida personal y en sociedad, y además nos interpelan moralmente y éticamente” afirmó Carlos Ulises.

Otro de los comentarios de Carlos Ulises fue que la obra poética de Octavio Paz marca un siglo completo, ya que de manera simbólica el autor de “Piedra de sol” nace en el año de 1914, fecha en la que se encuentran en su punto más álgido tanto las convulsiones nacionales como internacionales: “en México está gobernando Victoriano Huerta, quien llegó al poder tras el asesinato de Madero, en Europa se marca el inicio de la Primera Guerra Mundial”. Posteriormente Paz vive el movimiento del 68. Estos sucesos, además de otros, determinan un siglo en el que este escritor estuvo inmerso, y en el que  se hizo partícipe de las grandes preocupaciones nacionales e internacionales. En voz de Carlos Ulises, “esa sed de conocimiento, esa vocación omnicomprensiva que se manifestó en la vida intelectual de Paz, se encuentra también en su poesía, construida en lo que el propio Paz llamaría un manojo de obsesiones y un manojo de ideas insistentes”.

Escribir política más como obligación moral que como ocupación profesional

Abordando el tema de la figura de Octavio Paz relacionada a la política, su ideología y sentido de crítica al sistema político mexicano, Armando González Torres mencionó: “Si bien Paz siempre estuvo preocupado y profundamente inmerso en el presente, no fue un político convencional: jamás le interesó militar en algún partido y asumió la tarea de escribir política, más como obligación moral que como ocupación profesional. Como ensayista político y social, Paz tuvo una doble vertiente que algunos estudiosos, como Ivon Grenier, han identificado con el mote aparentemente paradójico de liberalismo-romántico:  una difícil mezcla en la que se alternan e intentan conciliarse las dos principales fuentes intelectuales y políticas de la modernidad.  Cierto, Paz aboga por la revolución estética y moral, exalta  los instintos libertarios, crítica los vacíos del liberalismo y las perversiones de la democracia, pero al mismo tiempo rechaza el cambio político violento, defiende las libertades civiles y las formas democráticas, y desconfía de las rebeliones y nihilismos intelectuales.  La crítica de la utopía nace también de una experiencia personal, política e intelectual que, sin, duda resulta tan instructiva como dolorosa: la temprana observación de la violencia entre correligionarios en su experiencia en la Guerra Civil española; sus conflictos al interior de las sectas progresistas; las revelaciones sobre la bestialidad en los países socialistas, los disimulos intelectuales de los compañeros de ruta alejan paulatinamente a Paz de la izquierda partidista, aunque se siga considerando un socialista”.

La renuncia del 68

Sobre uno de los sucesos que desataron polémica en torno a la figura del escritor, su renuncia a la embajada de la India en protesta a los terribles acontecimientos de la matanza del 68 en Tlatelolco, González Torres opina que con este acto  “generó grandes expectativas entre los jóvenes que habían protagonizado el movimiento estudiantil; sin embargo pronto comenzó un distanciamiento. En efecto, Paz era un hombre pragmático, un gradualista del cambio político y un partidario de la democracia, rasgos poco taquilleros y que jamás le perdonaron sus adversarios, más radicales impacientes con el cambio. Aunque el interlocutor principal de Paz fue la izquierda, este escritor fue pionero en muchos aspectos de la crítica del sistema político mexicano.  ‘Posdata’  o ‘El ogro filantrópico’  diseccionan de manera tan aguda como controvertible muchos de sus rasgos.  En suma, Paz fue un observador consecuente que criticó todos los ángulos del espectro político (la izquierda, la derecha, el centro) y que, en las vibrantes coyunturas históricas que le tocó vivir, mantuvo un llamado a la moderación y el sentido común.  Por lo demás, creo que el pensamiento y las actitudes políticas de Paz a lo largo del tiempo son extraordinariamente congruentes, y que entre el joven rebelde y el octogenario que ya es una institución cultural, persisten intactos el mismo reflejo libertario y el mismo ánimo de crítica”.

No: palabra fundamental

Carlos Ulises Mata dijo que desde del inicio de su vida intelectual, “Octavio Paz tuvo una inclinación de opinar de manera diferente, aunque no era una condición deliberadamente asumida, no era llevar la contra. Paz dijo que la gran misión del intelectual era modelar y tener el atrevimiento para pronunciar la palabra sagrada, la cual, es la palabra no. La visión del intelectual se adquiere al decir no; al pronunciarla se sale de la condición que lo rodea, y revisa y reflexiona ante la colisión social y cultural que lo envuelve, pero sobre todo ejerce la crítica, misma que resulta ser un ejercicio fundamental de señalamiento ante las inconsistencias. Insisto, Octavio Paz lo dijo de esta manera; el intelectual tiene la misión de pronunciar la palabra fundamental: no”.

Precisamente Mata comentó que en  la renuncia de Paz a la embajada de la India es un ejemplo de la determinación de Paz para decir no, y fue además para  completar la crítica que el propio escritor había comenzado a elaborar al sistema político mexicano, desde algunos pasajes de “El laberinto de la soledad” y desde gran parte de su ensayismo desplegado en medios periodísticos de México y el mundo. Dicha crítica tendría  su culminación fundamental en el pensamiento político posterior al 68, donde Paz realiza una verdadera y muy exacta radiografía de lo que él llama el sistema de la pirámide del poder en nuestro país. “Octavio Paz refleja una actitud de coherencia y de fidelidad a los principios que venía defendiendo desde el inicio de su vida intelectual”.

A cien años

Para finalizar, Armando González  dice del significado que tiene el centenario de Paz para la historia de la literatura. “Yo diría que tiene un significado fundamental no solo para las letras mexicanas, sino para el conjunto de la cultura del siglo XX. Es indudable que el peso de la obra de Octavio Paz en la cultura mexicana y universal rebasa con mucho la esfera literaria.  La obra poética y ensayística de Paz funge ciertamente como un objeto de solaz en sí misma, pero también, como un método de lectura de la cultura universal de su tiempo, como un canon artístico y  un paradigma de conducta intelectual.  Su opinión y su influencia se expanden en muchos campos, desde la crítica literaria hasta la política pasando por la antropología y las artes plásticas. Me atrevería a decir que Paz fue el artista e intelectual más influyente en lengua española  del siglo pasado, pues es difícil encontrar a otro autor que haya influido al mismo tiempo en el arte y en el pensamiento con una obra de tanta ambición y calidad.”

Por su parte, Carlos Ulises Mata concluyó: “el centenario  es una  gran oportunidad para leerlo y tomar puntual conciencia de la inmensa cantidad de situaciones e intenciones que Paz tiene en su obra. Ésta nos puede hablar de todos los temas y aunque no los haya abordado todos, su escritura nos lleva a todas las reflexiones, es una obra que puede ser guiada a propósito de todas las cosas ya que posee una  vivacidad y vigencia como si se hubiera escrito esta mañana pero a la vez como si se hubiera escrito en el futuro porque muchas veces habla con una anticipación que nos sorprende”.