miércoles. 24.04.2024
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Buena puntería

Martín Campa

Buena puntería

Juan buscó la piedra más redonda. La colocó en su resortera y, afinando su puntería, la lanzó hacia las ramas de un árbol. Fue cuestión de segundos o quizá de suerte para que una fruta cayera al suelo haciendo ¡splaf! al abrirse por la mitad. Entonces, después de un rato, comenzó a salir un hilillo amarillento de entre sus gajos; un hilillo que poco a poco se transformó en un río pegajoso que comenzó a cubrir las vecindades, avenidas, el mundo entero. Después de un rato Juan no volvió a saber de nada ni nadie de él.

Había iniciado otra inundación universal.