sábado. 20.04.2024
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Voto de silencio

Lulú Murillo

Voto de silencio

Todas las noches despierto empapado en sudor, con ese miedo que penetra por la punta de los pies y recorre todo mi cuerpo, hasta apoderarse de mi mente, que me obliga a recordar el rostro de esa niña: la niña que ya es dueña de todo mi ser, incluso de mi alma, transformando todos los sentimientos que una persona puede sentir, en uno solo: terror. Al principio tomé con calma esos sueños tan raros, en los que llantos y gritos desgarradores crean una melodía melancólica.

Esa noche me emborraché como era  mi costumbre cada fin de semana. Hacía tiempo que no fumaba marihuana, pero fue Carlos el que me ofreció: “Ándale, Braulio, por los viejos tiempos”. Y cómo decirle que no, si desde que se fue a España ya no tenía a mi vecino de toda la vida, a mi mejor amigo. La verdad es que terminamos fumando un porro cada quien.

Claudia se molestó, porque había prometido ya no entrarle a la marihuana. “Lo prometiste, Braulio”, era lo único que me repetía mientras trataba de explicarle, con mucha incoherencia en mis palabras, que era una ocasión especial y que después de esa noche no lo volvería a hacer. Pero no lo entendió, así que antes de irse azotó la botella de cerveza en mis pies y se despidió plantándome una bofetada: “No quiero saber nada de ti, ni de tus mentiras”.

¿Que si era la primera vez que le mentía? No. Creo que mentir es uno de mis dones especiales. Prometí no excederme en mi forma de beber y la verdad es que no lo he puesto en práctica; le dije a Claudia que ya estaba mejorando en la universidad, pero la verdad es que estoy dado de baja desde el semestre pasado. Me molesté tanto por esa pelea, que decidí irme de la fiesta. Cuando me senté frente al volante la euforia ya estaba en mi cerebro, así que arranqué: el ruido del motor era intenso, taladraba mi cabeza; las luces eran como luciérnagas, en un paisaje que se movía muy lento a pesar de que la aguja del kilometraje estaba a punto de romperse.

No, la verdad no las vi, me distraje con el timbre del celular: era Claudia, seguro Carlos le contó que me fui. De repente, un grito, un golpe en el frente del coche; aplasté algo, seguro un animal. Al bajarme del auto escuché un llanto que me guió. Varios metros atrás, un cuerpo desfigurado y una niña que se arrastraba para alcanzarlo. Su llanto era lo único que se escuchaba en la noche silenciosa. Supongo que tenía varios huesos rotos: vomitaba mucho y su carita estaba llena de sangre; no iba a sobrevivir, así que tomé a Elena en brazos y la dejé a un lado de la calle. Mientras me alejaba, oí agonizar su llanto hasta que se detuvo. 

Eso es todo lo que recuerdo. Ya intenté recordar algo más, pero no puedo. Ni siquiera sé qué lugar es éste, aunque estoy seguro de que una cárcel no es; tampoco sé por qué estoy aquí, ni cuánto tiempo he estado en este sitio.

— ¿Cómo es que sabes el nombre de la niña?, ¿ella te lo dijo?

—Sí, la otra noche. Me desperté y ahí estaba, junto a mi cama. Me dijo: ”Elena”. Supongo que es su nombre porque siempre se lo preguntaba en mis sueños. ¿Ya me va a decir por qué estoy en este lugar?

­—Tu nombre es Andrés. Sufres de esquizofrenia y has tenido dos intentos de suicidio. Estás acusado de asesinar a madre e hija por conducir intoxicado, así como de intento de homicidio contra Claudia Herrera. ¿Sabes quién es Claudia?

—Sí, mi novia.

—Hace cuatro meses que Claudia se mudó junto a tu casa, y no es tu novia, apenas te ha visto en algunas ocasiones. Carlos murió hace dos años. Estás en el hospital psiquiátrico, y no en una cárcel, por tu estado mental.

Esta fue la última sesión grabada y escrita que se tuvo con el paciente Andrés Campos Arreola, el día 11 de marzo. Después de dicha sesión, dejó de hablar con todos los que residen y trabajan en este hospital. Su voto de silencio duró hasta el día de ayer, 18 de marzo, en el que el paciente se suicidó colgándose por el cuello con la sábana de su cama, en las escaleras de la salida de emergencia.


Lulú Murillo (Durango, 1987) Egresada de la Universidad José Vasconcelos en Ciencias y Técnicas de la Comunicación, fotoperiodista de El Sol de Durango. Textos publicados en El Sol de Durango y revistas locales como Imágenes de Plata.