viernes. 19.04.2024
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La Diabla que se encolera

Selene Carolina Ramírez García

La Diabla que se encolera

She's got the devil in her heart,
but her eyes they tantalize.
She's gonna tear your heart apart,
oh her lips are really thrilling.
(“Devil in her heart”. The Beatles, 1963. Fragmento).

Me llamo Dorotea Araiza pero todos me dicen “La diabla” porque disque soy bien brava.  Cualquier cosa que haiga oído usted  sobre mi persona es verdad a medias.   A medias porque lo que se cuenta de boca  en boca se vuelve mitote porque cada viejo argüendero la va metiendo su cuchara a los frijoles ajenos.  La raza metiche habla y habla con sus hocicotes  y no se preocupan por ser fieles a las cosas que en realidad ocurrieron. Así se la pasa la gente del barrio donde yo vivía, alimentándose del alboroto, haciendo novelas donde no hay personajes chilos.   Yo por eso estoy haciendo mis memorias en estas grabaciones  pa’ que lo que digan de mí sea siempre cierto, sin cambios, sin mamadas, sin cuentitos de niñas. La Mara mi maestra del taller de autobiografía acá en el  bote pa’ viejas me dijo que tenía mucha rabia encatsulada, que la mejor sanación estaba en el contar. Me dijo que escribiera las cosas por las que he vivido pero la Teta me prestó su máquina esa pa’ grabar voces y  pos mejor cuento con mi propia voz lo que vaya saliendo. Luego si me pongo  a escribir se me van a pasar algunas cosas. El pedo “es sacar  las malas vibras y tratar de llegar a la catarsis”,   dice la Mara. Quien sabes qué chingados sea la catarsis pero vamos a ver qué sale de este salivero.  En la autobiografía uno como que se conoce más a través de las cosas va contando sobre su vida. Dice la Mara que antes de todo debemos decir quiénes somos, cómo somos y esas mariconerías que no hacen únicos dice. La mera verdad yo sé que lo que me hace más única entre la raza que conozco es este humor de la chingada, este coraje que siempre cargo. Yo a veces veo a la Teta, a la Pinta, y a  las fresas de la Coyo y la Mela que andan con sus pelos güeros, todas felices por la vida con unas carcajadotas bien mamonas,  y me dan mucho coraje, me desesperan por alucines. Estamos encerradas y éstas ahí muy pintaditas y cantando y riéndose por cualquier babosada como chamacos. La Mara piensa que la rabia es mala pero la neta, lo único que siempre me ha acompañado y lo que me ha salvado la vida más de una vez, es esta puta furia.  En un país de padrinos que te destrozan el útero por sus juegos puercos no hay lugar pa’ la debilidad, o es tu vida o la suya compa, por eso a veces no queda más que arremangarse del cólera y matar, matar hasta estar seguro de que el muerto no reviva, matar hasta que te duelan los brazos, y los dientes, y los gritos.  Cuando maté a mi padrino  tenía 8 años, fue la primera vez que pisé el COTUME.  Lo que me  hacía ese cabrón no tenía nombre y pues  tenía que hacerlo parar, por eso le eché ácido de ese del baño a su café de la tarde. Luego cuando lo vi tirado no me quedó otra que darle de cuchilladas en el pecho, en el pito, en sus ojos de maniaco asqueroso, ¿quién me aseguraba que el cabrón no despertaba sólo enfermo y ya? Tenía que estar segura de que nunca más ese viejo volvería a respirar. Por culpa de ese cochi nunca voy a poder tener morritos, ya no sirvo como mujer y en parte por eso me la paso emputada. Como que me da coraje que todas tengan crías a quién querer, a quien llorarles desde acá adentro, y yo nada. Pinchi padrino meco, ojalá que el diablo ya se lo haya chingado todito.  

También me  dicen “La diabla” porque tengo los ojos negros como todo malo que hay y cuando me encabrono se encienden, y sacan fuego de lo rojo que se ponen por lo caliente que me recorre cuando me hacen gachadas. Cuando siento ese ardor ya valió madres,  por eso hay que saber tratar a la gente oiga,  para que luego no lo maten. En mi México lindo, país  de gobierno cerradito, donde el narco  manda, y el politiquillo putón se esconde y jode y jode y jode, no hay mucha oportunidad de una vida digna. La neta yo intenté más de una vez hacer las cosas bien, pero pues con un salario de maquiladora de 67 pesos el día qué chingados se puede hacer. En unos tabacos o en una torta pa’ todo el santo día se me iba la raya. Y  pos usté sabe que  eso no es de dios. Andar por ahí toda socra dando lástima porque no hay chamba decente que  la haga a una  vivir normal con sus caguamas, y sus calzones nuevos, y un cuartito más o menos está de la verga. Por eso me metí a eso de la venta del cuerpo. No me quedó de otra. La maquila ya le dije que no me daba ni pa´ vivir. De mesera  me fue hasta pior. El gerente todavía que me la quería meter me chingaba las propinas. Por eso me lo despaché a ese también. De un golpe en la nuca con un cazo se fue el muy mamón.  Por su pinchi culpa me volvieron a encerrar. Esa segunda vez no me molestó la idea de estar bajo techo con buena comida, vivía mejor adentro que afuera neta.

De la segunda vez que caí en el bote hay poco que contar, salí bien rápido porque se la mamaba al guardia. Me dejó salir  un día  que hubo  motín por la puerta de atrás, como Juan por su casa, muy normal. Ahí fue cuando me di cuenta que tenía sus ventajas andar de prostituta. Si le contara oiga la lana que traía yo en la cartera. Nombre me iba retebién. Sacaba en las noches hasta cuatro mil bolas. Me compré ropita buena, y renté un cuartito bien, y me tomaba mis tragos, y puse cable en la casa y todo. Lástima que los putos mulas comenzaron a bajarme lana cuando se dieron cuenta que era la que más bateaba en la manzana. Cuando ese tal oficial Rodríguez se me acercó  y me dijo que tenía que pagar mi cuota me encorajiné macizo, ¿cómo que le iba a dar de mi lana a ese pendejo nomás porque sí?  Por eso le dije que sí que todo bien, que le iba a pagar y la madre, pero que antes le iba a hacer un favor para que me hiciera un descuentito. El muy suato con su cara de marrano y la baba salida me dijo que fuéramos a un pasillo oscuro que estaba por ahí cerca de donde me levantaban. El muy vil no sabía, a pesar de ser una rata, que era puro pedo mío eso de hacerle un trabajo pa´ que me descontara. No sabía que cuando me encabrono se me ponen los ojos rojos de tanta saña caliente que me recorre las vísceras. Lo único que yo quería era encajarle hasta dentro del pescuezo la navajita filosa que siempre cargaba para mi propia protección. No se vale oiga que una haga sus luchitas y que nomás porque estos cabrones tienen vara alta con todas las corrupciones habidas y por haber se la achinquechen a una. Por eso estoy encerrada ahora, acá con las viejas  locas y fresas del CEREZO, por haber mandado al infierno a un cabrón  aprovechado,  a un puto cuico pide chichi. ¡Fíjese nomás usted! Una nomás defiende lo suyo y  la encierran. Así es mi México lindo, país de la rechingada.

Selene Carolina Ramírez García 

Licenciada en Literaturas Hispánicas por la Universidad de Sonora (UNISON), Maestra en Literatura Hispanoamericana por la UNISON y estudiante del Doctorado en Humanidades de la UNISON.

Ganadora del primer lugar en el 8vo. Concurso de Cuento “Luis Enrique García”.

Publicaciones, Antología  de nuevos  poetas hispanoamericanos, (Lord Byrons Editions, 2006), Antología de poetas del norte de México nacidos en los ochentas, (Federico Corral Vallejo compilador, 2007).

De Huaynos y Mariachis. 80 poetas mujeres: México-Perú.  (José Guillermo Vargas Compilador, 2013).