martes. 16.04.2024
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Qué es lo que quiere la nena

Iván Sierra

Qué es lo que quiere la nena

En la secundaria no había fiesta, una siquiera, en la que todo mundo no estuviera besándose o rozándose distraídamente al bailar o, ya de pendejos, sonriéndose como babosos con los ojitos llenos de miel. Ni una. Cero. Iban y venían en parejitas como estúpidos pajaritos del amor. Azul cielo, rosa pastel, amarillo sunshine, rojo amanecer, etcétera. Iban y venían en parejitas, alienados por unas insobornables, impostergables, urgentísimas ganas de sentarse plácidamente a, no nos engañemos, penetrar o ser penetrados. Nada de amor. Nada de pendejaditas de colores, ¿okey? COGER. El mágico-cómico-musical juego milenario del mete-saca-mete-saca-mete-saca. El copy-paste de la embestida pélvica reproducido hasta el infinito.

Pero a mí los chicos no me hablaban nunca. Ni uno. Cero. Hasta esa noche en la que, como de pasada, él me dijo: maricón, ¿qué haces aquí tan solo?, no tienes novia porque no quieres, ¿por qué no le hablas a Tipa Horrible?, ¿por qué no| Y tú sólo pensabas, maricón, en cómo sería callarle la boca a ese idiota con la mejor sobada de paquete de su vida| Y yo sólo pensaba en cómo sería sellar sus labios con un dulce beso y que me dijera después, mirándome a los ojos, conmovido, que no sabía cómo había sucedido pero se enamoró de mí, que quiere que sea solo para él, que, teniéndome a mí, su nena, no necesita a nadie más.

¿Qué es lo que quiere

la nena?

¿Qué va a pedir

la princesa?

¿Qué se le antoja a

la reina?

¿Qué quiere

la niña

fresa?

La Nena. La Princesa. La Reina. La Niña Fresa. ¡Ash!

Cómo te habría gustado, maricón, que este o aquel o aquel otro —alguno de esos compañeros hermosos, viriles, dispuestos, siempre erectos— te dijera que tú eras para Él su Ella y ya después, en buena onda, te diera tu bananota split, ¿qué no?

En la secundaria no había fiesta, ni una siquiera, en la que no me dedicara, apartado de la gente, a pensar en ti —en este o aquel o aquel otro—, en que algún día, como tenía previsto de mucho tiempo atrás, llegaras por mí y me dijeras, no sé, ¿qué haces aquí tan solo?, ¿qué es lo que quiere la nena?, y me convirtieras entonces, al menos por una noche, esa noche, en la más bonita de la fiesta, la de la sonrisa más dulce, la de la mirada más tierna. [En cambio, fui] ese que, al menos una noche, esa noche, al fin se animó a darte la mejor sobada de paquete de tu vida y terminó mamándotela como nunca en el baño —como si tu pene besara mis labios, mi lengua, mi garganta, y yo le correspondiera al lamer glande, escroto, tronco, todo.

Aunque con una ADVERTENCIA: si dices algo, maricón, te amo.

Iván Sierra

www.ivansierra.me