sábado. 20.04.2024
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Le roi est mort

Ricardo Félix Rodríguez

Le roi est mort

Mingus se encontraba resolviendo un problema de ajedrez. Cuando de pronto observó, a detalle, el acomodo de las piezas, hipnotizado por la lógica del juego.

Caballo blanco: las calles bañadas en sangre.

Alfil negro: exhalo el olor a humo, como todas las mañanas, y sin embargo no alcanzo a percibir las manchas de sangre desde el púlpito. 

Torre blanca: he estado aquí durante un tiempo… y no logro comprender.

Dama blanca: el eco de sus palabras reverbera como un zumbido en mis tímpanos…

Rey negro: me confunde ese aullido, ¿Es de un niño o acaso el de un perro?

Peón blanco: no entiendo nada… así se vive más feliz…

Peón negro: no hay mucho que decir ni entender, solo palabras…

Caballo negro: ayer trotaba por la misma senda y mis huellas teñían, de rojo, la tierra que pisaba, tengo varios años dando vueltas en círculos, ya me duelen las piernas…

Dama negra: escucha el crujir del fuego que late bajo sus pies.

Alfil blanco: esos aborígenes no han sido civilizados, ¡bestias de carga es lo que son!

Torre negra: las apariencias engañan, el ojo vigilante goza contemplándose a sí mismo (ríe burlesco)

Rey blanco: ¡basta ya con la perorata!  ¡Que dé comienzo la partida!

Acto I. Las delicias del poder

        Los peones negros y blancos se encuentran reunidos sobre los escaques, discuten acerca de la naturaleza de su organización social y su rol dentro del juego.

Peón negro: el peón es la pieza más débil sobre el tablero, somos los más frágiles, los peregrinos…

Peón blanco: aun así, esmerándonos podemos aspirar a convertirnos en cualquier pieza mayor, coronarnos, capturar, avanzar, tenemos posibilidades ilimitadas…

Peón negro: eres un soñador, no cabe duda… pero acepta que estamos en desventaja respecto a los caballos y alfiles, fuera del alcance del inmensurable poder de la torre y, ni se diga, de la sublime dama.

Peón blanco: poder.

Peón negro: poder, quisiera disfrutarlo aunque sea por poco tiempo.  Las delicias del poder…

Peón blanco: si las condiciones no están dadas para lograr esos fines, por las vías legales, buscaremos poder en la ilegalidad ¿A ti en qué te gustaría convertirte?

Peón negro: siempre he aspirado a ser un caballo, su movilidad dentro del tablero, el batir de sus patas chocando contra el suelo, su crina en armonía con el viento, en resumen: la máxima expresión de libertad… es simplemente un sueño…

Peón blanco: se supone que soy yo el iluso.

Peón negro: vaya, acepto que se trata de una utopía, un ideal inalcanzable, solo hay que ver en qué condiciones vivimos, somos la carne de cañón.

Peón blanco: ¿Carne de cañón?

Peón negro: las estadísticas no mienten, el peón es la pieza más intercambiada.

Peón blanco: bueno si, pero hay peones de avance, ¡recuerda el en passant!

Peón negro: seamos realistas ¿Cuántos peones llegan a lograr el en passant? ¿Cuántos de ellos sobreviven a ese movimiento? ¿Nunca te lo has preguntado?

Peón blanco: bueno, hay que ser conscientes que somos una clase subordinada, los lacayos, la fuerza de trabajo, el llamado “pueblo”.

Peón negro: ahora nos estamos entendiendo ¿Y las condiciones para ascender en el escalafón social?

Peón blanco: obstaculizadas, negadas, impedidas…

Peón negro: nulas o inexistentes, por la naturaleza de la organización social y sus estructuras de poder, limitadas a un acto heroico, en otras palabras, una remota posibilidad estadística aprovechada por las élites para perpetuar las condiciones de explotación.

Peón blanco: ¡explícate!

Peón negro: chaturanga.

Peón blanco: ¿Cómo?

Peón negro: ¡chaturanga! ¡La clave es el número cuatro!

Peón blanco: ahora entiendo menos.

Peón negro: se dice que el origen del juego se ubica en la India, se llamaba chaturanga. Significa cuatro miembros: los carros de combate devenidos en torres, los alfiles o elefantes según la palabra árabe. Sin olvidar la caballería en la que el número cuatro acabó con la vida del Rey Ricardo III, en la batalla de Bosworth, e infantería o la clase a la cual pertenecemos tú y yo…

Peón blanco: ¿Y cómo es que el número cuatro terminó con el Rey?

Peón negro: te estás dejando llevar por los detalles pero te lo voy a explicar; se dice que Ricardo III se preparaba para la batalla más importante de su vida, el herrero montaba las herraduras para el caballo, el enemigo se acercaba y las ansias carcomían la mente del Rey. Lamentablemente se habían quedado sin clavos ni tiempo para proteger la cuarta pata del animal.  El herrero se las ingenió como pudo. Este simple hecho fue decisivo en la lucha, ya que al perder la herradura en el combate, el Rey quedó a merced de sus enemigos. De ahí la frase: ¡mi reino por un caballo! Que se podría cambiar a ¡mi reino por una herradura! o ¡mi reino por un clavo!

Peón blanco: o ¡mi reino por un herrero competente!

Peón negro: entendiste la idea.

Peón blanco: aun tengo muchas dudas en mi cabeza ¿Qué es lo esencial aquí?

Peón negro: lo esencial aquí, mi amigo, es que nuestra organización social está orientada por la milicia. Sociedades militares compitiendo entre sí para lograr ejercer dominio sobre los otros, así es la lógica de los dedos que mueven las piezas. Civilización es negación de la propia naturaleza… ¿Civilización? no me hagas reír, en el fondo seguimos estancados en la lógica primitiva, el ser humano es un suicida colectivo.

Peón blanco: ¿No es acaso la historia una prueba de ello?

Peón negro: forma parte de nuestra esencia, una suerte de dicotomía como el día y la noche… en todo caso, la fuerza de los peones radica en la unión.

Peón blanco: y su posición sobre el tablero.

Peón negro: evidentemente, somos los peones avanzados los que podemos cambiar la situación.

Peón blanco: no existiría este juego sin nosotros.

Peón negro: a lo que aspiramos es a una mejor calidad de vida.

Peón blanco: no a la vida de un peón doblado… hay que contagiar a nuestros hermanos con esta locura.

Peón negro: la libertad es la más sublime de las locuras.

Peón blanco: aspirar al equilibrio del poder o expirar… expirar…

Acto II. Elucubración de los alfiles

        Un grupo de piezas conversan acerca del origen del juego y la identidad de cada una de ellas.

Dama negra: estamos aquí reunidos para hablar sobre nuestra identidad, es el turno de nuestro amigo el alfil.

Alfil negro: bueno no hay mucho que decir sobre mí, algunos me adjudican una identidad de elefante, otros de un arquero y otros, incluso, ¡de obispo!

Dama negra: ¿Cómo está eso?

Alfil negro: recuerden esa leyenda sobre nuestro origen, esa proveniente de la India, se dice que un brahmán llamado Sissa Ben Dahir inventó este juego para entretener a no sé qué Rey… el brahmán le da una lección al noble ridiculizando su poder.

Peón blanco: ahí está la palabra clave: ¡poder!

Dama negra: ¿Qué quieres decir con eso compañero?

Peón blanco: muy sencillo, se le atribuye un origen hindú a nuestro juego.

Dama negra: si ¿Pero eso qué tiene que ver?

Peón blanco: ¡la lógica de castas!

Alfil negro: ¡explícate lacayo!

Peón blanco: la casta se refiere a cualquier forma de estratificación que valora al individuo a partir de factores de herencia para clasificarlo socialmente. Impidiendo su desarrollo desde el plano ideológico.

Dama negra: ¿Y eso se relaciona con nosotros exactamente cómo…?

Peón blanco: en todos los sentidos, si el creador de chaturanga, que devendría en el ajedrez actual, estaba permeado por la naturaleza del sistema de castas, terminaría por entender el porqué… pareciera que nuestras identidades están estructuradas para ¡no aspirar al crecimiento personal! Como si nuestra partida se encontrará predeterminada y nosotros no la estuviéramos generando con nuestros movimientos…

Dama negra: interesante, pero hay algo que no me cuadra…

Peón blanco: veamos el caso del alfil, es una pieza de largo alcance que usualmente protagoniza las partidas, a veces no precisamente en el cierre pero siempre en el juego medio… ya sea que se le perciba de la manera clásica, como un arquero, como un jinete que galopa en su elefante o como un hombre de fe post-occidentalizado… es así como lo vamos a concebir por ahora…

Dama negra: tenemos un conflicto de identidad… obispos, arqueros o elefantes.

Alfil negro: ¿Obispo? En Francia soy bufón, en Italia un anciano, en Alemania un mensajero y un vulgar camello en el Tíbet...

Peón blanco: lo importante es que el alfil tiene como antecedente a Ganesha, el Dios hindú con cabeza de elefante… el alfil y sus derivados no están tan alejados de ese origen: es “el que limpia los obstáculos”, acompaña el ataque de piezas mayores y menores, como la dama y su servidor aquí presente… el papel de la religión en el ejercicio del poder, aquellos que predeterminan la lucha entre el bien y el mal, condicionan el comportamiento humano… no se trata de las manos que mueven las piezas del tablero sino de la deidad que las mueve a ellas: ambición, poder, ambigüedad… reyes y damas que utilizan la fe como una herramienta de dominio… aquellos que prohíben “jugadas ilegales” con una mano, cuentan sus ganancias con la otra…

Alfil negro: todo esto es muy confuso.

Peón blanco: ahora, en lo que respecta a la dama ¿Cuál es su identidad? ¿Por qué termina siendo la pieza más poderosa del tablero?

Alfil negro: es el rey el más poderoso.

Peón blanco: puede que tengas razón pero ¡es la dama la más poderosa en la actualidad! Simplemente hay que ver como se desplaza, imitando los movimientos de un alfil e igualando la horizontalidad y verticalidad de una torre. No tiene comparación sobre el tablero…

Dama negra: eso es relativo, dependo totalmente de mi ubicación…

Alfil negro: no sea tan modesta, su majestad.

Dama negra: no es modestia, es realismo, pero dejemos continuar al caballero con su monólogo…

Peón blanco: gracias su majestad… al hablar de la dama hablamos necesariamente del papel de la mujer en la sociedad, su evolución como pieza está relacionada a la historia de la cultura “oriental” y “occidental”. Eso por tratar de establecer un parámetro de análisis, si lo recuerdan, los movimientos de la dama solían ser limitados y torpes, era la compañera del rey y su papel podía ser relegado, reprimido, no solo en cuanto a sexualidad se refiere. No quiere decir que occidente le otorgó la libertad, pero si adquirió ¡movilidad! En todo caso, lo que nos ocupa en este diálogo es el del papel de la mujer en la sociedad ¿Cuál es su rol? ¿Reproducción? ¿Termómetro de la selección natural? ¿El equilibrio social?

Dama negra: son demasiadas preguntas sin respuesta… la dama también hace la guerra…

Alfil negro: vaya que la hace y la provoca… y el amor…

Peón blanco: su antecedente el Farzín persa, masculino, pasaría a ser la reina con los monarcas medievales o la compañía del Dominus o la Donna italiana, la dama española… ágil, poderosa, ¡clave dentro del juego de poder!

Dama negra: por ahora no hay nada más que decir… tomen sus cosas y recuéstense sobre aquel promontorio, el amanecer trae consigo el rugido de una nueva batalla…

Acto III. El rey ha muerto

Torre blanca h1: era un gran héroe.

Alfil blanco f1: sin duda el mejor de los monarcas.

Caballo blanco g1: si tan solo los peones de enroque ¡hubiesen hecho su trabajo!

Peón blanco: nada se pierde, nada se pierde… las piezas cambian y el juego continúa…

Dama blanca: jamás la historia había conocido un ser como él… envestido por una naturaleza casi divina…

Torre blanca a1: quisiera ser como él, quisiera ser él…

Alfil blanco c1: es el deseo de todos.

Peón blanco: muere la carne de cañón pero no la mano que las avanza, muere la voz de los que claman justicia, vive la desigualdad… muere la esperanza de pueblos, vive la avaricia de unos cuantos…

Dama blanca: dolor que retuerce las entrañas, dolor que inyecta dolor con dolor…

Torre blanca a1: empuño la espada con fuerza, como si la sangre corriera por entre mis dedos…

Alfil blanco f1: es la voluntad de Dios.

Caballo blanco b1: tus dioses no tienen injerencia en esta batalla ¡alfil!

Peón blanco: no son los dioses ni los demonios… no es el fin, es la compulsión a la repetición… el poder no es legal ni ilegal, es simplemente poder… un ciclo se repite tras otro… el tablero se limpia al terminar la partida… los reyes nos mandan a la guerra en nombre del status quo… el dominio se perpetúa…

Torre blanca a1: sin saciar mi sed de sangre, envaino mi espada… escucho el aullido de su filo…

Alfil blanco c1: ora pro nobis.

Caballo blanco g1: ¡muera el rey¡ ¡viva el rey!

Dama blanca: necesitamos un nuevo señor que adorar… dominus…

Alfil c1: ¿Quién nos guiará por el valle de las sombras?

Peón blanco: la inercia del juego hace imposible el final de la partida… existe tolerancia a la sangre cuando la sangre alimenta la riqueza de los reyes… la partida ya finalizó, sin embargo… “una vez terminado el juego, el rey y el peón vuelven a la misma caja”… Proverbio italiano.

Ricardo Félix Rodríguez es un escritor mexicano, es psicólogo, y cuenta con una maestría en ciencias sociales con especialidad en salud. Ha escrito teatro, cuentos, textos académicos y reseñas de cine. Dirigió teatro y video digital. Publicó una colección de historias cortas para una editorial local y la historia "As maçãs de Asgard" para una antología en Sao Paulo, Brasil. Le gusta escribir en diferentes idiomas tales como español, Inglés, francés, alemán e italiano. Publicó su libro “The Surreal Adventures of Dr. Mingus”.