martes. 16.04.2024
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Chocolate

Brenda Ríos

Huevo de chocolate. Oscuro. Mesa oscura. Madera. Periódico del día. Los amigos dejan de llamar. Dicen que hay migraña. La migraña es un ser de oscuridad: a mayor oscuridad, mayor hambre. Días sin salir ellos, en el vientre de sus recámaras, sin probar alimento, sin abrir las ventanas. Sin tomar el teléfono.

Ojeras. Medialunas en las uñas. A prueba de todo me desperté hoy. A prueba de ceniza. Hecha de arena. Protagonista de la vida, me digo, antes de salir a la calle. El sol es gigante porque abarca todo lo que ve. Un barco que abarca. Un barco de luz. Un barco sin agua debajo. Un barco estacionado.

No amo. No me ama nadie. Qué más puede haber que esta libertad infinita. Promesa de inmortalidad. Vida entera. No deseo. No me desea nadie. Qué más puede haber que esta languidez desapasionada, de mirar a alguien y sentir en cada poro de toda la piel formada nada. Vacío. Vacío de liberación. Música de negros. Es lo único que puedo escuchar. Lo demás no tiene dolor. Lo que no tiene dolor no tiene sentido.

Mi madre me dio recién nacida a mi abuela, su madre. Cuando regresé a ella era otra, más pura, sin raíces. Perfecta. Pura. Dulce. Sin odio, sin amor, sin alegría. Equilibrio. Emociones de un lado a otro del cuerpo, vaivén, escalera del edificio sin elevador. Limpia.

Mi abuela murió. El dolor estaba ahí y se quedó ahí, para nunca aparecer de nuevo.

Pierdo cosas. Objetos, personas, sentimientos, experiencias, recuerdos. Cosas. No sé cuándo fue que te vi. Dices que esas tardes. Dices que sí. Dices que todo. No sé. Digo yo. No sé. No sé. Apenas comienzo.

La gente habla mal de los demás. Está en su naturaleza. Escuálidos de carácter sólo eso hacen bien: hablar mal. Da placer. Se sienten mejor.

 Aire acondicionado. Calefactor. Cobijas. Ventilador de techo. Vaso de vodka con hielo y jugo de naranja. A dónde vamos ahora. Esta prisa. Este verano. O invierno. Me miro las uñas, ya mordidas. Los dedos.

Uno amanece y el día comienza. Aunque ya tenga horas de haber iniciado. Comienza porque nosotros comenzamos. El mundo y las palabras son así: comienzan a la par que nosotros. Porque  no importa el pasado. El pasado es algo oscuro. En el principio del tiempo. Era otro el tiempo hace tiempo.

Brenda Ríos (Acapulco, 1975). Escritora mexicana doctoranda en Letras Mexicanas en la Universidad Nacional Autónoma de México (Unam). Coordina el no-taller literario “La sexta casa” y forma parte del seminario de traducción literaria del Centro de Estudios Brasileños en México. Es responsable del blogCalle Alta 25: Acapulco Sunset Room y tiene junto al ensayista, poeta y traductor Ernesto Priego el proyecto de correspondencia Londres-México “Los Reduccionistas”. Autora del libro Del amor y otras cosas que se gastan por el uso. Ironía y silencio en la narrativa de Clarice Lispector (Tierra Adentro y Fundación para las Letras Mexicanas, 2005). Textos suyos aparecen en revistas como Luna Zeta, La Cabeza del Moro, Metapolítica, Fractal, Este País, Reduaz y Bien común, entre otras, así como en las antologías Gilberto Owen: con una voz en cada puerto (2005), Mar de vértigos (2008), Muestra de literatura joven de México (2008) y Mujeres poetas en el país de las nubes (2008).