viernes. 19.04.2024
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Fantasma memorable

Luis Fernando Alcántar Romero

Fantasma memorable

Por fin me iré de Londres.

Sólo queda otra escala más, una inesperada, para variar. La vida es una curva. ¿Dónde estás en ella?, reza un letrero en la entrada del aeropuerto de Heathrow, un rectángulo de cristales y destinos cruzados al oeste de Londres.

Es posible tener perspectivas espectaculares de paisajes azules aquí.

Al lado de ese letrero hay otro que dice "Welcome to Heathrow", una bienvenida que intenta ser cálida en una ciudad fría, cielos grises, campos verdes y brillantes.

De repente veo a una mujer rubia que llama mi atención. Soy muy malo para estas cuestiones. Algo tímido, se entiende.

Se acerca a mí. Hace frío, viste una blusa muy delgada color azul. Sus ojos oceánicos, profundamente azules, me capturaron. Me habló, se sentía nerviosa.

-Perdí mi visa, dijo. -No sé si podré ir a algún otro lado.

- Disculpa. Hola. Soy, bueno, me llamo Jade, de Roma, pero ya te contaré más-.

Me cuenta varias cosas de su vida, o parcialidades de ella, mejor dicho. Jade es actriz, modelo de desnudos, representante religiosa y lo que se presente. Pero también se llama "Claudie-André Hays", "María Cano"; depende todo de su ánimo y/o intereses del momento.

Carga varios llantos, vidas y nacionalidades. Ayer era francesa, en ese momento era una italiana "ardiente" de aire misterioso como de "época", así como salida de alguna película de Antonioni o Fellini.

Correspondí a su presentación. Pero eso no importa. Luego no entendí lo demás. La verdad es que no le presté mucha atención; pero eso sí, hasta hoy sigo prendado de aquella mirada.

Llegó a Heathrow un lunes por la mañana. Estaba desvelada, le dolía la cabeza. Creía estar en otro lugar. No podré olvidar ese semblante desorientado.

Parecía haber perdido algo en el camino. O quizá estuviera en alguna especie de búsqueda. No me lo contó, aunque tampoco quise entrometerme. Lo que más le gustaba era viajar, a donde fuera, el destino no le importaba.

Ella nunca es la misma. Siempre va despeinada y sin maquillaje. Su actitud es bravía, su mirada turquesa perdida, con desprendimientos ligeros de pureza, una belleza que se sabe nítida pero con algo de oscuridad, rasgos de una vida sombría.

Enciende un cigarro, de una de las dos cajetillas que compró en Manchester. Llega un guardia y le exige que lo apague, pues estamos un espacio donde no se puede fumar. Luce interesada en mí. Tiene un "algo" indefinible que me atrae mucho.

No quisiera recordar que la conocí. Es doloroso ese recuerdo, pues me gustaría que fuera más extenso. Según me contó, viajaba con algunos cambios de ropa, cigarros y su iPod.

No mencionó amigos cercanos o familiares. Sólo a un supuesto hermano que la alojó unos días en una playa de México, Cancún, creo.

En ese tiempo yo era estudiante; estaba en Inglaterra por un intercambio de corte académico. Fue una estancia que me aburrió bastante, hasta aquel día.

Platicamos más, intercambios una que otra anécdota insulsa y cigarros. Nos sentamos en una banca. Fue muy rápido.

Sentimos que éramos como amigos que se conocían de mucho tiempo atrás. Era pura intuición, o necedad, según se vea.

Luego nos fuimos juntos en un taxi y nos alojamos en un hotel del centro de Londres. Así es, me quedé otra noche en la compañía infinita de Jade.

Compramos algo de vino, nos emborrachamos, de a poco ya estábamos compartiendo la cama, ella con su desnudez lánguida y un brillo fuera de serie.

Sus gritos ahogaban los míos. Un espejo rectangular, de aspecto terrible, fue mudo testigo de aquella velada con cierto desenfreno; condimentada por su tatuaje de ángel fiero en la espalda, quemaduras de cigarros y unos cuantos litros de whisky consumidos.

A la mañana siguiente se fue como llegó. Como una aparición "fantasmal" o qué sé yo. No escuché cuando se fue. Me dolía la cabeza y las piernas. Además, no traía mucho dinero conmigo.

Sólo dejó una fotografía suya, que me llevó a contarles esto con la idea de llevar a Jade al olvido. Quisiera que estuviera aquí.

A veces quiero salir a buscarla, pese a los diez años transcurridos desde entonces. Un desafortunado capítulo más de "yo y las mujeres". Supongo que soy muy ingenuo.

Mejor la buscaré por Internet, aun sin saber su nombre, o algún dato real o al menos, confiable. Espero localizar a ese fantasma memorable.