Un cabello solitario encima de cualquier superficie es la presencia sutil de alguien, enraíza como exponente ontológico para contar historias que trascienden la piel. Si pertenece al ser amado, que no regresará, puede caer en la categoría de reliquia. Tiene autoridad jurídica sobre asesinos y padres olvidadizos que temen a un solo pelo guardián de su información original y sus memorias. En maraña cambia su naturaleza, ésta será siempre nauseabunda y crecerá en otras identidades sin perder la hebra de su discurso; ya sea sintético o natural, el cabello sembrado sobre pieles de constitución diversa emana corrupción y desconfianza, ninguna inocencia guarda el uso de tal ornamento; no es de extrañar que su voz contundente sea barrida como ave de mal agüero, y no por nada es ingrediente indispensable en las recetas de las brujas.

(De Objetuario)