martes. 23.04.2024
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Acto de fe

Yara Ortega

Siempre hay un hombre en mi corazón, en mi mente, en mi vida.
Sin un hombre, no concibo la existencia, tuya, mía o de nadie.
Nunca las mujeres hemos sido autogestantes… tal vez, autogestivas.
Ellos, a más de la razón de mi existencia, han sido maestros.
Más que amigos, menos que amantes, enseñan.
Les he aprendido a ser felices sin compañía.
Fuertes, sin necesidad de forzar nada.
Leales hasta en la infidelidad ajena.
Interesantes aunque no les importe impresionar.
Generosos sin tener que gastar dinero.
Laboriosos con las manos quietas.
Dulces sin hipocresía, recios hasta consigo.
Rostros impasibles en el dolor, tiernos con los niños.
Amables con los ancianos, bondadosos con los demás.
Descarados hasta lo cínico en su elegancia.
Sedosos en su trato, relámpagos en la cólera.
Bondadosos como la lluvia, que no distingue planta, animal o mineral.
Cálidos como el sol.
Quemantes cuando míos.