miércoles. 24.04.2024
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GUÍA DE LECTURA

La sura de la vaca

Jaime Panqueva

La sura de la vaca

Regresé de vacaciones hace unas semanas para enterarme qué había pasado con la revista Charlie Hebdo. Me di una vuelta por el internet para ver cuáles imágenes habían causado tanto malestar en el mundo islámico y me sorprendí al ver el pésimo gusto de sus dibujantes y editores; su defensa del laicismo mediante la burla descarnada y grotesca de las religiones. Quizás a muchos no nos guste, pero somos capaces de tolerar abusos en nombre la libertad de expresión, la cual defendemos a ultranza, y más aún en países donde ésta se encuentra mucho más amenazada que en Francia.

Pero tras la reacción violenta de los más radicales, pareciera que la actitud de Occidente, muy fiel a su tradición histórica, no consiste en buscar una reconciliación o en mitigar las causas de la reacción, sino en reprimir y devolver la bofetada. Creo que el odio alimentado por la ignorancia puede combatirse eficazmente por medio de los libros, y si hay un libro que muchos desconocemos es el Corán, la piedra angular del Islam. Sí, claro, ya pensarán ustedes que les recomendaré leer sus 114 capítulos o suras. ¡No! Pensé en algún fragmento ilustrativo y fácilmente localizable. Recordé que en su novela Me llamo Rojo, Orhan Pamuk (musulmán, turco y premio Nobel) destaca a través de sus personajes el capítulo dos, conocido como la sura de la vaca. Una versión en línea disponible se encuentra aquí.

Cualquiera que lea estas 286 aleyas o versículos, se dará cuenta de lo cultural y religiosamente hermanado que se encuentra el Islam con la doctrina judeocristiana, además de comprender que para los creyentes musulmanes los mandamientos de su religión constituyen un todo, una verdad profunda y paradigmática, con la que Mahoma sacó a un pueblo de la miseria y lo elevó a una cultura vigorosa y refinada. Mientras el oscurantismo medieval cubría a Occidente, los árabes traducían a Platón y Aristóteles. Ahora se les tacha de medievales y salvajes. Mayor provecho obtendríamos si con el mismo ahínco con que defendemos la libertad de expresión, exigimos respeto y tolerancia por las creencias ajenas. También lo dice el Corán: “Combatid en la senda de Dios contra los que os hagan la guerra. Pero no cometáis injusticia atacándolos primero, pues Dios no ama a los injustos.” II,186. Talvez no detenga las balas, pero conocerlo quizás pueda detener o evitar muchos insultos.

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