viernes. 19.04.2024
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La resurrección de los muertos

Gerardo Mares

La resurrección de los muertos

Cementerio del Terror es un subproducto fílmico que bien califica en lo que solemos llamar “gustos culposos”. La película, que no es tan pestilente como aparenta, en realidad es un híbrido atípico en la forma de hacer cine.

Financiada por uno de los clanes familiares de abolengo, la responsabilidad del producto recayó en las manos del otrora joven retoño de los Galindo, trasladando la acción a territorio gabacho y utilizando para los roles principales a figuras más bien identificadas con el histrionismo televisivo.

Inspirado casi en su totalidad por el corto musical Thriller, realizado por John Landis para el lucimiento de Michael Jackson; sin embargo, gracias a su desparpajo y ausencia de sentido del ridículo, el tono solemne de la cinta se transforma en una especie de parodia no intencionada sobre el video musical... ¡y sobre el cine de zombis de manera extraoficial!

No consciente del todo, Rubén Galindo Junior logra dotar a su filme de elementos intrigantes que hacen pasable su alucinada propuesta: en un inicio se plantea la posibilidad de un slasher film en toda la norma. Incluso la criatura asesina posee varias características sobrenaturales de cada uno de los psycho killers de moda (Jason Voorhes, Michael Myers y Freddie Krueger): invulnerabilidad, don de la ubicuidad, fuerza física por encima de lo humano. Ya para el morbo, existe la posibilidad de que el ente tenga su génesis a partir de los sueños obscenos del protagonista, un Hugo Stiglitz de apariencia decadente y que atestigua vía cámara subjetiva, las correrías del asesino, apenas el apunte de una dualidad no explorada que le hubiera dotado de mayor interés.

Si bien los esfuerzos en la elaboración atmosférica no se ven recompensados del todo, se percibe un “sense” malsano y que tiene que ver con la realización de una misa negra en el cementerio abandonado. De hecho, este es otro de los elementos que distinguen a la película. A contracorriente de los dogmas posmodernos, los muertos vivientes de Cementerio de Terror son creados por fuerzas malignas que no tienen nada que ver ni con el voodoo transnochado, ni con la influencia de vampiros transilvanos, mucho menos virus, substancias químicas, radiaciones cósmicas o todo lo que sirva para reanimar a un difunto.

Igualmente, resulta risible la contención del pandemonium por medio de un pinchurriento símbolo cristiano, así como las tumbas, en principio elaboradas con convicción gótica, pero cuya verosimilitud se manda al carajo gracias a la revelación del unicel con el que fueron fabricadas.

En el aspecto narrativo, la película revela la influencia tanto de La Noche de los Muertos Vivientes de George A. Romero, como de La Niebla de John Carpenter. No es raro entonces, el plagio de la premisa básica: un grupo de indefensos acosados en un ambiente de encierro y donde incluso se pueden llevar a cabo manifestaciones de espíritus chocarreros en la vertiente de Poltergeist.  

La película ha envejecido a pasos acelerados, es indudable. Y su gran pecado fue la de querer jugar a la copia descarada manifestando ciertas ambiciones primermundistas, sin aportar un temperamento autóctono. ¡Vamos! pesar de estar estelarizada por varios rostros reconocibles, no se siente en ningún momento una identidad propia... Sin embargo, Cementerio del Terror posee una dignidad que no tienen adefesios como Vacaciones de Terror o el mamotreto posmoderno de Más Negro que la Noche. En el momento de su estreno, fue de los últimos hitos de una industria tradicional que estaba a punto de desaparecer y a cuyos retoños se les impidió continuar con sus carreras. Sin duda alguna, un gozo de carácter culposo gracias a sus excesos. Ya no alcanzó a exhibirse en la pantalla del Cine Coliseo, pero es una obra digna de su leyenda.

Cementerio de Terror/ D y G: Rubén Galindo Jr./ F en C: Rosalío Solano y Luis Medina/ E: Carlos Savage/ M: Chucho Zarzosa/ Con: Hugo Stiglitz, Sevando Manzetti, Érika Buenfil, Edna Bolkan, Usi Velasco, Andrés García Jr., Eduardo Capetillo y María Rebeca/ P: Dynamic Films y Producciones Torrente, S.A. México, 1985.