jueves. 25.04.2024
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BITÁCORA DE UN PINTOR TRASHUMANTE

A propósito de mujeres

Saúl Espejos

A propósito de mujeres

Cuando me preguntan que por qué pinto mujeres, respondo lo único que puedo contestar; ¡Porque puedo! Si es materia de sicoanálisis o qué se yo, me da lo mismo, son de un atractivo irresistible. Klimt, Schiele, Picasso, Balthus lo sabían. Me parece muy bien que haya un Día internacional de la Mujer.

Mercuria tenía caderas anchas y un cabello fantástico, mirada de cuervo y un apetito sexual inversamente proporcional a su estatura; al principio intenté pintarla, lo intenté desesperadamente, una y otra vez, pero invariablemente dejaba el pincel de lado, se me hacían duras las cerdas porque se quedaban embarradas de pintura y dhamar mientras nos solazábamos en cualquier rincón del estudio por horas, llenos de besos y pintura en espalda y piernas. Un desastre.

Mercuria no alcanzaba el timbre de mi estudio, pero alcanzaba el orgasmo con una facilidad exultante. Con todo, logré hacer algunos bocetos de ella cuando caía vencida del cansancio, con el pelo enmarañado y una sonrisa iridiscente, el sudor empapando su cuerpo y las piernas temblorosas. Mi cuerpo también temblaba, pero la visión de su desnudez exquisita me impelía a levantarme y hacer trazos veloces sobre cualquier soporte a mi alcance: papel kraft, de algodón, cartulina, lienzo… con tal de capturar la visión magnífica que me ofrecía aquella diosa sexual.

Luego Mercuria empezó a pintar. Supongo que en algún momento el que posaba era yo y ella embarraba esas pinceladas ingenuas y desfachatadas sobre mis telas preparadas y mis papeles. La cosa era graciosa. Realmente me hizo gracia ser yo quien estaba del otro lado por primera vez en un lienzo. El dibujo era torpe pero no malo realmente; su paleta era naif y su elección de colores muy primitiva, como de alguien que no ha terminado de salir del kínder, muy distinta de mi paleta de colores sobria y poderosa; realmente me hizo gracia, así que mandé unos cuantos correos a galeristas, amigos, periodistas… no subí ninguna foto a mi Facebook, claro; aunque estuve a punto de hacerlo decidí no hacerlo por “precaución”, para no opacar su recién adquirido “talento” con mi obra portentosa, para que ningún fijadillo o malintencionado se confundiera y fuera a pensar que aquellos trazos naif eran míos realizados, sin duda, bajo los efectos de algún enervante, creerían.

Uno de mis galeristas aceptó hacerle una pequeña muestra, como un gesto de deferencia conmigo sin duda. Entonces vino su primera exposición, las entrevistas en la radio, las fotos en los periódicos, los reportajes… todo lo cual lo tomaba yo con gracia, como quien escucha un chiste muy bueno, como quien contempla un burro que toca la flauta. Realmente me hacía gracia.

Luego vendió todo. ¡¡¡Vendió todas las pinturas de su maldita primera exposición!!! La burla se pasó de la raya. ¡El público, MI PÚBLICO, no merecía eso! Estaba decidido a acabar con el engaño. Llamé a la prensa, daría una conferencia, remití mails a todas las revistas que la habían entrevistado.

No digo que estaba furioso, era un lujo que no me iba a dar, solo digo que algunas “artistillas” son mas bien unas trepadoras sin ningún talento real más allá de su talento para la felatio.

Por eso decidí no asistir a su exposición que se inaugura esta semana en el MoMa de Los Ángeles.