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CRÓNICAS DE ANTAÑO

León-Chivas, el Primer Clásico mexicano

Guillermo Cano Moreno

León-Chivas, el Primer Clásico mexicano

A los 6 minutos Marco Aurelio burla al Zarco Vázquez, luego al Pelón Gutiérrez, y en uno de sus quiebres mágicos planta el balón a los pies del Chancharras Pérez, quien sobre la marcha prepara el gatillo y dispara con fuerza para vencer al portero tapatío.

¡Qué espectáculo aquél! Las tribu­nas amenazan venirse abajo. La gente de las sillas baila incontenible. El árbitro Serrano Linares tarda para po­ner aquello en orden y poder continuar el encuentro.

Se encabrita el Guadalajara. Sus hombres reaccionan corajudamente y aparecen por todos lados. Varela, Con­rado, Battaglia, todos abajo sudan la camiseta para contener a Luis Reyes y Max Prieto.

A los 14 minutos la Chiva provoca un penal bueno para el empate, pero Pablo González falla, impresionado por la formidable es­tampa de Rugilo entre los palos.

Los visitantes salen para la segunda parte como fieras heridas. No hay cuar­tel. Rugilo tiene qué volar una y otra vez para evitar el gol y los atacantes tratan de sacarlo de equilibrio a empu­jones y codazos.

Uno de esos golpes se lo propina Luis Reyes, y en un momento el gigan­tón Rugilo aprovecha la melee para desquitarse.

Se arma la bronca. Todos contra todos. La gente en las graderías del Patria (bella afición) grita y se desgañita, pero mantiene el orden.

Rugilo sale de la trifulca con una alcancía sangrante sobre el pómulo iz­quierdo, y al final nadie se explica por ­qué el nazareno expulsa del juego a Battaglia, uno de los menos culpables.

Por lo pronto, ahí está ya el Clá­sico en todo su sabor. León y Guada­lajara serían rivales de por vida en el futbol. Nadie olvidaría esa contienda.

Ya sin Battaglia, como que se des­concertó un poco la defensiva local. Guadalajara reanuda el ataque con más bríos, empuja sin misericordia y a los 19 minutos de esa segunda parte, Pa­blotas aprovecha las hendiduras para hacer orfebrería con un pase de Váz­quez, venciendo a Rugilo con el em­pate definitivo.

A partir de entonces los enfrentamientos León-Guadalajara han sido los verdaderos clásicos del futbol. Luego surgieron otros pero, como se dice, fer­tilizados para que parezcan más gran­des, aunque sin corazón.

Quiérase o no, León y Guadalajara fueron los padres del tipo de choque llamado clásico.

Así que cuando aquel 17 de septiembre de 1944 se enfrentaron por primera vez León y Guadalajara a nivel profesional, el estadio Patria presentaba un aspecto indescriptible, con ruidosos antagonistas y cientos de banderas de los dos adversarios.

Subyace en lo deportivo el pique existente entre las dos entidades en las confrontaciones deportivas llevadas a cabo con anterioridad.

[1] Publicado originalmente en la desaparecida revista Estadio