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DESDE EL TABLERO

El ajedrez, musa de literatos

El ajedrez, musa de literatos

El ajedrez siempre ha ejercido una profunda fascinación en la literatura.  Su precisión y tensión dramática lo acercan a la novela, el teatro, a la poesía. Baste mencionar los casos de Stefan Sweig o Vladimir Nabokov y, en nuestras letras, a Juan José Arreola, dice Vicente Leñero en una introducción a su cuento La apertura Topalov.  De Leñero también es la novela La vida que se va, basada en el tema.

Si el ajedrez es un juego milenario, los primeros manuscritos producto de la inspiración de este juego se remontan al siglo VII, obra de los árabes.

Posiblemente está en esa profesión que hicieron los árabes, el que la literatura del ajedrez supere a la obra de todos los deportes juntos.

Tanto en libros técnicos para mejorar el nivel de fuerza de los practicantes, como en obras de poesía o narrativa, el tablero y las figurillas han sido motivo para crear verdaderas bibliotecas, con miles de títulos.

Néstor Quadri es el autor del poema Ajedrez y Literatura , que reproducimos a continuación. En Argentina tiene un club de ajedrez y se ha especializado en difundir el ajedrez Jubilado, para personas mayores de edad.

Ajedrez y Literatura

Néstor Quadri

 

En la trama blanca y negra
De un minúsculo tablero,
Escriben ansiosas las piezas
Sus sutiles combinaciones.

El ajedrez como la literatura,
No tuiene limitación alguna.
Sus múltiples contingencias,
Van más allá de lo racional.

Tal vez, sea una manera
Para ayudar a saciar la sed,
De ese anhelo mágico y creativo
Que inunda de gozo al intelecto.

Luego esta muestra en la que el juego ciencia ha inspirado a literatos continúa con Ajedrez de Jorge Luis Borges.

Jorge Luis Borges

Ajedrez


I

En su grave rincón, los jugadores
rigen las lentas piezas. El tablero
los demora hasta el alba en su severo
ámbito en que se odian dos colores.

Adentro irradian mágicos rigores
las formas: torre homérica, ligero
caballo, armada reina, rey postrero,
oblicuo alfil y peones agresores.

Cuando los jugadores se hayan ido,
cuando el tiempo los haya consumido,
ciertamente no habrá cesado el rito.

En el Oriente se encendió esta guerra
cuyo anfiteatro es hoy toda la Tierra.
Como el otro, este juego es infinito.

II

Tenue rey, sesgo alfil, encarnizada
reina, torre directa y peón ladino
sobre lo negro y blanco del camino
buscan y libran su batalla armada.

No saben que la mano señalada
del jugador gobierna su destino,
no saben que un rigor adamantino
sujeta su albedrío y su jornada.

También el jugador es prisionero
(la sentencia es de Omar) de otro tablero
de negras noches y de blancos días.

Dios mueve al jugador, y éste, la pieza.
¿Qué Dios detrás de Dios la trama empieza
de polvo y tiempo y sueño y agonía?


 

Y concluiremos con La musa del ajedrez, de un clásico de la literatura española.


La musa del ajedrez

Luis de Górgora y Argote

 

Que piense un bobalicón
que no hay quien su dama toque
y en la casa del rincón
Sé que la tomó un peón,
y que no la quiere un Roque,
iOh qué lindo que!

Al galán que le den jaque
Como una dama atreguada
y más bien peloteada
Que la Coruña del Draque,
y fiada del zumaque,
Le desmiente dos barrigas,
Tres higas.

Dicen que hay casas de fama
como ajedrez en valor
Que cualquier pieza menor
Entrando llega a ser dama:
Entra moza y sales ama,
y tal, que sin ser Dios cría
Si antes villano tañia,
AIIí aprende saltarén,
y dicen bien.

Dicen que ya las doncellas

Son de casta de pelotas

Que si están de saltas rotas

Se remedian con cosellas;

Y cosida cualquiera de ellas

Como de primero salta

Y si hubiese alguna falla

Luego la remedia alguien

Y dicen bien.