martes. 23.04.2024
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Liturgia en que toda cosa tiene su lugar

Benjamín Valdivia

Liturgia en que toda cosa tiene su lugar

Atórele, mi buen, dice la muerte.
Y es calambur extático su sorna.
Ya retráctil o azul
su júbilo nervioso contonea
por darle sombra o por hacerle cuerda
al títere feliz,
al que lleva la voz en lo nublado
de estos días.
Atórele. Póngale. No chille,
que su liturgia es luz también
aunque se azore.
Yo cambio los cuchillos a otra herida
siguiendo su mandato.
Los pánicos espejos reconquisto.
La salvedad y la excepción
recosen su ambición en lo que vivo:
la voz del fuego inquieto,
el sentido de un loro,
las dudas de un obispo,
la sátrapa canela de un incendio olvidado.
Voy con huesos raídos
a devolverle agua por agua
a los malditos rumbos de la tierra.
Mientras tanto el ardor, como el amor,
hacen fila en la sombra
porque igual que la muerte reconocen
que cada cosa tiene su lugar.