Es lo Cotidiano

Imaginario

Patricia Ruiz Hernández

La escritora creó un personaje llamado Guy. Sería espía internacional, con habilidades  para salvar a la humanidad de intrigas y conspiraciones.  Emularía la fama de Indiana Jones y del mismo James Bond al protagonizar grandes aventuras, teniendo como escenario Egipto, las Cataratas del Niágara, Francia, las Amazonas o la Muralla China.

Cuando la novelista  pretendió  desarrollar la trama, su imaginación sufrió bloqueo, las palabras no fluían y su mente divagó con mil ideas. Durante varios días, la pantalla de la computadora permaneció en blanco y si acaso lograba plasmar alguna frase, la deshacía de inmediato. Por fortuna, ya no tiraba kilos de papel al bote de basura, tal como solían hacer los escritores de antaño con el uso de la máquina de escribir; ahora con la tecla “suprimir”, se arreglaba.  Para recuperar la inspiración, salió a dar largos paseos, fumó varios cigarrillos y aseó con esmero la casa; pero todo sin resultado. 

La literata, como persona flexible y abierta al diálogo, conversó con Guy, interrogándolo por su falta de cooperación. El personaje mostró rebeldía, parecía poseer voluntad propia para dirigir su propio destino.

-¿Qué pretendes? -le cuestionó ella.

-Quiero tener una vida larga y feliz -explicó Guy-, deseo estar en un laboratorio, ser biólogo o químico, tener una familia y convivir con mis amigos. Rechazo lo que me ofreces: una vida solitaria, huesos rotos, chipotes y cicatrices.

-Eso no interesa a los lectores -dijo ella–, viajarás en globo, autos blindados y ferrocarril, conocerás a bellas mujeres, vivirás increíbles aventuras.

-Exacto, son increíbles, agregaría que son inverosímiles y fantasiosas. Dime, ¿quién sobrevive a explosiones, ráfagas de metralletas o choques de autos? Insisto, quiero establecerme en un sólo lugar y ser científico  –exclamó Guy.

-Eso no será posible, tengo proyectado para ti otra vida, con un propósito diferente -dijo ella.

-¿Por qué? ¿Te parece aburrida la ciencia? -le cuestionó a la escritora.

-No es así, pero nadie me compraría los derechos de esa novela para filmar una  película, tratándose de un personaje cuya actividad es pasar horas en un laboratorio, tomar la siesta, celebrar convivencias familiares y arreglar su jardín; comprende, lo que más vende son las historias de acción –contestó ella.

-No me importa -dijo Guy-, quiero ser el arquitecto de mi propio destino  –agregó- ¿será que te disgusta tu vida?, ¿acaso me estás usando para vivir a través de mí?, ¿quieres cubrir tus carencias existenciales y realizarte conmigo?

-¡Anda! Deja de hacerle al psicólogo aficionado, yo soy la escritora y decido lo que es bueno para ti -contestó ella. 

-Me niego rotundamente a ser tu títere, conmigo no cuentes -dijo Guy

La novelista quedó pensativa, no sería la primera vez que la creación asume vida propia y se vuelve en contra de su creador -reflexionó–, está el caso del monstruo de Frankenstein o del popular Sherlock Holmes, cuando el escritor Arthur Conan Doyle, harto de este personaje, pretendió matarlo, el famoso detective se negó a desaparecer.

Después de recapacitar, comenzó a escribir una novela; las palabras aparecían en la pantalla, quizá dictadas por el propio protagonista. Lo convirtió en el Doctor Guy Ameyal, eminente científico, reconocido a nivel internacional por sus aportaciones en el uso de energías renovables. Se enfrentaría a las fuerzas perversas de organizaciones secretas, cuya misión sería evitar que la humanidad encontrara fuentes inagotables de energía, pero eso ya es otra historia.

Patricia Ruiz Hernández es originaria de Celaya, Guanajuato. Tiene estudios en Administración de Empresas y se desempeña en el sector educativo. De manera paralela gusta de la literatura y es miembro del taller literario Diezmo de Palabras. Ha sido seleccionada para la Antología de Letras con Arte con los microrrelatos Predicción, Brevedad del Ser y Fuera de este mundo. Así mismo, por la Editorial El Sótano con el cuento La Refranera y en la antologia Tótem: Minificciones Guanajuatenses con varios microrrelatos.  En el foro el Tintero fue finalista con el cuento Retorno al hogar.