martes. 16.04.2024
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Love story

Blanca Parra

Nunca amó, pero se dejó amar.

La colmaron de regalos, de mimos y de lo mejor que se podía conseguir en la ciudad en la que creció, donde se casó y educó a sus hijos.

Nunca supo lo que costaba mantener su tren de vida, acostumbrada a satisfacer su capricho sin miramientos o escrúpulos de cualquier tipo. Lo quiero-lo tengo era su filosofía de vida. Sus hijos y su marido creyeron que las muestras de contento y los cuidados que les proporcionaba eran señal del afecto que les tenía. Sí, cada regalo la hacía feliz; cada objeto de lujo halagaba su vanidad. Entonces sonreía y cantaba, se mostraba gentil con todos y hasta generosa si era posible. Nadie percibía que cuando algún antojo no era registrado o satisfecho, un velo de descontento y amargura cubría sus ojos. Claro, cuando era posible montaba alguna escena para que el deseo fuera percibido por todos y tener en sus manos el bien ansiado.

Murió repentinamente, la causa es lo de menos. Sus hijos lograron abrir el pequeño cofre que ella mantuvo siempre fuera del alcance de cualquiera y que su marido respetó siempre.  En una vieja carta enviada a su madre desde Acapulco, durante su viaje de bodas, se leía: "No logro enamorarme, pero me estoy acostumbrando a sus mimos y regalos, ¿voy por buen camino?".

Hasta la fecha, su viudo jura que ella lo amaba con locura, como él a ella.