jueves. 25.04.2024
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Síndrome Kluver-Bucy

León Plascencia Ñol

Síndrome Kluver-Bucy

Trastorno de la conducta que sucede cuando los lóbulos temporales mediales del cerebro tienen alterada su función. La amígdala está particularmente implicada en la patogenia de este síndrome.

El síndrome se caracteriza por las tendencias orales, un afecto embotado, cambios a nivel de los hábitos alimenticios (bulimia), hipersexualidad, también una agnosia visual auditiva. Ello resulta de una afección temporal bilateral como en el caso de la encefalitis herpética.

Prólogo

Los doctores Heinrich Klüver y Paul Bucy, al experimentar con monos Rhesus, decidieron

retirarles los lóbulos temporales. Esto provocó en los monos el desarrollo de agnosia visual, cambios emocionales, alteraciones en la conducta sexual, hipermetamorfosis y tendencias orales.

Aunque los monos podían ver, eran incapaces de reconocer incluso los objetos que previamente

les eran familiares, ni tampoco su uso. Parecían examinar su ambiente con la boca en lugar

de con los ojos ("tendencias orales") y desarrollaron el deseo de explorarlo todo ("hipermetamorfosis").

http://medicina.ufm.edu/index.php/S%C3%ADndrome_de_Kluver_Bucy

A.-

Pacientes mansos con pérdida del miedo, presentan enojo o ira, incluso ante dicha reacción los pacientes lo viven con una placidez característica.

Anoche escribí cien cartas con una pluma fuente de color azul,

todas decían lo mismo: “La muerte no es definitiva. Sólo los aparcamientos.”

Lo escribió Jack Spicer y lo anoté cien veces, para no olvidarlo, para no tener miedo.

El miedo tiene que ver con seguir un rastro en una montaña nevada.

Toda narrativa requiere de lógica. Aquí no hay lógica. El cielo es un escorpión

tatuado en mi ojo izquierdo.  El cuerpo no se agota con la escritura

de cien cartas, se vuelve manso y colérico al mismo tiempo como un volcán

que duerme bajo un cielo casi gris. Ayer por la mañana guardé la pistola

en medio de un grupo de súeteres del mismo color: es una escenografía planeada,

un efecto cinematográfico. Yo esperaba que sucediera algo. Cuatro aviones

pasan uno inmediatamente del otro en este cielo de media tarde. El lenguaje

se partió y a pesar de ello las cartas siguen ahí: “La muerte no es definitiva.

Sólo los aparcamientos.” (¿Ella tiene los labios sellados?) No hay nada

que soporte la cólera de Aquiles. Yo miro las ventanas del hospital,

las ambulancias que entran y salen, eso es todo, pero no puedo decir

dónde estuve antes Unable to tell the story again. Los árboles de la avenida

son acacias y flamboyanes. Un perro orina en el pasto. Los síntomas no desaparecen. Una voz me lo dijo: “La muerte no es definitiva. Sólo los aparcamientos.”

B-

Comportamiento dietético indiscriminado, bulimia o hiperfagia, es decir, comen objetos que no son apropiados.

Me como
desde
un lenguaje
inacabado.

C-

Hiperoralidad o tendencia en exceso a explorar y a contactar oralmente con objetos incomibles o a olerlos (incluso pueden examinar un objeto dañino, como una cerilla encendida, gillettes, cuchillos llevándoselos a la boca o tocándola con la lengua) y un impulso irrefrenable de tocar objetos. Capacidad de manipular toda clase de objetos sin distinguir entre peligrosos y no peligrosos.

Una gillette incrustrada
y la curiosidad
de saber lo qué sigue
después. Hay lugares
a los que no puedo
ir, son inevitables
como las sombras
que deja el fuego
en los restos
familiares del horizonte.
El aroma
de las acacias no
tiene que ver
con esperar demasiado
de las palabras.

El primer obstáculo
es la lengua herida;
el segundo, incendiarse
a lo bonzo como Tich Quang Duc;
el tercero, dejar manchas
de aceite y un poco de mierda
en las fosas nasales.

Bajo un fondo gris
he decir que nada
del mundo queda
sin tocarse. El olor
del abismo
huele igual
que las puertas
de una morgue.

D-

Agnosia visual: Pérdida de la capacidad de reconocer objetos con la vista, puede existir asociada una agnosia táctil y auditiva.

Los objetos han dejado de ser lo que son: una navaja, un barco, una taza. Sólo los recuerdo triturados en la memoria. Llegan ráfagas demasido breves, flashes entre el fuego. Ahora son sonidos rojos, coreografías de bonobos en un paraíso cerrado.

E-

Hipermetamorfosis: Compulsión de explorar a fondo el ambiente cercano y reaccionar exageradamente a los estímulos visuales.

El otro día
vi en un programa de televisión un documental sobre personas que guardan basura, luego cambié a otro donde contaban la historia de los creadores de la bomba atómica. Eran las cuatro de la mañana y las luces de la ciudad eran como mantras nocturnos o coleópteros que deambulaban ciegamente. Nunca he estado en Mumbai pero ese es un pensamiento como cualquier otro.
Un pensamiento como cualquier otro.
Escribo imaginando que es mediatarde
y que aquí hay un río o quizá unas dunas
pero hay un silencio suave
que sólo se altera por el ligero sonido que sale del televisor.
Los molinos eólicos cruzan rápido la pantalla, luego cientos de aviones, una mujer desnuda en una cama solitaria, un edificio que explota. Nada distrae al lenguaje de esta elemental intuición de naufragio. ¿Hay un hábito en vagar por múltiples canales televisivos o es tan sólo el insomnio que altera la gracia de una frase perfecta? Nada que no sea parte de la realidad vista desde un telescopio es real.
El otro día
vino de manera natural un pensamiento como cualquier otro,
ballenas apareándose en el Pacífico,
era una fuerza pura, un colapso mental,
como si el lenguaje se depurara
al momento en que el pitcher lanzó
la bola para un strike perfecto.
Nadie exhibe la coloratura de sus pensamientos,
sólo roba los procesos
de otros
antes del hundimiento.

F-

Hipersexualidad: Aumento llamativo de la conducta sexual, que se puede poner en evidencia en la forma de conversaciones impúdicas y vagos intentos de contacto sexual. Actividad autoerótica enormemente aumentada (homo y heterosexual, con elección inapropiada del sujeto.)

Lo que muestra Shame es un personaje obseso
fracturado en otros cuerpos. No hay un juego de palabras
en ello. La historia es simple: Brandon Sullivan
vive y trabaja en Nueva York y arrastra el fantasma
de sus adicciones sexuales. Eso dice la reseña
sobre la película. Pero hay más
que encuentros sexuales fortuitos,
prostitutas silenciosas, páginas porno y música
de Coltrane, Gerry Mulligan y Glenn Gould. Hay un cielo
vacío, muslos rojos y estaciones del metro.
Sullivan es un animal de costumbres antilíricas.
No hay retórica en ello.
La huella de los cuerpos es una luz ausente
bajo las brasas del frío de la ciudad.
Cuando Ovidio escribió su Ars Amatoria
quiso ser didáctico y eligió para su obra
el dístico elegíaco. (Un fragmento traducido en prosa puede funcionar):

Entre nosotros el apetito se desborda menos furioso, y la llama que nos enciende no traspasa los límites de la naturaleza. ¿Hablaré de Biblis, que concibió por su hermano un amor incestuoso, expiado valerosamente echándose un lazo al cuello?

La película tiene un tono de elegía melancólica,
los personajes son peces atrapados en una pileta transparente
y me detengo
en un cielo enrojecido por el deseo de Sissy, la hermana de Brandon,
su Biblis incestuosa. No hay retórica en ello.
Contar filmes no tiene gracia,
se dispersan las partes, las escenas quedan inconexas
y queda un agrio sabor en un hombre solitario
que ve en medio de una sala de un cine
una historia literal
como la “geometría de la página de goma”.

León Plascencia Ñol (jalisco, 1968). Poeta, narrador, editor y artista visual. Dirige el sello editorial filodecaballos. Ha ganado algunos premios nacionales e internacionales. Su libro más reciente es El lenguaje privado. Pertenece al Sistema Nacional de Creadores de Arte de México.