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CINE COLISEO

Casta de malditos

Gerardo Mares

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Casta de malditos

La filmografía de Michael Winterbotton posee una mirada tan amplia y diversa, que es casi imposible precisar sus preocupaciones temáticas que permitan establecer un estilo definido. Así, los cuarenta y un créditos que componen su obra a la fecha, hablan de una saludable laboriosidad de nivel industrial, casi comparable a los realizadores de estudio de antaño.

Sin embargo, para crédito de las ambiciones narrativas del autor, es posible encontrar algunas producciones de riesgo; lo mismo le entra a una película pornoerótica visualmente preciosista y carente de malicia, ubicada en la escena musical independiente de Londres (9 Songs. 2004), que al documental políticamente comprometido (Camino a Guantánamo. 2006), o enfrenta el desafío de echarse un ejercicio de ciencia ficción reflexivo, aburrido de a madres para quien esto escribe (Code 46. 2003), como pergeñar una reelaboración neorrealista urbana en Wonderland (1999).

Cineasta al que la categoría le queda como anillo al dedo, sin embargo son estas pocas producciones las que han encontrado un recoveco en la cartelera comercial.

Al grupo se puede añadir el thriller sureño The Killer Inside Me, película brillantemente interpretada por Casey Affleck, actor que se está especializando en personajes de apariencia blandengue, pero que en realidad tiene mala uva en las entrañas; tan mala que es capaz de despacharse a una buena cantidad de ciudadanos sin sentir el mínimo de remordimiento. Director de actores, el realizador hace acompañar a las desventuras de su matarife, un excelente reparto de histriones de carácter, que con la pura mirada logran sumergir al espectador por los laberintos de una violencia de consecuencias casi fáusticas, como lo ejemplifica su incendiario final.

Basada en la novela inconclusa del escritor Jim Thompson, la adaptación de Winterbotton destaca en el despiadado y amoral retrato de un individuo cuya maldad queda plasmada a lo largo y ancho de un rincón polvoriento de los Estados Unidos, un suburbio de campesinos iletrados dominados por un cacique empresarial bastante choncho –el siempre efectivo Ned Beatty.

The Killer Inside Me es un estético tour de force donde el espectador es obligado a empatizar por un criminal de poca monta. escudado en la placa que ofrece la posibilidad de cometer toda clase de atropellos y quedar impune. Claro, abona para el clima enfermizo, un sol radiante en campos petrolíferos abyectos, de una connotación fálica; un manejo desprejuiciado de las figuras icónicas de la literatura hard boiled evitando la caricaturización estereotipada. Quizá la única que se vea falsa en una atmósfera de pudrición moral es la bella y limitada Jessica Alba, perdida en su rol de prostituta.

Dueño de un sentido carnal para la exposición erótica, el realizador manufactura una película que homenajea el estilo negro en toda la norma. Sin duda, el poblacho es de esos lugares donde todo puede pasar. Claro, bajo la capa de un conservadurismo que se encarga de ocultar actividades de dudosa moral. Además de introducirnos a una atmósfera desértica de calor infernal, Central City es el hogar de individuos dominados por pulsiones malsanas, escenificadas a través de diálogos crudos o en la evocación melancólica e incestuosa de un tipejo convertido en policía por azar y una que otra palanca.

La ironía del relato es que la maraña de situaciones poco a poco irán cercando a Lou Ford, cuyo desenfado y el marco legal vigente obligan a la policía a recurrir a la aplicación de la ley fuga en perjuicio de un bastardo que les tomó el pelo por demasiado tiempo.  

The Killer Inside Me (El Diablo Bajo la Piel)/ D: Michael Winterbotton/ G: John Curran basado en la novela de Jim Thompson/ F en C: Marcel Zyskind/ E: Mags Arnold/ M: Joel Cadbury y Melissa Parmenter/ Con: Casey Affleck, Kate Hudson, Jessica Alba, Ned Beatty, Elias Koteas, Tom Bower, Simon Baker y Bill Pullman/ P: Hero Entertainment, Muse Productions, Stone Canyon Entertainment et al. Estados Unidos-Suecia-Reino Unido-Canadá. 2010.